jueves. 28.03.2024

En cambio, en la cumbre del G-20 de este año es probable que afloren nuevas tensiones entre los líderes europeos por la crisis de la eurozona y se sumen a las viejas diferencias entre las economías en desarrollo y las ricas.

Solo México, que es el anfitrión de la cumbre, deslizó la posibilidad de progresos importantes en los problemas que acosan a la economía mundial, a diferencia del sentimiento de urgencia generalizado que hubo en los últimos años.

Con el foco puesto en la crisis europea, varios responsables del G-20 no ven muchas posibilidades de avanzar en temas como el de prevenir el tipo de problemas bancarios que desencadenaron la crisis financiera o el de dar mayor voz a potencias emergentes como China en el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El viernes estalló una rara pelea entre Alemania y Francia, que tradicionalmente mantienen un frente unido por ser los países más poderosos de la zona euro, aunque el sábado se informó de que sus máximos responsables, Angela Merkel y François Hollande, habían mantenido una conversación telefónica.

La canciller alemana, Angela Merkel, criticó el rendimiento económico de Francia, un golpe al presidente François Hollande, que busca poner más énfasis en el crecimiento económico que en la austeridad fiscal.

"De alguna manera lo superaremos", dijo un importante asesor del G-20. "Pero es un desastre, la cumbre no logrará nada".

Los líderes comenzarán las reuniones de dos días en Los Cabos, en el Pacífico mexicano, apenas horas después de que se conozcan los resultados de las elecciones del domingo en Grecia, que a fin de cuentas pueden determinar si el país se queda dentro de la unión monetaria.

Los representantes europeos estarán bajo presión para ver si pueden lograr que una eventual salida de Grecia no amenace a otras economías más grandes del bloque, como España e Italia. También se espera que muestren que pueden avanzar en los problemas fundamentales que siguen afectando al euro.

"Estamos decididos a mostrarle al mundo que el euro y el proyecto europeo son irreversibles", dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en un comunicado.

La Unión Europea celebrará su propia cumbre de líderes a finales de mes con el objetivo de discutir un calendario de reformas potencialmente radicales que podrían crear una unión fiscal en Europa.

"Esperemos que logren un calendario en su cumbre del 28 y el 29 de junio y que muestren una línea de acción en Los Cabos para dar a los mercados sensación de seguridad", dijo otro cargo no europeo del G-20, que pidió no ser identificado.

Los inversores hicieron subir los rendimientos de la deuda de España e Italia esta semana, ante el miedo de que los legisladores no logren adelantarse a la crisis.

Un poco de calma volvió más tarde con las noticias de que los bancos centrales estaban listos para inyectar liquidez si las elecciones griegas desatan un caos en los mercados.

Nadie espera un milagro de la cumbre en Los Cabos

"El G-20 es muy irrelevante para los problemas de hoy, es (...) muy diverso, y francamente, Europa debería ser capaz de resolver sus propios problemas", dijo el economista jefe de Unicredit, Erik Nielsen.

Dependiendo del grado de agitación que desaten los resultados de las elecciones de Grecia, las naciones desarrolladas podrían convocar a una reunión de emergencia de los ministros de Finanzas del G-7 el lunes o martes en Los Cabos, dijo una fuente del G-20.

Al margen de la cumbre, el presidente estadounidense, Barack Obama, tiene planeado reunirse con el mandatario ruso, Vladimir Putin, para hablar en persona por primera vez desde su reelección, con las recriminaciones sobre el creciente conflicto de Siria como telón de fondo.

Impulso perdido

Desde las primeras cumbres del G-20 en 2008 y 2009, cuando el grupo logró reunir 1.000 millones de dólares para rescatar a la economía mundial de la crisis crediticia, el bloque ha perdido impulso.

Estados Unidos ha presionado a Europa para que el viejo continente haga más a fin de incentivar el crecimiento. Europa contraatacó diciendo que la austeridad era esencial para recuperar la confianza.

Con las economías a ambos lados del Atlántico en recesión o atascadas en un lento crecimiento, las potencias emergentes como Brasil y China también han sentido los efectos. Pero Washington no cejará en su vieja demanda de que China permita que su moneda se revalorice, lo que limitaría la superioridad de las exportaciones chinas.

"El G-20 buscará mantener el impulso en el balanceo de la demanda, que es crítico para un crecimiento general más fuerte", dijo el viernes a reporteros Lael Brainard, subsecretaria del Tesoro estadounidense para asuntos internacionales.

"La clave para lograrlo es, por supuesto, entre otras cosas que China y otras economías emergentes con superávit tomen medidas fiscales para apoyar el consumo doméstico así como permitir que las tasas de cambio reflejen las fuerzas del mercado", dijo.

Los miembros del G-20 discutirán cuánto avanzaron en la promesa de 2010 de reducir a la mitad sus déficit presupuestarios para 2013.

Pero mientras las preocupaciones sobre la economía global crecen, es probable que se presione a Alemania para que dé el brazo a torcer en su dura posición fiscal y se centre más en el crecimiento.

Los líderes del G-20 crearán un plan de acción de crecimiento y trabajos similares al acordado en la última cumbre en Cannes hace seis meses, que también estuvo dominada por los problemas en la zona euro.

Países como Brasil, Rusia y China están listos para comprometerse a aumentar los recursos del FMI contra la crisis. A pesar del empeoramiento de la situación, se espera que las municiones del organismo se mantengan en el nivel acordado previamente de 430.000 millones de dólares.

Los líderes del G-20 se reúnen a la sombra de la crisis