sábado. 20.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / I.G.C. 19.06.2010

Pilar nació un 12 de diciembre de 1957 en la antigua maternidad de O’Donnell de Madrid. La niña estaba totalmente sana pero fue llevada a una unidad de neonatos porque su madre sufrió tras el parto una tromboflebitis. Durante ese tiempo no pasó un día sin que su padre se acercara a verla. Veintiún días después, el 31 de diciembre, el hospital comunicó a los jóvenes padres el fallecimiento de la pequeña. Ya había sido incluso enterrada en el Cementerio de la Almudena sin comunicación previa a sus progenitores.

Paloma Helguera lleva dos años buscando a su hermana que cree viva. “Mis padres siempre tuvieron la certeza de que la niña había sido robada, es algo que llevo oyendo en mi casa desde pequeña”, asegura esta madrileña en conversación con nuevatribuna.es. Su caso podría ser uno más de los ‘niños robados del franquismo’, otro más recogido en estas mismas páginas a modo de denuncia de todos esos niños (entre 20.000 y 30.000) desaparecidos durante la dictadura franquista.

Paloma siente cierta impotencia. No ignora la dificultad de encontrar a su hermana. “Puede estar en cualquier sitio, dentro o fuera de España”. La única documentación que tiene la familia es la partida de nacimiento y la de defunción donde no está clara la causa del fallecimiento y donde figura enterrada en La Almudena. Pero “no consta como enterrada, ni allí ni en ninguno de los cementerios municipales de Madrid”, asegura. Ahora está a la espera de que el Hospital Gregorio Marañón, donde fueron a parar todos los archivos de la maternidad, le faciliten “si los hay” los partes médicos de su hermana.

“Si no está enterrada, ¿dónde está? ¿Es falsa la partida de defunción? Mi madre siempre dijo que a su niña se la habían robado, ahora sé que mi madre tenía razón. Todo esto no es casual”, dice Paloma que lamenta las dificultades de la búsqueda. “Es muy difícil buscar por mi cuenta, pues sólo dispongo de un nombre y una fecha de nacimiento, y para un caso así no es nada, pues incluso se habrá cambiado nombre y fecha de nacimiento”.

Como todas, la historia es estremecedora, sobre todo por el hecho de la certeza de unos padres de que su hija no murió. Paloma no sabe por dónde tirar, sólo le queda esperar que alguien encuentre algún parecido con la imagen de su madre. Sus padres aún mantienen viva la ilusión del reencuentro: “¿Sabes algo de la niña?, ¿sabes algo de Pilar?”, le preguntan a su hija cada vez que la ven. Pero Paloma no tiene nada, no ha encontrado nada y le frustra no poder dar una respuesta a sus padres, “es terrible”, afirma.

"Mis padres siempre han tenido la certeza de que había sido robada"