jueves. 28.03.2024
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Manifestación pro Assad y Putin

La guerra en Siria nos deja otro verano atroz. La ciudad de Alepo, otrora capital industrial y cultural del país, se ha visto dolorosamente castigada, tras una inicial ofensiva de las fuerzas gubernamentales, con apoyo aéreo ruso, y el posterior contraataque de los 'rebeldes' (islamistas y pro-occidentales, por separado). El objetivo de los primeros era cortar las vías de suministros del sector oriental, controlado por la oposición. No lo han conseguido, al menos de forma completa y satisfactoria. Una vez más, se ha afianzado la idea de que no hay solución militar y que la prolongación de la guerra sólo está agravando el sufrimiento de la población, sin que se haya avanzado sustantivamente hacia el fin del conflicto (1). 

La tragedia de Alepo ha puesto de manifiesto también el pulso entre Washington y Moscú y sus dos modelos de intervención en la guerra de Siria. Las dos superpotencias de la guerra fría se han visto obligadas a revisar sus doctrinas y modus operandi, en función de las nuevas realidades geoestratégicas. Y el ajuste está resultando muy complicado (2).

Siria es uno de los capítulos más controvertidos de la política de acción exterior del Presidente Obama. Desde la fallida "línea roja" de las armas químicas, la Casa Blanca está intentando mantener un difícil equilibrio entre la destrucción del Daesh y la evitación de cualquier forma del salvamento del régimen de Damasco. La intervención efectiva de Rusia, de la que en pocos días se cumplirá un año, ha complicado los cálculos y actuaciones de los Estados Unidos, ya que, para evitar una escalada indeseable, debe llegar a un sistema de acuerdos con el Kremlin, militares, humanitarios, diplomáticos y políticos, que a veces pueden encajar difícilmente y perjudicar, a la postre, la estrategia general ante el conflicto.

Putin no está a salvo de esos problemas, pero parece haber evitado esa pesadilla que Obama predijo hace precisamente un año. La ventaja para el Kremlin es que carece de oposición interna inquietante, contrariamente a lo que le ocurre a Obama, que carece de apoyo, haga lo que haga, y más en esta irracional campaña electoral en la que estamos (3).

¿UN EJE RUSO-IRANÍ?

La utilización por la aviación rusa de una base en Irán para realizar operaciones de bombardeo aéreo de singular envergadura ha resultado una novedad de enorme interés. No es solamente que, por primera vez, la República Islámica asista a las fuerzas aéreas rusas en Siria, donde juegan en el mismo bando. Lo más trascendente es que nunca antes, ni el actual régimen islámico iraní, ni tampoco durante la Monarquía, Irán había puesto a disposición de una potencia extranjera una instalación militar para una acción de guerra. El Sha, un aliado sólido de Estados Unidos, no llegó a tanto, ni en los momentos más tensos de la guerra fría (4).

Los analistas se preguntan por el alcance de esta escalada en la cooperación militar ruso-iraní, aunque la mayoría de ellos se inclina por descartar el alarmismo. El Departamento de Estado se ha declarado "no sorprendido", pero admite que la administración no fué informada por el Kremlin de esta iniciativa. Lo que constituye una cierta paradoja, si se tiene en cuenta que hace semanas que rusos y norteamericanos están trabajando en un sistema de colaboración militar, para evitar una colisión por accidente o error.

Irán tiene su propia agenda en Siria, que es más vital y profunda aún que la rusa. Para los ayatollahs es fundamental que no haya un cambio de régimen en Damasco favorable a los intereses saudíes; ni siquiera occidentales. Assad es un aliado sólido y comparte con Irán la necesidad de mantener un eje chií, con el respaldo (o al menos, sin la hostilidad) de Irak, cuya estabilidad depende tanto de Teherán como de Washington.

Por cierto, que Irán no se ha limitado a visualizar esta colaboración militar con Rusia. También se ha reactivado su interés por participar en otras iniciativas regionales en Asia Central y en el Cáucaso, donde ha aflorado de nuevo la tensión entre Armenia y Azerbaiyán. Irán y Rusia no apoyan al mismo socio, pero comparten un interés: que el conflicto se mantenga bajo control (5). En un contexto más amplio, Irán se ha acercado también a China, que tiene intereses muy nítidos en la estabilidad y desarrollo de las estepas centroasiáticas (6).

