jueves. 18.04.2024
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La simple lectura de la historia nos muestra que en todo conflicto, las problemáticas alimentarias aparecen agravadas o al principio o al final pero que desgraciadamente todavía se mantienen

El 16 de Octubre de 1945 Naciones Unidas (UN) creó una de las primeras instituciones en su organización, sobre agricultura y alimentación (FAO), ya que el hambre y la malnutrición eran uno de los retos más graves después de la 2ª Guerra Mundial. Han pasado 73 años y la problemática sigue. Desde entonces, se han realizado muchos avances, pero el crecimiento de la población, los conflictos armados, las desigualdades, y los desastres naturales, entre otros, han motivado que el problema continúe.

Según un reciente estudio coordinado por los diferentes organismos de UN implicados en el tema, en los últimos tres años el hambre ha crecido consecutivamente, cifrándose aproximadamente en un 11%  (821M) de la población en situación de hambruna y en un 13% (1900M) la población que se encuentra con  sobrepeso y obesidad. Dos hechos, aparentemente contradictorios pero de los que pueden encontrarse factores comunes.

El Día Mundial de la Alimentación instaurado en 1979, bajo la presidencia de Jaime Lamo de Espinosa, pretende concienciar al mundo de este complejo problema. El lema fijado para este año es “Hambre cero para el 2030 es posible”, alineado con el objetivo 2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la propia UN.

La complejidad de este tema fue debatido en una, de las múltiples actividades desarrolladas en todo el mundo este día, en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona, en un acto organizado por la propia Universidad y la Fundación Triptolemos. Intervinieron cuatro profesores que lideran proyectos que representan distintos puntos de esta complejidad: la Disponibilidad y como lograrla en un entorno de sostenibilidad, la Economía que debe dar soporte no solo a las estructuras productivas sino también a la capacidad económica del ciudadano, las Políticas sobre la producción y la calidad y finalmente, y no menor, el conocimiento y el comportamiento  social y cultural frente a la alimentación. UNESCO ha otorgado a la Fundación Triptolemos la Cátedra (con sede en la UNED): “Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible: Producción Global de Alimentos y Seguridad” para que desarrolle y dé soporte a esta visión de sistema complejo que desarrolla la Fundación.

Esta complejidad originó un vivo y constructivo debate entre ponentes y asistentes. La Tierra tiene sus límites y el concepto de sostenibilidad debe ser afrontado equilibrada y responsablemente entre todas las áreas de actividad humana que intervienen y la solución final, no será adecuada si el sistema alimentario no funciona equilibradamente entre todas ellas. No es una hipótesis, la simple lectura de la historia nos muestra que en todo conflicto, las problemáticas alimentarias aparecen agravadas o al principio (revoluciones sociales...) o al final (hambrunas post-guerra...) pero que desgraciadamente todavía se mantienen.

Siguiendo con el acto, quedó claro que solo la aplicación racional y responsable del conocimiento científico puede ayudar a resolver el problema, y esto es importante porque estamos viviendo en un alud de noticias falsas sobre alimentos, su seguridad y dietas. La Universidad debe constituirse en guardián de la ciencia y dejar oír su voz. Pero el ciudadano debe conocerla y entenderla, la formación es otro de los vectores fundamentales. Pero una formación no solo destinada a la nutrición, sino también en lo que es el alimento, su historia y su escasez global que lleve a una responsabilidad en el malbaratamiento (estimado globalmente en un 30%).

La sostenibilidad global del planeta se consigue por la aportación de las sostenibilidades de varios sistemas de actividad humana que se relacionan: la demografía, el medio ambiente, la energía, el transporte....y el sistema alimentario. Y cada uno de ellos debe conseguir sus objetivos. Lo que debe evitarse es que el sistema alimentario, que aporta la energía de la vida, etapa imprescindible para cualquier otra actividad, sacrifique parte de su disponibilidad en alimentos en ayudar a la sostenibilidad de otro sistema si no ha conseguido aún plenamente sus objetivos propios de sostenibilidad, por los que  hay que luchar con convicción y entusiasmo.

Estas son algunas reflexiones de concienciación que tuvieron lugar en el acto sobre el Día de la Alimentación celebrado en la Universidad de Barcelona.

Día mundial de la alimentación: ¿hemos resuelto el problema?