viernes. 29.03.2024
marcelino

Han pasado cinco años. Así que pasen cinco años, dijo Federico García Lorca, presintiendo el drama que se cernía sobre España

El 29 de Octubre, CCOO de Madrid ha organizado un homenaje a Marcelino Camacho, conmemorativo del 5º aniversario de su muerte. Un acto en el que hemos podido recuperar su imagen y su voz entre nosotros. En el que hemos podido escuchar la voz de quienes hoy luchan por lo mismo que luchaba Marcelino, una vida digna y un trabajo decente.

Fue aquel 29 de Octubre de hace 5 años, un día intenso y duro. El día en que despedimos a Marcelino. Menos mal que esta organización, de la que fue uno de los fundadores y líder indiscutible, mantiene intacta su capacidad de organizar movimientos masivos de personas en muy poco tiempo. Porque fue muy poco el tiempo para que el Auditorio que lleva su nombre estuviera en condiciones de recibir a miles de ciudadanos y ciudadanas que querían darle su último adiós.

Decenas de compañeros y compañeras del sindicato se pusieron a la tarea de facilitar que aquel acto fuera un acto de las CCOO. Planificado y organizado, pese a la premura de tiempo y en el que hasta la improvisación hay que acometerla y calcularla.

Nos conmovió la voluntad de Josefina de permanecer a su lado. Por eso, de acuerdo con Marcel y Yenia, sus hijos, decidimos cerrar el Auditorio por la noche y preparar un pequeño acto de despedida al día siguiente, antes de arrancar la comitiva que, desde la calle Lope de Vega, bajo la lluvia, recorrió el Paseo del Prado, Cibeles y la calle de Alcalá, hasta la Puerta de Alcalá, escoltado por centenares de chubasqueros rojos de las CCOO. Allí, su hijo, Marcel, Centella en nombre del Partido Comunista, Ignacio Fernández Toxo, Secretario General de las CCOO y la propia Josefina, despidieron a Marcelino.

Ante Marcelino Camacho, para despedirse y para rendirle homenaje, pasaronel futuro Rey de España, el entonces Príncipe Felipe, o el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al que habíamos organizado una Huelga General justo un mes antes. Esa Huelga General por la que todavía seguimos pagando el precio de ver a más de 300 sindicalistas, entre ellos los 8 de Airbús, ante los tribunales de la injusticia. Por allí pasaron amigos de Marcelino, como Raphael y Natalia Figueroa, o como José Bono.

Quienes dirigieron la CEOE y las organizaciones patronales, las grandes empresas del país. Los compañeros de la UGT, como Nicolás Redondo y Cándido Méndez, con los que Marcelino quiso siempre confluir en una gran Unión General de las Comisiones Obreras. Porque Marcelino era unidad. Y quienes desde la política asumieron las tareas de gobierno y de oposición, Felipe González, el hijo de Adolfo Suárez. Ruiz Gallardón, Jiménez de Parga, Carmen Chacón, Marcelino Oreja y hasta Rodrigo Rato.

No faltaron los artistas, las gentes de la cultura, cantantes, actores. No podían faltar los camaradas del Partido Comunista, presididos por José Luis Centella y de Izquierda Unida, con su Coordinador General, Cayo Lara.Santiago Carrillo, que casi dos años después se encontraría en el mismo lugar, el Auditorio Marcelino Camacho, acompañado por su familia, recibiendo a quienes acudieron a despedirle.

Y miles de amigos y amigas, de jóvenes que le conocieron, de camaradas, compañeros y compañeras. Los del Proceso 1001, los supervivientes del asesinado de los abogados de Atocha. Aquellos que le acompañaron en sus primeras direcciones de las CCOO, Nicolás Sartorius, Salce Elvira, Antonio Gutiérrez, Agustín Moreno. Miles de ciudadanos y ciudadanas acudieron a su última cita con Marcelino.

Han pasado cinco años. Así que pasen cinco años, dijo Federico García Lorca, presintiendo el drama que se cernía sobre España. Han pasado cinco duros años más de crisis económica y de recortes laborales y sociales. Han pasado dos Huelgas Generales más y miles de manifestaciones y luchas por el empleo y los derechos.

Cinco años que han hastiado y hartado a España y a los españoles. Que han puesto en cuestión la política y las formas de hacer política. El despotismo de los poderosos y la injusticia insoportable de las desigualdades. La corrupción instalada en la economía y en el gobierno de los asuntos públicos. Cinco años que han desvelado la desnudez con la que todo un país caminaba sin intuir que el castillo de naipes tenía los días contados.

Marcelino pasó por nuestra España intentando desbrozar cada día los caminos para hacerlos transitables para la mayoría, para quienes viven honradamente de su trabajo. Se relacionó con mucha gente, no toda buena, imagino, pero supo siempre preservarsu honestidad personal. Se equivocó, imagino también,nunca afirmó lo contrario, porque era humano entre los humanos, tal vez el más humano de entre nosotros, pero siempre hizo lo que creía que había que hacer, con convicción y ansia de justicia. Y esa forma de ser sindicalista y ciudadano le granjeó un respeto general y generalizado.

Si algo le define, aún más que su famoso, Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar, que constituye toda una declaración de intenciones para toda la clase trabajadora y que nos ha ayudado en tantos momentos duros, creo que es aquello que nos contó Josefina en laPuerta de Alcalá, las últimas palabras de su esposo, Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante. Unas palabras que revelan la voluntad indomable de un hombre que confesaba haber luchado.

De este Acto conmemorativo del 5º aniversario de la muerte de Marcelino quiero retener, por último, unas palabras de su hijo Marcel, La clase obrera pone orden en la dispersión de la izquierda. De nuevo, toda una declaración de intenciones y un despliegue de voluntad de ser, de existir y de hacer que el mundo funcione mejor cada día para quienes más lo necesitan. Y otra frase del Secretario General de las CCOO, Ignacio Fernández Toxo, Marcelino buscaba siempre a los mejores y se rodeaba de ellos.

Porque, así que han pasado cinco años, de eso se trata para nosotros, la clase obrera, de volver a levantarse, de poner orden en la dispersión y las fracturas generadas por todas las crisis que habitan en esta crisis y por buscar a los mejores, rodearse de ellos y salir a mejorar las vidas y los trabajos. De eso trataba la vida de Marcelino y la cita que con él tenemos cada día. Hacerlo como si Marcelino nos viera.

Así que pasen cinco años, Marcelino