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NUEVATRIBUNA.ES - 11.2.2010

Transcurridas estas dos décadas, los sudafricanos han superado en buena parte las secuelas del 'apartheid' y han alcanzado niveles estimables de reconciliación interracial, pero siguen enfrentados a importantes problemas sociales y económicos, con un 25 por ciento de desempleo oficial, un 34 por ciento de pobres, una fuerte desigualdad con "tintes raciales", altos niveles de criminalidad y una de las incidencias de VIH/sida más altas del mundo. La crisis ha sido especialmente dura con Sudáfrica donde sólo en los nueve primeros meses de 2009 se perdieron un millón de puestos de trabajo. Por eso, este 11 de febrero, muchas miradas van a estar puestas no sólo en las celebraciones por el veinte aniversario de la liberación de Nelson Mandela, sino también en el discurso del estado de la nación que pronunciará el presidente, Jacob Zuma, en el Parlamento de Ciudad del Cabo.

Las referencias a la complicada situación por la que atraviesa el país han sido constantes en el acto que los líderes del Congreso Nacional Africano (CNA) han celebrado junto a la cárcel de Paarl. Zwelinzima Vavi, secretario general de la Confederación de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU), aliada del CNA, ha instado a los sudafricanos a "ir adelante con el legado de Nelson Mandela" y conseguir que "la economía trabaje para la mayoría" y acaben las desigualdades.

Pero sería injusto reducir el legado de Mandela a la violencia (cerca de 50 asesinatos diarios), el sida, el paro más los escándalos sexuales y las acusaciones de corrupción que pesan sobre el presidente Zuma, directamente designado por el líder anti-apartheid para que le sucediera. 'Madiba', un título honorífico otorgado a los ancianos de los Thembu y el nombre por el que se conoce a Mandela, dedicó toda su vida a la lucha contra el racismo.

La condena a cadena perpetua le fue impuesta por el delito de alta traición, acusado de preparar un levantamiento armado contra la población blanca. Fue uno de los primeros activistas negros que defendieron la resistencia armada contra el 'apartheid', lo cual derivó en 1961 en la creación del brazo armado del ANC, Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación). No obstante, 'Madiba' no dejó de recordar en todo momento que la lucha armada debía ser siempre "la última alternativa". De hecho, un acontecimiento que marcó su carrera política fue el asesinato, en 1993, de Chris Hani, líder del Partido Comunista Surafricano (SACP), a manos de un supremacionista de raza blanca. Si Mandela hubiera llamado a la insurrección, ésta habría sido imparable. Sin embargo, pidió calma a las enfervorecidas masas para lograr que su proyecto político pudiera culminar de forma pacífica el 27 de abril de 1994, al lograr la victoria en las primeras elecciones libres tras el fin de la segregación racial.

Mandela comparte el Premio Nobel de la Paz de 1993 con Frederik Willem de Klerk, el presidente que el 11 de febrero de 1990 dio la puntilla al régimen del 'apartheid' con la derogación de las leyes segregacionistas, la legalización del Congreso Nacional Africano (ANC), la promulgación de una nueva Constitución y la excarcelación de los presos políticos negros, entre ellos el propio Mandela.

En 1997, cedió el liderazgo del ANC a Thabo Mbeki, como primer paso para la transferencia del poder a una nueva generación de políticos supuestamente más preparada para afrontar los retos económicos del país. En junio de 1999, Mbeki se convirtió en presidente de Sudáfrica. Le sucedería Zuma, pero ni uno ni otro han sabido dar continuidad al legado de Mandela.

Desde que se retiró el primer plano de la política, Nelson Mandela ha dedicado su vida a luchar contra el sida --en 2005 perdió a su único hijo varón a causa de esta enfermedad--, a impulsar un grupo internacional de observadores formado por veteranas y prestigiosas figuras mundiales, incluidos varios premios Nobel de la Paz, como el ex presidente norteamericano Jimmy Carter o el obispo sudafricano Desmond Tutu, y a mostrar su apoyo expreso al líder del ANC y actual presidente del país, Jacob Zuma.

Sudáfrica post Mandela: la profunda brecha social sustituye al "apartheid"