sábado. 20.04.2024
DIPUTADO REGIONAL DE IZQUIERDA UNIDA

El error de los programas económicos de la izquierda

El sistema capitalista mundial siembra la ilusión de la existencia de políticas económicas nacionales, cuando en realidad esas políticas no son más que diversas facetas de una práctica económica plenamente internacionalizada.

El escenario pos-crisis que vivimos conduce a una gigantesca reestructuración cuyo resultado desembocará, de no evitarlo, en un proceso de sustitución de ramas industriales motrices del desarrollo económico de nuestro país por otras ya plenamente internacionalizadas

El sistema capitalista mundial siembra la ilusión de la existencia de políticas económicas nacionales, cuando en realidad esas políticas no son más que diversas facetas –nacionales- de una práctica económica plenamente internacionalizada, que tiene en las empresas transnacionales su agente principal. Analizar la organización del sistema productivo para comprender su dinámica a escala mundial pasa a ser una prioridad política.

Intentar tomar la economía nacional en sí misma es hacer imposible la comprensión sobre la naturaleza del Estado y las clases sociales en el mundo contemporáneo, lo que conduce a afirmar que sólo se puede comprender la economía nacional a partir de la economía internacional.

El escenario pos-crisis que vivimos conduce a una gigantesca reestructuración cuyo resultado desembocará, de no evitarlo, en un proceso de sustitución de ramas industriales motrices del desarrollo económico de nuestro país por otras ya plenamente internacionalizadas.

Este proceso de reestructuración, ya en marcha desde la década de los ochenta del siglo pasado, no se llevará a cabo sobre la fabricación de productos individuales donde la acción del estado pueda lograr elevar su contenido tecnológico y hacerlo más competitivo, columna vertebral del discurso industrial de la izquierda en las últimas décadas.

El escenario económico en el que estamos está marcado por la plena sustitución del concepto de mercancía y de la empresa individual, por el del “conjunto mercancía” y la rama industrial, en torno a procesos económicos marcados por tres dinámicas:

En primer lugar, en la fabricación de “conjuntos mercancías” las relaciones entre el ámbito productivo y el ámbito comercial ya no se desenvuelven en un espacio nacional, sino internacional.

Se impone la necesidad de un viraje y que la izquierda vuelva a hacer del proceso de trabajo el verdadero corazón de la economía y de su alternativa

Es segundo lugar, la producción en torno “conjuntos mercancías” y no como producto individual conlleva la homologación internacional de sistemas tecnológicos y procesos de organización del trabajo, que chocan de pleno con el carácter, hasta ahora nacional, de la regulación de las relaciones laborales y del despliegue de políticas tecnológicas e industriales basadas en el territorio.

En tercer y último lugar, esta fragmentación del proceso productivo y la consiguiente fragmentación del proceso de trabajo, no encuentran su marco de coherencia en espacio de acción del estado sino en el ámbito productivo de la filial.

Las tres dinámicas señaladas imposibilitan otro de los ámbitos donde los programas económicos de la izquierda centraban su acción. La relocalización final de la producción y la fragmentación del proceso de trabajo en torno a la estrategia económica de la transnacional, modifica a su vez la propia manifestación tradicional del comercio internacional, perdiendo importancia el comercio sobre la base del mercado final -ámbito tradicional de acción de los programas económicos de la izquierda-, frente al lugar estratégico del comercio intra-firma, como manifestación de la relación establecida entre las filiales y la casa matriz. Hecho éste de tal transcendencia, que sin él, no podríamos entender el TTIP

La modificación del actual marco económico hacia uno favorable al trabajo, por medio de la intensificación tecnológica de nuestras manufacturas y su mejor inserción en el comercio internacional, es ya un programa insuficiente o, incluso, de imposible realización. Se impone la necesidad de un viraje y que la izquierda vuelva a hacer del proceso de trabajo el verdadero corazón de la economía y de su alternativa.

Sin embargo en este ciclo electoral, en los discursos económicos predominantes en la izquierda se impone el error de pretender defender un cambio en el modelo distributivo sin promover un cambio de modelo productivo.

Es el momento de corregir el error y tomar la palaba a José Luis López Bulla cuando afirma, con razón, que es en los centros de trabajo donde está teniendo lugar “la gran transformación”.

El error de los programas económicos de la izquierda