viernes. 29.03.2024
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Mostrar violencia contra otro ser humano es un comportamiento inaceptable y que guía a más agresión. La agresión verbal o física a otro ser humano no reduce el deseo de agredir, lo estimula

Cuando era adolescente iba con mi abuelo al campo del Betis a ver los partidos de La Liga. Aunque mi sitio estaba en preferencia -una buena zona alejada de los supporsters- veía que muchas personas insultaban a los jugadores y entrenadores de su propio equipo, a los del equipo rival y al árbitro.

En algunas personas estos insultos eran graves y constantes. Algo curioso es que algunos no insultaban a los futbolistas solo porque jugasen mal; criticaban rasgos físicos o incluso le llamaban “maricones” por llevar el pelo teñido. Recuerdo que un aficionado se obsesionó con Cañizares -exportero del Valencia- diciéndole “maricón que te tiñes el pelo” durante todo un partido.

También recuerdo que varias veces el árbitro tenía que bajar a los vestuarios acompañado de la policía, quien llevaba grandes escudos que paraban los objetos que la grada tiraba. 

Los adultos decían que la gente va al campo a desahogarse, que todo lo que no podían hacer en casa lo hacían allí y lo descargaban contra los árbitros. Esto en el mundo científico se conoce como catarsis. Pero, ¿Realmente tiene un efecto de liberación de la violencia?

¿Cómo funciona la catarsis en el deporte?

El efecto catártico representa una liberación de la frustración que hace a uno sentirse mejor. Es una purga del odio y la frustración asociados a no ser capaz de lograr un objetivo. Por ejemplo, golpear un saco de boxeo u otro objeto inanimado puede servir como catarsis.

Muchas personas creen que ir al partido del domingo a gritar e insultar a jugadores y entrenadores es algo catártico porque ayudara a desahogarse y librarse del estrés semanal. La idea es que es mejor que lo hagan así que causando conflictos graves de otras formas.

El comportamiento positivo en los niños se dará cuando son expuestos a modelos de rol positivos

La hipótesis de la frustración-agresión se ha propuesto para explicar los comportamientos agresivos de los humanos, manteniendo que la agresión es causada por la frustración de no poder lograr ciertas metas. Sin embargo, aunque a veces la frustración lleva a la agresión, no puede afirmarse que existe una causa directa.

En el libro “Aretism: An Ancient Sports Philosophy for the Modern Sports World”, los filósofos deportivos Mark Holowchak y Heatcher Reid apuntan “la investigación actual indica que la exposición a la violencia o agresiones no guía a la catarsis, sino a más agresión”. Esto significa que se debería reconsiderar la devoción a acudir a los estadios deportivos a gritar e insultar.

Mostrar violencia contra otro ser humano es un comportamiento inaceptable y que guía a más agresión. La agresión verbal o física a otro ser humano no reduce el deseo de agredir, lo estimula.

Por otra parte, es importante diferenciar entre acudir a un estadio a desahogarse y practicar deporte. Un buen entrenador debe inculcar a los chicos valores que les sirvan para la vida y para el deporte: disciplina, cooperación, perseverancia, coraje, trabajo en equipo…

Los investigadores Gelfand y Hartmann en 1982 encontraron que la participación en juegos competitivos aumentaba los niveles de agresión, independientemente de los resultados.

Además, Bloom y Smith (1996) encontraron que los espectadores se vuelven más agresivos al observar los partidos. Notaron que la violencia en el hockey provoca más violencia en los espectadores.

¿Por qué es tan importante castigar la violencia y agresividad en el fútbol u otros deportes?

La teoría del aprendizaje social mantiene que la agresión es un comportamiento aprendido a través del modelado y refuerzo. Es decir, la participación en el deporte, ya sea como espectador o como participante, puede enseñar a ser agresivo y maleducado, pero también podría enseñar valores positivos para la sociedad. El problema es que si un niño observa que los adultos que le rodean son violentos, modelará ese comportamiento y aprenderá a ser violento.

En 2002 los investigadores Guivernau y Duda entrevistaron a 194 jugadores de fútbol con una media de 19 años de edad. Encontraron que independientemente del género, los jugadores comentaban que eran más agresivos si pensaban que sus entrenadores apoyaban esos comportamientos.

Por tanto, puede afirmarse que la participación en deportes como espectador o participante puede enseñar deportividad y razonamiento moral si se proveen líderes -padres y otros espectadores- de calidad.

El comportamiento positivo en los niños se dará cuando son expuestos a modelos de rol positivos. Al contrario, el comportamiento agresivo y poca deportividad incrementará cuando no haya buen liderazgo, especialmente en deportes altamente competitivos.

¿Qué se tiene que hacer entonces con la violencia en los campos de fútbol?

A continuación te dejo algunas preguntas que me surgen escribiendo este artículo. Al reflexionar sobre ellas, piensa que la violencia que muestran estos adultos agresivos está promoviendo la agresividad en los niños.

-¿Qué se debe hacer con espectadores que insultan o muestran otras formas de agresividad? ¿Debería ser perseguido y castigado por los equipos de fútbol?

-¿Debería ser un delito castigado por la ley mostrar agresividad?

-Si se tiene en cuenta que los jugadores son modelos a seguir para los niños, ¿Se deberían poner castigos severos cuando muestren agresividad?

-¿Quién es el responsable? ¿Las empresas -equipos de fútbol- y el estado que lo permiten o los individuos que muestran la agresividad?

¿Es bueno desahogarse con insultos en los campos de fútbol?