sábado. 20.04.2024

Hablemos de las elecciones, pero hablemos de las personas que han votado, de la movilización electoral que hemos vivido en las redes y en nuestra vida cotidiana y que en Barcelona se ha plasmado en casi 8 puntos más de participación. Hablemos de cómo la política ha avanzado frente a la antipolítica y al apoliticismo, hablemos sobre como debe seguir avanzando.

Contemos los votos, valoremos su representatividad partidista, pero no olvidemos que son producto de una movilización electoral y que esta es la continuidad de una movilización anterior en la que la política se ha impregnado de los diferentes conflictos sociales y los protagonistas de las reivindicaciones sociales han comprendido, o ha avanzado en la comprensión, de la necesidad de conseguir soluciones políticas, conquistar las instituciones.

Conviene recordar que la huelga de la basura en Madrid, Gamonal, Coca Cola, la marea blanca, los desahucios evitados y otras muchas pequeñas batallas ganadas…  han sido victorias parciales que han demostrado la debilidad de los gobiernos del PP, que han permitido acumular fuerzas y avanzar políticamente. Esta es la verdadera confluencia que ha impulsado a la victoria a fuerzas políticas que han sabido traducirla en candidaturas unitarias.  Y esta es la confluencia que hay que consolidar, estimular y desarrollar, no sólo de cara a las elecciones generales sino a medio y largo plazo.

La fuerza de la estrategia neoliberal ha radicado en su capacidad de imponer el pensamiento único y apropiarse indirectamente de las instituciones, pero su eficacia ha sido facilitada por la desmovilización, o insuficiente movilización, social. Esto ha cambiado, está cambiando y aún ha de cambiar más si queremos transformaciones democráticas radicales, las que demanda una situación configurada por un modelo económico destructivo, una situación social de emergencia y la degradación de las instituciones. Sólo desde posiciones de  izquierda alternativa es posible actuar en los tres frentes: económico, social y político contra el actual poder absolutista y depredador del capitalismo.

Ahora bien la izquierda alternativa sin movilización social, sin organizaciones y movimientos sociales, no puede pasar de ser un Pepillo Grillo con más o menos gracia y credibilidad pero incapaz de modificar la realidad. De la misma forma sin la movilización social de los últimos años las experiencias unitarias municipales seguramente tampoco habrían sido posibles.

Izquierda unida o izquierda para la unidad

Desde esta perspectiva la crisis de Izquierda Unida es dolorosamente paradójica porque se da precisamente cuando la movilización, que debe ser su alimento, está en auge. Lo que indica que su problema no radica sólo en la agresividad intrusiva de Podemos, que la ha habido, ni en el ninguneo instrumentalizado de los medios, que también ha existido, o en la lógica enemistad del poder económico, sino en su  desfase respecto al proceso de movilización. Desfase que no se ha dado en la participación, todo lo contrario, sino en la capacidad de encabezar la confluencia político social sin perder su personalidad. Es decir ser útil y necesario para el cambio y de aparecer como tal, cosa que no se consigue, sino todo lo contrario, cuando transmites dinámicas endogámicas de enfrentamientos y quedas fuera de la dinámica unitaria. Parece como si se hubiera debatido entre diluirse como satélite de Podemos o resistir en solitario. Un falso dilema porque la experiencia ha demostrado por una parte que Podemos no puede capitalizar, no digo que no lo intente,  las experiencias unitarias serias y trabajadas y por otra que estas han recibido el voto del sector social que quiere representar Izquierda Unida. Pero Izquierda Unida es mucho más que su ensimismamiento, su cerrazón y sus trifulcas internas,  es una organización con fuerte implicación en el mundo del trabajo, con clara referencia clasista y posicionamiento de izquierdas y que tiene el bagaje de su experiencia, incluso la negativa.  Una Izquierda Unida abierta, que potencie su propia pluralidad es muy necesaria para engrandecer la confluencia de lo político y lo social y para que nuestra izquierda alternativa siga el camino de Syriza.

La unidad fruto de la movilización social