jueves. 25.04.2024

La inusual iniciativa diplomática sólo se adopta cuando el problema es serio

El Foreign Office británico convocó este miércoles, 29 de febrero, al encargado de negocios de la embajada argentina, Osvaldo Mársico, para expresarle su rechazo a las últimas medidas de boicot contra empresas del Reino Unido, adoptadas por el gobierno de Cristina Fernández. La inusual iniciativa diplomática (que solo se adopta cuando el problema es serio), se produjo después de que la ministra argentina de Industria, Débora Giorgi, se reuniera con un grupo de veinte empresarios, nacionales y extranjeros, a los que pidió que no importen productos e insumos de Gran Bretaña y privilegien los vínculos comerciales “con las naciones que respetan la integridad territorial y los reclamos soberanos” de Argentina

El comunicado oficial británico demuestra que el asunto preocupa en Londres: “hemos dejado claro que estas acciones contra actividades comerciales legítimas eran un asunto de preocupación, no solo para el Reino Unido, sino también para la Unión Europea, y que esperamos que la UE exprese preocupaciones similares a las autoridades argentinas”.

La reunión de la ministra argentina con los empresarios se produjo después de que al menos dos cruceros que habían hecho escala en Malvinas, fueran impedidos de atracar en la ciudad argentina de Ushuaia. El Sindicato de Obreros Marítimos (SOMU) también viene adoptando medidas que dificultan las operaciones de carga y descarga de cargueros británicos en puertos argentinos.

Steve Field, portavoz del primer ministro británico, David Cameron, lamentó que Argentina “continúe con su política de confrontación en lugar de cooperación”, y sostuvo que estas medidas de boicot serían contraproducentes para Argentina, en lo que parece una velada alusión a posibles represalias. Gran Bretaña es el sexto inversor extranjero en Argentina, con 2.000 millones de dólares en inversiones directas en los últimos tres años. El comercio bilateral alcanzó en el 2011 la cifra ce 1.444 millones de dólares, con un ligero superávit de Argentina, 115,3 millones de dólares.

Las exportaciones argentinas a Gran Bretaña son, fundamentalmente, materias primas. Mientras que los británicos venden a los argentinos productos químicos, farmacéuticos y autopartes. Es decir que Argentina tiene más difícil sustituir estas importaciones.

La cancillería argentina aprovechó la referencia del comunicado británico a la Unión Europea para felicitarse por el hecho de que Londres recurra a sus socios europeos en la cuestión. Aunque es evidente que lo que se desprende del comunicado de Londres es otra cosa, Argentina aprovecha para celebrar que, “finalmente, hayan recurrido a un foro para buscar una solución diplomática a la cuestión de Malvinas”. Y propone que la UE y la UNASUR analicen la cuestión e inviten a las partes a negociar.

Pero en esto puede haber un cálculo erróneo por parte de Argentina, como lo hubo en la propia guerra cuando creyó que los EE.UU. apoyarían a los argentinos. El portavoz de la Comisión Europea para el Comercio, John Clancy, dijo que la Unión Europea iniciará “procedimientos diplomáticos apropiados con el fin de aclarar las preocupaciones comerciales legítimas” (de Gran Bretaña).

Desde la declaración de la presidente de Argentina, Cristina Fernández, denunciando a los británicos de estar militarizando el Atlántico Sur, la retórica ha venido subiendo de tono, sobre todo por parte de Argentina. Pero la medida más grave fue obra de los británicos. El gobernador de Malvinas, Nigel Haywood, anunció la creación unilateral de un Area de Protección Marítima de un millón de kilómetros cuadrados en torno a las Islas Georgias y Sandwich del Sur, situadas a unos mil kilómetros de Malvinas. Y en aguas cuya soberanía reclama Argentina.

La iniciativa se presenta como una medida destinada a proteger la biodiversidad de las aguas, pero entra en conflicto con Argentina. A pesar de que una medida de esta naturaleza debería ser aplaudida por organizaciones ambientalistas, Ruth Davis, consejera política de Greenpeace en el Reino Unido, señaló que “la creación de reservas marinas debe ser un paso hacia la paz, no hacia el conflicto”.

Este nuevo foco de tensión se produce a poco más de un mes del 30 aniversario del comienzo de la guerra. Se inició el 2 de abril de 1982, con el desembarco argentino en las islas y duró 74 días, con un saldo de 649 argentinos y 255 británicos muertos. La guerra provocó el colapso de la dictadura militar argentina y el fortalecimiento del gobierno conservador británico, encabezado por Margaret Thatcher.

Nueva escalada por Malvinas