jueves. 28.03.2024
carl

Carl Fredricksen parece ser un experto en temas de movilidad. De hecho, es capaz de solventar cualquier problema de desplazamiento por muy enrevesado que se le presente éste. Así, Fredricksen resuelve problemas derivados de la falta de fondos para emprender un viaje mítico que le ponga rumbo a las Cataratas Paraíso a golpe de hinchador de globos o los achaques de la ancianidad con el ronroneo del motor de una silla salvaescalera como la mostrada en el ejemplo. Por lo tanto, noquea todos los obstáculos que amenacen con inmovilizarlo.

Pero ¿quién es Carl Fredricksen? Seguro que el bagaje cinematográfico de sus hijos le puede echar un cable a la hora de resolver este acertijo, pues para ir para arriba, “Up” como dice el título de esta película, sólo es preciso soltar amarras y acomodarse en el sofá del salón.

Así, al protagonista de este filme de los estudios Pixar, que se hizo acreedora de dos Óscar en 2009, podemos verlo surcando los cielos a bordo de su casa a la que aúpan cientos de globos o subiendo a la planta superior de su vivienda con una silla salvaescaleras. Lo cierto es que de estos dos grandes ingenios que nos ayudan a superar obstáculos, sabemos que el salvaescaleras funciona a las mil maravillas. Mientras que el primero, el método de amarrar la vivienda a unos globos y salir volando con viento a favor, no ha sido contrastado todavía.

Desde luego, las plataformas salvaescaleras se están imponiendo en la animación infantil y ya no resulta chirriante ver a algún personaje de estas historias deslizarse escaleras arriba o escaleras abajo encaramados a estos inventos que nos permiten meter en cintura a los achaques de movilidad.

De este modo, podemos asistir a las idas y venidas de la bisabuela del pequeño Zoe, una cebra de cinco años dispuesta a crecer al amparo de la sabiduría de las tres generaciones que conviven en su hogar: la bisabuela, los abuelos y sus padres. Por lo tanto, ¿qué importa que Nana, la bisabuela, ya no sea capaz de subir las escaleras? Pues ahí tenemos las sillas salva escaleras, incluidas sabiamente en esta serie de dibujos infantil, dispuestas a brindar una ayudita a la anciana cebra. De este modo, podemos considerar el invento de las sillas salvaescaleras como un heraldo de nuestra longevidad, porque si empiezan a abundar ello significará que nuestro DNI envejece adecuadamente.

De hecho, uno de los primeros que incluyó en la receta de su historia estas particulares sillas fue el director Joe Dante en 1984 en su película "Los Gremlins". No en vano, la irrupción de este invento en el desarrollo del argumento no pasó inadvertido y muchos espectadores con infancias ochenteras guardan en la retina el esprint de una anciana, alter ego en faldas del señor Scrooge de Charles Dickens, a bordo de su silla salvaescalera de cuyos mandos, para su desgracia, se han apoderado los traviesos gremlins. ¿Atisbaba ya el señor Dante que la silla salvaescalera iba camino de convertirse en una nueva inquilina del star system?

Quizás, ¿verdad? Sin embargo, si tiramos de hemeroteca, descubrimos que el pionero en darle un “papel” en una película a una silla salvaescaleras y confiar en su incipiente talento cinematográfico fue Billy Wilder en 1958 en su película “Testigo de cargo”. En ella un abogado algo orondo y con una salud en ruinas recurre a este sistema a fin de no ajetrear demasiado a su corazón con las subidas y bajadas al piso superior. Resulta evidente que tal filme no fue concebido para un público infantil, pues la temática es judicial y de cierto suspense, pero quizás sentó los cimientos de un nuevo género; el de los protagonistas que arrastran problemas de salud o ya entrados en años y que, sin embargo, tienen una historia trepidante que contar al espectador.

En ese caso, que no cese la lluvia de historias trepidantes con sillas salvaescaleras en la ecuación argumental, pues parece que a esta nueva actriz se la rifan los directores de cine. Sí, parece que ha nacido una estrella.

¿Ha nacido una estrella llamada silla salvaescaleras?