viernes. 29.03.2024

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Religiosos extremistas judíos y neonazis alemanes, dos grupos sociales tan opuestos como pueda imaginarse, han acudido a los mismos instrumentos para manifestar sus sentimientos de intolerancia y odio: el incendio de hogares habitados por personas de otra raza o creencia

La Historia arroja a veces paradójicas coincidencias. Religiosos extremistas judíos y neonazis alemanes, dos grupos sociales tan opuestos como pueda imaginarse, han acudido a los mismos instrumentos para manifestar sus sentimientos de intolerancia y odio: el incendio de hogares habitados por personas de otra raza o creencia.

EL EXTREMISMO RELIGIOSO JUDÍO

Israel vive estos días bajo la conmoción del horrible atentado contra una humilde casa de una familia palestina a la que prendieron fuego, con sus moradores dentro, unos desconocidos que dejaron señales de su identidad religiosa judía extremista. Como resultado del acto criminal, murió abrasado un bebé de 18 meses, otro niño de cuatro años se recupera con gran sufrimiento de sus heridos y la madre lucha entre la vida y la muerte. El hecho tuvo lugar en Duma, en la Cisjordania ocupada por Israel.

Las agresiones a los palestinos han ido en aumento. Responden a una campaña denominada "precio a pagar". Pura represalia contra el derecho a rebelarse. Se han interceptado manuales de cómo elaborar explosivos caseros, redactados por extremistas.

El atentado de Duma ha sido tan espantoso que el gobierno israelí se apresuró a considerarlo como un "acto terrorista", término que suele reservar casi exclusivamente a las acciones cometidas por las distintas facciones militantes palestinas. Se trata de un paso importante, ya que no sólo tiene consecuencias políticas, sino especialmente jurídicas. Las autoridades han permitido que a los sospechosos de estar relacionados con éste u otros atentados similares se les apliquen las medidas de presión policial y administrativas más estrictas, hasta ahora sólo sufridas por los palestinos.

El atentado ha tenido un impacto aún mayor al coincidir con una serie de atentados homófobos protagonizados también por sectores extremistas religiosos judíos. La manifestación del Día Mundial del Orgullo Gay, el pasado mes de julio, concluyó con el apuñalamiento de seis de sus participantes (una de ellas, fallecida), en la ciudad de Tel Aviv, la más abierta y cosmopolita del Estado de Israel.

Las voces críticas, en la oposición política y social, consideran que el gobierno se ha sentido presionado por una repulsa creciente y el riesgo de un empeoramiento de la ya de por si deteriorada imagen de Israel entre sus propios países aliados o amigos. Sea como fuere, los servicios de inteligencia israelíes parecen haberse decidido a encontrar y apresar a los responsables de estos atentados y la no menos importante de prevenir ulteriores sobresaltos.

La medida más notable hasta ahora ha sido la detención de dos extremistas. Uno de ellos representa un símbolo o estandarte de estos grupos intolerantes. Se trata de Meir Ettinger, nieto de Meir Kahane, un histórico líder de los grupos terroristas judíos anti-arabes, que fue asesinado en Nueva York en 1990.  El abogado de Ettinger ha asegurado ruidosamente que su cliente es inocente y que su persecución policial es un espectáculo orquestado por el Estado para aparentar que hace algo, ante las presiones sociales y políticas.

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Ettinger acredita un intenso historial de actividades violentas anti-palestinas. Es un activo participante en el movimiento más radical de los colonos que se oponen incluso a la ultra permisiva política de asentamiento del actual gobierno derechista israelí.  Toda su familia milita activamente en este sector intransigente, que desafía continuamente los mínimos límites oficiales en relación con la política de colonización. Ettinger, de aspecto y modales suaves, es un consumado extremista y un ideólogo del odio. Hace poco se confesó "alentado" por el incendio de la Iglesia de Galilea donde la Biblia sitúa el milagro de los panes y los peces.

A pesar del reciente endurecimiento del discurso oficial, el crecimiento de estos grupos, pero sobre todo su impunidad, es debido en gran parte a la laxitud con la que el gobierno y las instituciones policiales, militares y judiciales han venido actuando durante años. El 85% de las denuncias palestinas por ataques de colonos fanáticos judíos acaban en nada, según la ONG israelí Yesh Din.

Más aún, la sociedad israelí, cada vez más polarizada y propensa a respaldar políticas intolerantes y extremistas, debido al estancamiento del proceso de paz y lo que perciben como radicalización del movimiento palestino, se ha mostrado evasivo ante el fenómeno extremista. Estos días, el ensayista Edgar Keret denunciaba valientemente la tibieza con que la ciudadanía israelí convivía con estas expresiones de odio. Reprochaba a los medios que inflaran el número de asistentes a la manifestación convocada para condenar los últimos atentados (1).

Ciertamente, Israel se desliza cada vez más hacia posiciones intransigentes y contrarias a la reconciliación y la paz con los palestinos. Los movimientos progresistas que gozaron de gran vigor incluso después del ciclo de guerras contra los enemigos árabes, se han ido debilitando durante la agudización del conflicto con los palestinos, desde la primera Intifada, en los años ochenta, hasta el actual estancamiento del dudoso proceso de paz o la permanente amenaza de operaciones militares en Gaza.

EL MALESTAR ALEMÁN

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En Alemania, el movimiento neonazi, aunque muy residual y estrechamente sometido a control, se está aprovechando del inquietante incremento de la intolerancia frente al fenómeno de la inmigración. La xenofobia adquiere, por lo general unos modos carentes de manifestaciones violentas, como el que representa el movimiento Pégida, o en su dimensión más política, el partido Alternativa por Alemania, que ha conseguido captar al 10 por ciento del electorado germano.

A pesar de que no haya motivos sólidos para caer en el alarmismo, en lo que va de año la policía alemana registró 173 ataques de contenido de racista contra centros de acogida de inmigrantes y demandantes de asilo, una cifra tres veces superior a la del año anterior. Es decir, un ataque por día. La mayor parte de estas acciones terroristas se han producido en territorio de la antigua RDA, donde anidaron grupos de extrema derecha tras el hundimiento del régimen comunista. Los grupos neonazis han firmado muchas de estas acciones criminales.

Los políticos alemanes, como los israelíes, afrontan el fenómeno de la violencia racista con disgusto, malestar o incomodidad. Pero no todos con la misma intensidad. Los dos grandes partidos, CDU y SPD se esfuerzan por sintonizar sus mensajes de condena. Sin embargo, la rama bávara de los democristianos, la Unión Social Cristiana, acompaña su discurso de repulsa con otro de oposición al "abusivo sistema de asilo".


(1) "Does Israelies still about Justicie?". NEW YORK TIMES, 3 de agosto.

(2) DER SPIEGEL, 24 de Julio.

Neonazis y judíos: Paradójicas simetrías del odio