sábado. 20.04.2024
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Naturalmente el abandono de la política, en caso de producirse, no sólo no tendría quebranto de moneda sino la generosa hospitalidad de las llamadas puertas giratorias en agradecimiento de los suculentos servicios prestados

Aunque Artur Mas figura en cuarto lugar en la lista llamada Junts pel Sí –conjunto de personalidades de la más variada procedencia, de los más contradictorios puntos de vista y de simulaciones diversas- está llamado, en el caso de ganar los comicios catalanes, a ser nuevamente el President de la Generalitat.  sta novedad (figurar en cuarto lugar y ser el candidato a tan relevante puesto) podría ser comparable a una brújula con un extraño imán que apuntara al nord noroeste y se nos dijera que donde realmente señala es al norte. Dicho con palabras suaves: esto es una ficción.

Pues bien, Artur Mas ha vuelto a plantear que si no gana los futuros comicios abandonará la política. La interpretación de estas palabras podrían ir como un llamamiento -«a mí, la legión»- para que no se despiste nadie a la hora de votar. En ese sentido, no sería exagerado afirmar que el carácter «plebiscitario», que nuestro hombre y sus hologramas atribuyen a las elecciones sea realmente un plebiscito a su persona, a la de Artur Mas, toda una enseñanza que recibió de su mentor, Jordi Pujol. De casta le viene al galgo al ser rabilargo, como se decía antaño. Ahora, con los recortes se ha quedado en “de casta le viene al galgo”.

Ahora bien, podemos aventurar otra hipótesis sobre la, real o imaginaria, retirada del Galgo en caso de no triunfar: el berrinche de haber perdido y, en consecuencia, la aspereza de estar en el frío de la oposición. O, lo que es lo mismo, un acceso mayúsculo de irritabilidad por lo desagradecida que se ha mostrado mayoritariamente la sociedad catalana.

Naturalmente el abandono de la política, en caso de producirse, no sólo no tendría quebranto de moneda sino la generosa hospitalidad de las llamadas puertas giratorias en agradecimiento de los suculentos servicios prestados y en la confianza de los que vendrán. Entonces, lejos del mundanal ruido de la política, nuestro hombre de vez en cuando pensaría –en caso de leer a Goethe, cosa poco probable--  en lo desagradecida que es la gente que se le ha opuesto. Sabiendo que dicho personal le ha respondido como Fausto a Mefistófeles: «Quieres que te agradezca que me estorbas».

"Si pierdo, me retiro de la política"