jueves. 28.03.2024

Si hay algo que no cambia en Estados Unidos es la política exterior, indistintamente que estén los republicanos o los demócratas.

¿Es igual la política exterior de Bush y la de Obama? Es la misma en el fondo, lo que cambia son las formas. Sus objetivos son idénticos lo que se modifica es la graduación de las formas. Mientras que los republicanos usan más la fuerza y la unilateralidad, los demócratas (Clinton, Obama) cuidan más las formas y usan más la multilateralidad y el llamado poder blando, aunque tampoco les tiembla el pulso en aventuras militares, eso sí, siempre que sean países débiles y se usa como aviso y recordatorio a otros países de quién manda.

La política norteamericana en Oriente Medio. Se basa fundamentalmente en dos razones, por un lado el control de los recursos petroleros de la zona que significan el 30% de la producción mundial pero que tienen el 60% de las reservas del planeta. Por el otro lado, el papel geoestratégico de toda la zona que permite su dominio del mundo y ahí juega un papel primordial Israel.

Desde la época de Jimmy Carter, el petróleo es un bien vital para el funcionamiento del complejo militar-industrial norteamericano, por lo que se ha convertido en uno de los puntos fundamentales para entender su política exterior. Con la carencia creciente de petróleo que se va a dar en el mundo está política será más agresiva.

En este sentido, cabe entender la guerra de Iraq, que busca el dominio de sus riquezas para intentar contrarrestar la excesiva dependencia que se tiene de Arabia Saudí y de paso incidir y controlar el precio del petróleo.

Esta guerra ha costado más de 600.000 muertos, cuatro millones de desplazados internos y más de dos millones de exiliados. El aumento de la desnutrición infantil iraquí fue espectacular. La pobreza ha llegado al 45% de su población y el 80% carece de un bien tan importante como es el agua potable. El costo de esta guerra ronda más de los tres billones de dólares para las arcas norteamericanas. Este desastre económico y humano se ha hecho en nombre de la democracia y en la defensa de los derechos humanos, pero nunca por el petróleo. ¡Cabe mayor desfachatez!

Además esta guerra ha intentado apuntalar al dólar como moneda internacional. Se entiende porqué se ataca a aquellos países que la cuestionan en sus transacciones económicas, como fue el Iraq de Sadam Hussein, Irán, la Venezuela de Chávez o actualmente Gadaffi en Libia. Además intenta dar confianza a los países (China, Japón, Corea del Sur…) para que sigan comprando deuda norteamericana que financia sus tremendos déficits gemelos.

En Afganistán, la situación norteamericana es crítica. Este país se encuentra en el centro de países tan importantes como China, India, Rusia, Pakistán e Irán. Alberga grandes reservas de petróleo, gas, hierro y cobre. Se ha convertido en el principal exportador mundial de droga con la complicidad de la CIA. Además juega un papel de control de las inmensas riquezas petrolíferas y gasistas de las repúblicas centroasiáticas y se necesita su territorio como lugar de paso obligado para la salida de las mismas.

Esta guerra acabará con la salida norteamericana de la zona, pues tiene numerosos enemigos en la misma, donde la conferencia de Sanghai está creando un poderoso contrapoder en toda la zona central de Asia, rechazando a intrusos como los norteamericanos y a la OTAN. En esta parte del mundo estamos asistiendo al debilitamiento hegemónico de los Estados Unidos y el surgimiento de otros poderosos poderes mundiales.

Obama se equivoca con la ampliación del conflicto afgano a Pakistán y está suponiendo una situación muy peligrosa y descontrolada. El sentimiento antiamericano crece en un país que es de los más poblados del mundo y que además posee armas nucleares. Lentamente China y Rusia conjuntamente se van introduciendo por medio de un poder blando, frente a los continuos atropellos norteamericanos a su integridad nacional y a su independencia.

Irán resulta emblemático, siendo uno de los países más vilipendiados por los norteamericanos y sionistas, pero cada vez les va a resultar más difícil intervenir militarmente en él y el efecto del poder blando se está demostrando ineficaz.

