sábado. 20.04.2024
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El uso racional de las tecnologías digitales puede ser sumamente valioso y resultaría poco sensato desconocer las ventajas y posibilidades que nos brinda

Por Sheila Sánchez | El uso de ordenadores, tablets, smartphones y otros dispositivos ha promovido nuevas prácticas de ocio y ha transformado el cuándo, el cómo y el con quién se realizan esas actividades. Esta realidad viene siendo objeto de estudio y, generalmente, ha generado preocupación por el uso no controlado o patológico que puede alcanzar estos dispositivos, así como por sus impactos negativos en la salud mental. Elementos como la inmediatez, la búsqueda incesante del entretenimiento y la necesidad imperiosa de conexión con los demás, vienen configurando un modelo de ocio digital cada vez más extendido. A su vez, este escenario refleja un temor generalizado a la desconexión, el aburrimiento y la soledad.

Por otra parte, existen también investigaciones que resaltan las aportaciones del ocio a la calidad de vida y la salud mental; sin embargo, estas temáticas se han mantenido relegadas dentro de los Estudios de Ocio. Sin lugar a dudas, el uso racional de las tecnologías digitales puede ser sumamente valioso y resultaría poco sensato desconocer las ventajas y posibilidades que nos brinda. Respecto a la accesibilidad y la facilidad de uso, las herramientas tecnológicas contribuyen a la democratización de ciertas prácticas de ocio, así como al acceso a una cantidad ingente de recursos. Por otra parte, desde el punto de vista médico, cada vez más, las tecnologías digitales forman parte de los procesos de diagnóstico, intervención y rehabilitación de ciertas condiciones de salud o enfermedades.

Una mirada global nos arrojaría que, por ejemplo, la penetración de dispositivos como los smartphones está por encima del 75% en todas las regiones del planeta, o que en 2015 el número de dispositivos móviles a nivel mundial superaba el número de habitantes, según un estudio de Ditrendia de 2016. Como ya se ha comentado, entre los usos más comunes de los dispositivos móviles se encuentra el ocio, si bien existen preferencias diferentes según el tipo de actividad. Por otra parte, y de forma paralela, trastornos mentales como la depresión tienen cada vez mayor prevalencia en nuestra sociedad. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas, cifra que ha aumentado en más de un 18% entre los años 2005 y 2015 y cuya carga mundial sigue en aumento. En este contexto, la OMS ha dedicado su campaña anual por el Día Mundial de la Salud a concienciar sobre esta enfermedad.

Trastornos como la depresión afectan las capacidades cognitivas y producen anhedonia -severa dificultad para disfrutar de las cosas que habitualmente dan placer-. Es por ello que los protocolos más completos para el tratamiento de la depresión incluyen la práctica de actividades de ocio por períodos de una a dos horas diarias. La consecución y el mantenimiento de relaciones interpersonales activas en el plano físico es el estándar ideal en estos casos. Sin embargo, existen diversas situaciones en las que es difícil o imposible conseguirlo, debido a las distancias geográficas con los familiares o por falta de tiempo. En este punto, las herramientas tecnológicas pueden ser un paracaídas de emergencia para muchas personas, en tanto atenúan su aislamiento. Es por ello que el ocio digital, entendido como aquel que se experimenta y disfruta a través de dispositivos electrónicos, puede tener un rol especialmente relevante en el tratamiento de personas en estas condiciones.

De acuerdo a un estudio cualitativo desarrollado entre Ostelea School of Tourism and Hospitality y la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, Colombia, respecto a la relación entre ocio digital y recuperación funcional de personas con depresión, éste concluyó que: 1) El ocio digital gana espacio entre las preferencias –incluso entre los adultos y adultos mayores-; 2) El ocio digital –al igual que el analógico- contribuye a la remisión de los síntomas y fomenta los afectos positivos; y 3) Características como la sincronicidad y la interactividad del ocio digital juegan un rol clave para reducir la distancia geográfica, la falta de una red de apoyo o sus limitaciones por falta de tiempo. Además, esta investigación recomienda profundizar en el estudio del rol del ocio digital en la salud mental, prestando especial atención a aquellos grupos de personas que por el contexto en el que han vivido, el ocio no ha formado parte de su experiencia vital. En estos casos, será necesario, además, la educación en ocio y su estimulación.


Sheila Sánchez | Investigadora y profesora de Ostelea School of Tourism and Hospitality y Fredy J. Sánchez Pérez, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia

Ocio digital y depresión: conectando escenas de la vida cotidiana