viernes. 19.04.2024

Normalmente la gente sale de los casinos terrestres con, como se suele decir vulgarmente, “la cabeza gacha”. Eso de “la banca gana” suele ser lo más habitual dentro de esas paredes que están llenas de mesas de juego, ruletas, tragaperras y demás maneras y formas de hacer que los jugadores pierdan su dinero de manera directamente proporcional al crecimiento de las cuentas bancarias de los propietarios y empresarios que dirigen el casino en cuestión.

Sin embargo, hay veces que ocurre todo lo contrario. Que un jugador con suerte o, en este caso, con fortuna y con un excelso conocimiento sobre el juego, consigue vencer al casino y llevarlo al punto de no poder pagar. Hay ocasiones en las que no gana la banca, gana el jugador, vence el que se sienta en frente del crupier y no el que está en su despacho con un vaso de un buen whisky escocés.

Esto es lo que sucedió en el casino de Crockfords, situado en Londres. Allí, el ganador de ocho brazaletes de las World Series of Poker (WSOP), Phil Ivey, decidió dejar por un día la competición oficial y, seguramente, con el dinero ganado en los campeonatos, aprovechó para pasar un buen rato con el baccarat.

Y tanto que fue bueno, este jugador de poker desplumó al casino. Ni más ni menos que 9 millones de euros le debe esta sala de juego al norteamericano. De los 9 millones ganados, el jugador había apostado anteriormente alrededor de uno, y eso es lo que ha recuperado hasta el momento Ivey, nada más, lo invertido. Veremos a ver en qué acaba todo esto, pero parece que le espera un largo camino que recorrer para poder acceder, finalmente, al dinero que, según él, ganó jugando limpiamente.

Cuando es el casino el que pierde