Obama ha intentado disminuir el odio que toda esta zona tiene hacia los Estados Unidos, por todas actuaciones militares que ha desarrollado, por su apoyo a las dictaduras árabes junto al descarado apoyo a Israel en el conflicto palestino. Su discurso en la universidad de El Cairo (Egipto) iba en esa dirección. Obama es un presidente de buenas palabras pero que sigue autorizando masacres, lo que provoca que este odio no desciende sino que aumente.

El otro aspecto distintivo de Obama es su multilateralismo y para ello involucra a los países de la OTAN y busca el apoyo en la ONU, para que así no se vea a Estados Unidos como opresor, sino como el garante de la democracia y la seguridad internacional en base al derecho de la ONU.

El conflicto palestino-israelí. Toda la política norteamericana de Obama en Oriente Medio gira en torno a Israel, con el que mantiene una política de defensa absoluta y nunca ha permitido ni permitirá que sea cuestionado como Estado. Estados Unidos bloquea sistemáticamente cualquier asunto de Israel en la ONU.

El holocausto judío de la II Guerra Mundial es utilizado para acallar las atrocidades que realiza contra el pueblo palestino. La ideología que domina en Israel es el sionismo, que es una ideología colonizadora.

Israel nunca actúa sin la autorización de los Estados Unidos y ya vemos como los actuales dirigentes judíos caracterizados por su extremismo ideológico, han ridiculizado a Obama cuando ha planteado alguna concesión al mundo palestino. El papel de Israel es la de intimidar al mundo árabe para que refuercen su colaboración con la opresión al mundo palestino, destacando en este sentido el papel que juegan Egipto y Jordania.

El papel de Obama en el conflicto israelí-palestino sigue como no podía esperarse de otra forma, los parámetros tradicionales, es decir, dejar pudrir el problema a costa de los palestinos.

Hasta hace veinte años la presencia en África era mínima, pues se ha considerado como un área de dominación europea. Sin embargo, el papel europeo es cada vez menor, salvo en el caso de Francia.

Un nuevo actor ha entrado en acción en África y este es China, que se está extendiendo rápidamente por todo su territorio con su poder económico y obteniendo a cambio grandes recursos petrolíferos, mineros. China da créditos y realiza inversiones evitando un endeudamiento excesivo de los países africanos y asegura contrapartidas en construcción e infraestructuras a cambio de materias primas. Su comercio con los africanos se ha multiplicado por diez, en tan sólo una década y además no ha puesto en duda ningún régimen de los existentes en África. Con esta política cuestiona el poder y las formas occidentales de dominación.

Para hacer frente a esta nueva situación, Bush creó, en 2007, el comando AFRICOM, que Obama ha consolidado y ya ha realizado actuaciones en el Sahel, Libia, Sudán, Somalia… El objetivo de Obama es la defensa de las compañías multinacionales norteamericanas en el saqueo de los recursos petrolíferos y minerales del continente y así hacer frente al expansionismo chino y cubrir el lugar que han dejado los europeos.

América latina. El llamado “patio trasero”, según la doctrina Monroe hace que muchos de estos países están cuestionando su presencia hegemónica. Frente a la chulería de Bush ha aparecido la diplomacia de buenos modales de Obama. Sin embargo durante el mandato de Obama los gastos bélicos destinados a América latina han crecido en un 47%. Se ha vuelto a reactivar la IV flota, sus instalaciones militares por todo el continente controlan todos sus recursos minerales, petrolíferos y de agua. En este sentido, Colombia juega un papel fundamental, desde donde hostigar a países como Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador…

Dos problemas le han surgido a Obama, además de los países antiimperialistas de la zona, ha aparecido Brasil como potencia regional única y por el otro lado, al igual que sucede en África, la presencia de China con su poder económico hace cuestionar más que nunca el poder norteamericano en la zona

Obama sigue pues con la tradicional política de dominación imperialista. Como vemos, los norteamericanos tienen dos formas de realizar su política exterior, por un lado con la brutalidad y desdén de Bush o por el otro lado con la cortesía de Obama. No olvidemos que el imperialismo de Bush es el mismo imperialismo que Obama.

Obama y la geoestrategia norteamericana