viernes. 29.03.2024

La victoria de la #MareaBlanca frente al Gobierno del PP de Madrid es un motivo de alegría y esperanza que desborda las fronteras de su Comunidad. Lo más importante es la defensa de la Sanidad Pública frente las políticas de privatización. Pero, además, nos ofrece algunas lecciones que vale la pena destacar.

En unos momentos en que la derecha impone su hegemonía ideológica con la pretendida desaparición de fronteras entre derecha e izquierda, la #MareaBlanca nos ayuda a combatir esta idea. La derecha no distingue entre derechos y bienes de consumo y nos propone un modelo de sociedad en que la economía de mercado es la gran reguladora de las relaciones sociales. Todo, incluso los derechos esenciales, como la salud o la educación, son susceptibles de regirse por las leyes del mercado. Para la izquierda la distinción debería ser clara, aunque no siempre la izquierda gobernante lo recuerde. Hay derechos esenciales que no pueden estar sometidos a las leyes del mercado, sino que deben ser garantizados por los poderes públicos para que la igualdad sea efectiva y la democracia no sea papel mojado. La salud no es un bien de consumo, es un derecho humano esencial. Por eso es importante la batalla para evitar que se niegue a los inmigrantes el acceso a la sanidad pública .

La crisis está siendo utilizada como excusa para imponer contrarreformas en el modelo de sociedad que, en condiciones democráticas de normalidad, la ciudadanía no aceptaría. Y en el marco de estas contrarreformas, se generan oportunidades de negocio en sectores empresariales que podríamos llamar "capitalismo concesional". Es uno de los dramas del modelo económico español, también catalán, la existencia de un "concubinato" permanente de un capitalismo poco eficiente que vive de sus relaciones con las élites políticas gobernantes, a las que alimenta de recursos. Esta es la explicación de la ineficiente adscripción de recursos públicos a proyectos sin ningún interés social, pero que aportan al capitalismo concesional grandes beneficios. No es un fenómeno sólo español, pero, en nuestro caso, la descentralización política del poder ofrece más oportunidades de negocio y de comportamiento caciquil. Con la crisis, ha caído la principal fuente de negocio de este modelo de capitalismo parásito, las inversiones públicas en infraestructuras, lo que ha provocado un proceso de diversificación por parte de estos sectores empresariales y al mismo tiempo políticas públicas orientadas a garantizarles nuevos negocios. Ha cambiado el sector en el que actúan, no la cultura de capitalismo concesional y parásito.

La más evidente de las enseñanzas es la de la utilidad de la lucha unitaria, a nivel profesional, social, judicial y político. Rajoy y el PP basan buena parte de su régimen absolutista en generar sentimientos de culpa, miedo y resignación. En este sentido, la victoria de la #MareaBlanca debería suponer un punto de inflexión. La esperanza que genera la lucha ha ganado frente la resignación en que se fundamenta el poder absolutista.

Estas reflexiones son universales, pero los catalanes deberíamos ver si la batalla contra la privatización de la sanidad madrileña no nos deja algunas lecciones especialmente útiles para la sociedad catalana.

En Cataluña, desde siempre pero especialmente en los últimos años, se ha generado un imaginario que casi hace desaparecer la existencia de la derecha catalana. Frente a la derecha salvaje del PP , la derecha que disimula de CiU -en palabras de Joan Herrera-. Disimula tan bien que, gracias al control de los medios de comunicación, ha conseguido hacer olvidar que leyes básicas como la Reforma Laboral, la de Estabilidad Fiscal -base de los recortes- y otros han sido votadas por CiU. Y disimula tan bien que hace olvidar a los catalanes los intentos de privatización de servicios sanitarios. O que la convivencia en un mismo hospital de la red pública de listas de espera diferenciadas entre sector público y sector privado es una forma de privatización del derecho a la salud, más sofisticada, pero igualmente injusta socialmente. Lo mismo podríamos decir de la educación. La defensa del modelo lingüístico catalán no debería hacer olvidar que, en muchos aspectos, la política educativa de la Consellera Rigau está en plena consonancia con la Ley Wert. Es cierto que disimula mejor y camufla esta identificación con la legítima y necesaria defensa del modelo lingüístico de la escuela catalana.

A la ciudadanía de Cataluña, la victoria de la #MareaBlanca de Madrid nos ofrece la posibilidad de parar un momento y pensar si no tenemos que cambiar algunas cosas. Necesitamos urgentemente que la batalla por el derecho a decidir, por el derecho a más autogobierno, no pueda ser utilizada por la derecha que disimula y por que le dan apoyo para imponer cambios sociales que, en condiciones de normalidad, la sociedad catalana no aceptaría.

Para ello es clave abandonar algunas ideas instaladas en Cataluña. "Ahora tenemos que luchar por los derechos nacionales, de los derechos sociales y ya nos preocuparemos cuando seamos independientes". O "denunciar determinadas actuaciones del Gobierno de CiU es hacer el juego a nuestros enemigos". O "no queda más remedio que recortar y privatizar, no tenemos margen, hasta que ...". La lista es tan larga como peligrosa.

Que el Gobierno de CiU y los que lo apoyan quieran disimular, es lógico, que la ciudadanía catalana decida de manera gregaria mirar hacia otro lado, no es buen síntoma de madurez democrática y tiene muchos riesgos. Habrá que agradecer a la #MareaBlanca de Madrid toda su lucha. Decidir si queremos aprender o no de sus lecciones, es responsabilidad nuestra.

Las enseñanzas de la #MareaBlanca