Pero el principal aliciente que el régimen islámico iraní ha podido tener para servir esta ayuda operativa a la fuerza aérea rusa es de orden interno. Pese a que Irán está cumpliendo con las exigencias del acuerdo de desnuclearización, como acreditan distintas instancias internacionales de revisión y control, y ratifica también Washington, las sanciones no están desapareciendo tan rápido como Teherán desearía. Las autoridades norteamericanas se han empeñado en explicar a sus contrapartes iraníes que no todo depende del gobierno, es decir que las instituciones bancarias y las empresas son autónomas a la hora de tomar sus decisiones. Lo cual sólo es cierto a medias. El Congreso,  dominado por los republicanos, no ha dejado de amenazar con otra batería de sanciones (7). Por no hablar de la incertidumbre electoral. De ahí la creciente irritación en Teherán y las tensiones, nunca resueltas entre moderados y radicales (8).

Una alianza táctica de Teherán con Moscú puede servir de presión a Washington para que haga más esfuerzos en crear ese ambiente favorable para que el levantamiento de las sanciones sea una realidad y empiece a generar beneficios tangibles en la economía iraní. El momento de este acercamiento operativo entre Rusia e Irán es especialmente sensible, después del movimiento realizado por el Presidente turco Erdogan. Ankara, contrariamente a Moscú, defiende al bando contrario a Irán en Siria y es un aliado nominal de Estados Unidos y de Europa, pero el golpe de estado fallido ha alterado las percepciones -ya antes sometidas a tensión- de lealtad y coherencia entre unos y otros.

Rusia e Irán quieren acabar con el llamado Estado Islámico tanto como Estados Unidos. No tanto Turquía, o no a costa de reflotar definitivamente a Assad, algo que tampoco Washington desea, pero que puede aceptar de forma temporal. Por eso, los estrategas de la Casa Blanca no parecen alarmados con esta triangulación forzada. A día de hoy, resulta imposible una alineación sólida de estos tres países, más allá de cálculos tácticos, es decir, de bazas negociadoras para objetivos menos explícitos (9). Esa es la buena noticia.

La mala es que Washington no dispone de una mano ganadora para deshacer esa convergencia de intereses. Puede vivir con ella, si no pasa a mayores, pero retrasará y hará más complicada la resolución de la guerra siria, la eliminación del poder territorial del Daesh y, en general, la estabilización de la zona, al menos en los niveles anteriores a 2011.

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(1) "Aleppo: is the turnaround sustainable for the rebels? FABRICE BALANCHE. THE WASHINGTON INSTITUTE, 9 de agosto.
(2) "Why the U.S. Military can`t fix Syria". STEVE SIMON Y JONATHAN STEVENSON. NEW YORK TIMES, 13 de julio; "What to do whe containingu the syrian crisis has failed". MICHAEL O'HANLON. WASHINGTON POST, 1 de agosto.
(3) "Military success in Syria gives Putin upper hand in U.S. proxy war". NEW YORK TIMES, 6 de agosto; "Closng loopholes in the proposed Us-Russia agreement on Syria". ANDREWW J. TABLER. THE WASHINGTON INSTITUTE, 14 de julio.
(4) "In a first, Russia uses an Iran base for its syrian campaign". NEW YORK TIMES, 17 de agosto.
(5) "How Iran and Russia are wooing Azerbaiyan". ALEX VATANKA. FOREIGN AFFAIRS, 11 de agosto.
(6) "Iran's Shanghai Dream.The Perks and Pitfalls of Joining China's Security Club".KEVJN LIM. FOREIGN AFFAIS, 25 de Julio.
(7) "The Iran deal: Off to an encouraging start, but expected challenger". ROBERT EINHORN. CENTER FOR 21ST CENTURY SECURITY AND INTELLIGENCE (EN brooking.com, 13 de julio).
(8) "The JOPCA [acuerdo nuclear] and Iran's internal faction battles". THE WASHINGTON INSTITUTE, 12 de julio.
(9) "Russia and Turkey make nice. But will It last?. NICK ARNFORTH Y CHRIS MILLER. FOREIGN AFFAIRS, 11 de agosto.

Siria, como síntoma de las nuevas complicaciones geoestratégicas