jueves. 28.03.2024

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Resulta sorprendente la situación actual en la que se encuentra Cataluña. El choque de trenes entre el nacionalismo cerril y ultramontano españolista y el nacionalismo independentista catalán es ya casi inevitable.

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¿Cómo se ha llegado a esto?

Las privatizaciones desarrolladas por Mas son un escándalo, sirvan como ejemplos la privatización del agua en el área metropolitana de Barcelona o el intento de privatización de 14.000 viviendas sociales a fondos buitres o la propia financiación de su propio partido Convergencia

El nacionalismo español muy bien representado por el PP, nunca ha entendido la actual estructura autonómica del Estado fruto de la actual Constitución. Resulta curioso recordar como muchos dirigentes del PP actual votaron en contra de la Constitución, con Aznar a la cabeza, para hoy abrazarse a ella como la garantía de futuro.

El Partido Popular es un partido centralista, de ahí su contínua política de recentralización del poder. Nunca ha entendido el estado de las autonomías y menos al nacionalismo periférico (catalán y vasco). De nacionalismo solo entiende el suyo, el españolismo basado en mucha patria y banderas inmensas.

Siempre ha usado a los nacionalismos periféricos como arma política para la consecución de réditos electorales, tocando el visceralismo del ser humano, sin buscar un discurso coherente e inteligente de lo que debe ser una España integradora. Su España no tiene nada con la realidad de este país.

Podemos así entender mejor la política anticatalana llevada durante los últimos veinte años, con el boicot a productos catalanes, el ataque a la política lingüística, la actuación de la prensa conservadora (La Razón, ABC, el Mundo, el País), que son utilizados como arietes contra todo lo que suene a catalán o vasco.

El Partido Popular es el gran culpable de la situación actual que se vive en Cataluña. La actuación política de los populares pasará a los anales de nuestra historia por su torpeza y descaro electoral, que debería llevarlos a la oposición por muchos años.

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¿Qué está pasando en Cataluña?

El gran personaje político es Artur Mas, que como presidente de la Generalitat está encabezando el movimiento independentista. Debemos recordar, que tanto Convergencia y Mas se han destacado por su radicalismo neoliberal, dejando corto al entusiasta Rajoy en los recortes antisociales.

Estas políticas desarrolladas por Mas, han conseguido convertir a Cataluña en una de las regiones europeas más desiguales socialmente. Su control de los medios de comunicación públicos catalanes por parte de la Generalitat es difícilmente admisibles. Resulta sorprende que el Consejero de Sanidad sea el Presidente de la Patronal Sanitaria Privada y lo primero que aconseja cuando llega al cargo es, que los catalanes contraten seguros sanitarios a través de compañías de seguros.

Las privatizaciones desarrolladas por Mas son un escándalo, sirvan como ejemplos la privatización del agua en el área metropolitana de Barcelona o el intento de privatización de 14.000 viviendas sociales a fondos buitres o la propia financiación de su propio partido Convergencia. Un dato que resulta espelúznate, el índice de suicidios en Cataluña en los últimos cinco años ha crecido un 30%.

Envolverse en la bandera catalana para ocultar el negro legado que deja su gestión política, me parece una obscenidad.

Convergencia siempre se ha presentado como el representante de la burguesía catalana ¿Está esta por la independencia de Cataluña? A lo largo de la historia de los últimos ciento cincuenta años, se ha distinguido por procurar tener los bolsillos llenos y también por su pragmatismo político.

No tuvieron ningún problema para llamar al general Primo de Rivera para que les aplastara al movimiento obrero catalán. No tienen ningún pudor en apoyar todas las medidas más regresivas y antisociales, que propugna el PP en estos tiempos. En estos temas les da igual las banderas, los intereses de clase de ambas burguesías es lo que cuenta. La pela es siempre la pela.

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Uno no entiende que gente socialdemócrata como son los de Esquerra Republicana o el propio Romeva puedan ir en una misma lista con el partido de Mas, que ha masacrado todos los derechos sociales de los catalanes. Ya sé que dirán, que el único objetivo es la independencia. Pero ésta debe de servir, para que las personas mejoren sus derechos políticos, sociales y económicos y si algo tengo claro es que con Mas esto es imposible.

En un momento en que la concepción decimonónica del Estado-nación está perdiendo su sentido para transformarse en otros entes diferentes, no se entiende muy bien este planteamiento. Hoy para mí, el nacionalismo es un sentimiento muy profundo de querer a sus gentes y a su tierra. Entiendo muy bien a los hombres y mujeres catalanes que han sufrido y sufren el desprecio de un Estado, que en los distintos gobiernos pero sobre todo del Partido Popular, han atacado a todo lo que sepa a vasco o catalán.

Sin embargo, hay muchos españoles, que como yo, no se sienten representados por un gobierno inculto, insolidario y torpe, que dice representar a todos, pero que sólo representa al mundo ultramontano español.

El actual Felipe VI debería jugar un papel de concordia, en vez de alinearse con los que piensan que la ley es suficiente y debería recordar un poco de la historia de su familia y más en concreto la de Alfonso XIII, para no cometer la misma torpeza política que le supuso el exilio.

Es evidente, que hay problemas en la estructuración territorial del Estado, por lo cual se debe modificar cuanto antes la actual Constitución, en el sentido de que todos nos sintamos cómodos en ella, a pesar de nuestras diferencia y debe servir para enriquecernos a todos en vez de dividirnos.

Para muchos, que no vivimos en Cataluña, es muy importante que sigamos unidos porque unidos sumamos, nos enriquecemos mutuamente y deseamos que nos sigan dando ejemplo de capacidad de trabajo, de creatividad no solo a nivel industrial sino cultural y esa amplitud de mira con la que siempre se ha distinguido el pueblo catalán.

Yo deseo, que sigamos juntos con Cataluña, pues la separación sería un fracaso colectivo y esto no nos lo podemos permitir.

El torpe de Rajoy piensa, que con la inanición política y el respaldo de sus leyes, será suficiente para parar el movimiento independentista catalán. Se equivoca pues los sentimientos no se combaten con leyes, sino con diálogo político, comprensión, empatía y teniendo una visión de Estado amplia, generosa y dúctil. Está claro, que ni Rajoy ni el Partido Popular lo tienen, como lo demuestra el reciente nombramiento de García Albiol.

Esperemos, que haya pronto un cambio de gobierno, y éste haga del dialogo la base del entendimientos entre todos los que habitamos en este país. Es deseable que el Estado permita la consulta sobre el derecho a decidir pues es una demanda social en Cataluña.

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Los que amamos a Cataluña