viernes. 19.04.2024

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¿Es realmente importante crear relaciones positivas entre los miembros de un equipo para alcanzar el éxito deportivo? Si es así, ¿cómo podemos construir un clima de confianza y seguridad que permita una comunicación efectiva y nos lleve a alcanzar los mejores resultados?

Según Wikman, Stelter, Melzer, Hauge, & Elbe (2014) las relaciones personales positivas son clave para una buena comunicación y la calidad de la comunicación determina la calidad de los resultados de cualquier equipo, situación y proceso de enseñanza. No hay duda que la comunicación es esencial en cualquier organización, pero muy a menudo, según Schein (2014) “los ingredientes que suelen faltar en la mayoría de conversaciones son la curiosidad y la disposición para formular preguntas cuya respuesta aún no conocemos”.

Si observamos el momento en que las compañías aéreas y los equipos médicos se preocuparon por primera vez en analizar los accidentes más graves, se descubrió que muchos de ellos se debían a una mala comunicación entre el personal de cabina y de quirófano. En algunos casos dramáticos, la persona más veterana no prestó atención a otra menos experta que intentaba facilitar una información importante mientras ocurría un problema.

¿No es una situación similar a la que ocurre en el deporte? ¿Cuántas veces un deportista quiere expresar su opinión pero el entrenador no le da voz ni permite que le corrija?

Actualmente, la cultura deportiva predominante de “ganar a toda costa” se caracteriza por darle más importancia a la consecución de objetivos inmediatos y cortoplacistas que a forjar relaciones positivas. Esto provoca que los dirigentes, coordinadores y entrenadores deportivos se dediquen más a dar órdenes, instrucciones y en definitiva, a hablar, más que a escuchar y preguntar.

Hay dos errores muy comunes que cometemos muchos entrenadores y líderes deportivos:

  • Suponer en vez de preguntar. Existe una tendencia automática a creer que lo que pensamos y vemos es la “pura verdad”, sin darnos cuenta que no es más que una perspectiva de la realidad.
  • Dar consejos y sermones. ¿Cuántas veces has dado consejos y sermones sin saber a ciencia cierta que eran lo que realmente necesitaban escuchar tus deportistas? Cuando un entrenador habla, sólo repite lo que ya sabe ¿y si fuera capaz de escuchar más a menudo? ¿Aprendería quizás algo nuevo?

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Por tanto, el cambio hacia una nueva cultura deportiva empieza por establecer relaciones positivas basadas en la curiosidad y en el interés por la otra persona. Para tener éxito, los dirigentes, coordinadores y entrenadores deberían entrenarse para desarrollar un “liderazgo servicio”, que significa ser conscientes de las preocupaciones de los deportistas, sentir empatía hacia ellos y colaborar en el desarrollo de todo su potencial, poniendo sus necesidades por delante de las propias (Greenleaf, 2003).

¿Qué estrategias son útiles para forjar relaciones positivas en un equipo y así contribuir al éxito deportivo?

La humildad del entrenador. Todos sabemos lo que significa ser humilde, pero mostrarlo en la práctica no es nada fácil. Hay 3 estrategias que nos pueden servir: a) hablar menos; b) aprender a formular preguntas que demuestren un verdadero interés por tus deportistas; c) aprender a escuchar y a agradecer más las aportaciones de los demás.

Preguntar en vez de afirmar. Lo que preguntamos, cómo lo hacemos, dónde y cuándo tiene importancia, sin embargo, la esencia de una pregunta poderosa, depende de una actitud sincera de interés y curiosidad. Implica el deseo de forjar una relación de colaboración y ayuda mutua. Cuanta más curiosidad manifestemos por nuestros deportistas e intención de ayudarles, en lugar de permitir que nos dominen nuestras propias expectativas e ideas preconcebidas, más fácil será encontrar las preguntas adecuadas para cada momento.

Para comprobar si estamos desarrollando un liderazgo servicio, nos debemos preguntar si las personas a las que dirigimos; crecen y son más libres, autónomos, creativos y sienten la necesidad, por tanto, de servir a los demás también.

Si como entrenadores, nos “entrenamos a nosotros mismos” para desarrollar nuestras habilidades de escucha y comunicación, los deportistas se sentirán valorados y se mostrarán más dispuestos a comprometerse más allá del cumplimiento de las tareas del entrenamiento. Finalmente, se incrementarán los resultados positivos, no sólo en el deporte, sino en el impacto que tendrán en la sociedad deportistas que confían plenamente en su potencial.

¿Difícil? Empecemos por el primer paso: no juzgar antes de tiempo.

Referencias:

Schein, E. H. (2014). Preguntar con humildad: el sutil arte de pedir en lugar de exigir. Madrid: Ediciones Urano.

Greenleaf, R. K. (2003). The Servant-Leader Within: a Transformative Path. New York: Paulist Press.

Wikman, J. M., Stelter, R. R., Melzer, M. M., Hauge, M. T., & Elbe, A. M. (2014). Effects of goal setting on fear of failure in young elite athletes. International Journal of Sport & Exercise Psychology, 12(3), 185-205.

Artículo de Fede Carreres para el portal de recursos MVP SPORT

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