miércoles. 24.04.2024
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Pasear al aire libre es casi un deporte de riesgo: la posibilidad de contraer la enfermedad de Lyme en un entorno natural es mayor cada vez por el crecimiento de la población de garrapatas, las responsables de transmitir esta enfermedad. ¿Las causas? El cambio climático está detrás de esta alarma pero el origen lo encontramos en Estados Unidos. 

En el año 1975 una pequeña ciudad americana quedó señalada para siempre dando su nombre a una enfermedad, Lyme. Lejos de tener connotaciones negativas, lo que nos recuerda es que gracias a esa ciudad se describió una patología que no se había definido hasta la fecha, la enfermedad de Lyme. Los investigadores repararon en que un número inusual de niños padecían artritis reumatoide y entre ellos se daban circunstancias comunes como la actividad al aire libre, en zonas boscosas, o haber presentado erupciones en la piel, de forma previa a que aparecieran los síntomas de artritis. 

En la actualidad, unas 300.000 personas – según datos oficiales - contraen cada año la enfermedad en Estados Unidos y también son cada vez más quienes la contraen en Europa (la realidad es que hay muchos más casos y creciendo exponencialmente). Los expertos sostienen que el cambio climático está detrás de la proliferación de la población de garrapatas: los inviernos más suaves y la prolongación de las épocas cálidas, hacen que estos artrópodos estén activos durante más tiempo al año. Además, están cambiando los movimientos migratorios de las aves, que se adelantan, transportando hacia el norte a las garrapatas consigo. Por otra parte, en realidad ahora sabemos que cualquier insecto, si está infectado por borrelia, puede trasmitir la enfermedad. 

En septiembre de 2018 el Parlamento Europeo alertó sobre el peligro de la enfermedad de Lyme y pidió un consenso para unificar los criterios de diagnóstico  y tratamiento de la enfermedad, así como del seguimiento epidemiológico. Se calcula que en Europa, 22 de cada 100.000 personas contraen la enfermedad, pero los datos no se toman por igual en todas las regiones, tampoco en España.

¿Por qué la enfermedad de Lyme es tan controvertida y peligrosa? 

La enfermedad de Lyme es una patología infecciosa que transmiten las garrapatas al introducir en el torrente sanguíneo una bacteria, la Borrelia burgdorferi. El comportamiento de esta bacteria no es uniforme en todos los casos, al menos no lo son los síntomas. Lo que sí es cierto es que es una enfermedad muy agresiva y en cuanto empieza a afectar al organismo, se extiende por el sistema osteoarticular y el sistema nervioso, con consecuencias muy graves. Así lo advierte el Doctor Mariano Bueno, especialista en la enfermedad de Lyme y director médico de la clínica Biosalud “los efectos del Lyme en el organismo pueden ser irreparables si no llegamos a tiempo”.

Una de las mayores dificultades está en el diagnóstico. Ya que en muchísimas ocasiones, la sintomatología se confunde con la de múltiples enfermedades. Artritis reumatoide, fatiga crónica o fibromialgia, son algunas de las enfermedades por las que reciben tratamiento los pacientes cuando realmente se trata de la Enfermedad de Lyme.

Esto fue lo que le sucedió a la cantante estadounidense, Avril Lavigne, que fue diagnosticada de una fatiga crónica y estuvo al borde de la muerte porque no recibió un tratamiento adecuado a tiempo. Ella misma lo contó en una carta a sus fans: “Acepté la muerte”. 

Es por este motivo que a la enfermedad de Lyme se la conoce como la “gran imitadora” porque sus síntomas pueden coincidir con los de la Esclerosis Múltiple, el Lupus, la Fatiga Crónica, Parkinson, Alzheimer, Autismo o la Fibromialgia. Cualquier enfermedad autoinmune o degenerativa puede tratarse en realidad de un Lyme crónico, especialmente las que no están respondiendo bien a los tratamientos prescritos. Como la mayoría de los pacientes no recuerdan haber sido picados por una garrapata, no se relacionan los síntomas con el Lyme, aunque la picadura no es la única forma de transmisión; la madre afectada puede transmitir el Lyme al feto durante el embarazo, afectando en algunos casos a varias generaciones en la misma familia.

El comportamiento de la enfermedad de Lyme 

Si nos pica una garrapata ¿qué debemos hacer? Lo primero, extraerla correctamente  con unas pinzas, asegurándonos de que ninguna parte queda dentro. Nunca debe quitarse una garrapata con los dedos, ni usando aceite, alcohol, gasolina u otras sustancias ya que estos métodos pueden aumentar el riesgo de infección. Sin embargo, es muy probable que nunca veamos a la garrapata que nos ha picado, ya que suelen alojarse en las zonas más húmedas del cuerpo como las ingles, las axilas, el cuello o la parte de atrás de las rodillas, e incluso en la cabeza. 

La detección precoz es fundamental, ya que si se diagnostica a tiempo, seremos capaces con el tratamiento adecuado prescrito por un especialista, de evitar la progresión de la enfermedad y además su cronicidad en un futuro. Como explica el doctor Bueno “El diagnóstico precoz en la fase aguda es sencillo, porque se reconoce la lesión cutánea, pero lo importante y realmente dificultoso es diagnosticar el Lyme crónico”.  El primer síntoma y más característico de la picadura es el enrojecimiento de la piel, una señal en forma de círculo o de diana que aparece en la piel durante unos días. Este enrojecimiento tampoco aparece en todos los casos, así que es un síntoma que no siempre servirá de guía para todas las personas. 

En las fases iniciales, unos síntomas similares a los de la gripe pueden aparecer días después de la picadura. Esta es la primera etapa de la enfermedad de Lyme, pero no todas las personas infectadas viven este proceso. 

A veces la aparición de los primeros síntomas puede retrasarse varias semanas o varios meses después de la infección. En esta fase ya aparece el dolor de las articulaciones, la fatiga, las palpitaciones cardíacas o la miocarditis, o los primeros síntomas neurológicos como la parálisis facial o la niebla mental. 

Pero lo realmente preocupante es cuando la enfermedad ya ha avanzado y el paciente presenta lo que conocemos como Lyme crónico. Este puede aparecer años después si no se trató el Lyme de manera temprana, e incluso si se trató. Cuando la bacteria Borrelia burgdorferi ya se ha expandido por todo el organismo, la enfermedad es multisistémica y muy incapacitante: afecta al al aparato locomotor y al sistema nervioso, presentando problemas de memoria, fatiga extrema, palpitaciones, sensaciones extrañar, dolores que van y vienen…su gravedad puede ser irreparable. 

Lamentablemente, pese a los efectos tan terribles que tiene el Lyme crónico todavía hay controversia sobre su tratamiento. El dr. Bueno, que lleva años tratando pacientes con esta patología, lo tiene claro “el Lyme crónico existe, se diagnostica y se puede tratar de una forma eficaz. Para eso es muy necesario un enfoque basado en la Medicina Integrativa, con la combinación de varios antibióticos, plantas con acción antiinfecciosa, hipertermia corporal, ozono, etc… Es posible en muchos casos devolver a estos pacientes su vida antes de la enfermedad, incluso tras años de padecerla, si se tienen los medios adecuados”.

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