viernes. 29.03.2024

Era junio de 1959, es decir, hace más de medio siglo. Pero los argentinos aún recuerdan aquél discurso del capitán-ingeniero, Álvaro Alsogaray, ministro de economía de Arturo Frondizi, cuando dejó para la historia esa advertencia: “Hay que pasar el invierno”. Alsogaray, funcionario de varios gobiernos -incluyendo dictaduras militares-, y gran promotor del liberalismo en Argentina, lanzó esta consigna en un momento en que el país se enfrentaba a muy serias dificultades económicas, con un 130 % de inflación y un descenso del 6,4 % del PIB.

La incertidumbre y las trabas para la compra de dólares presionan sobre el precio de la divisa. Es más, hay una fuga de dólares: aunque el gobierno lo niega, el año pasado salieron 22.000 millones

 

La situación actual dista mucho de ser siquiera parecida, pero empiezan a aparecer señales preocupantes. Y el gobierno intenta controlar las variables económicas tanto como el relato. Las cosechas corren peligro, primero por la sequía y ahora por las graves inundaciones en la provincia de Buenos Aires. La inflación no se detiene y está instalada en torno al 25 %. Hay déficit fiscal y comercial. La incertidumbre y las trabas para la compra de dólares presionan sobre el precio de la divisa. Es más, hay una fuga de dólares: aunque el gobierno lo niega, el año pasado salieron 22.000 millones.

Este año el país debe afrontar importantes pagos por vencimientos de la deuda externa. Habrá que pagar una factura energética importante, ya que la estatización de YPF no va a evitar la falta de suficiente producción interna. Las provincias están ahogadas porque el estado no les devuelve lo que les corresponde por la llamada coparticipación federal y empiezan a endeudarse. Y las disputas en las negociaciones salariales son más enconadas que en los últimos años, con algunos convenios por debajo de la inflación real. Hay, pues, un período complicado, que coincide con el invierno austral que empezamos a transitar.

En este contexto, el nerviosismo oficial tuvo estos días varios manifestaciones. Beatriz Paglieri, secretaria de Comercio Exterior, la mano derecha del controvertido Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, protagonizó dos incidentes notables. Primero en una reunión con empresarios del sector alimentario, a los que Paglieri pidió que no hablen en público de las trabas a las importaciones, “para no hacerle el juego” a la Organización Mundial de Comercio. Y a los periodistas, que no hablen del dólar, ni de la cotización del dólar paralelo ni de la fuga de divisas. “No ayuda al ánimo de construir y tener un equilibrio en el comercio”, señaló.

Días después, Paglieri fue entrevistada en las ondas amigas de Radio Nacional por el periodista Eduardo Anguita. La funcionaria respondió así a la pregunta sobre la fuga de dólares: “¡No hay fuga de dólares! (…) Es un error transmitir eso, yo no puedo permitir que se diga eso”. El incidente es significativo porque se dio en un medio amigo y con un periodista públicamente identificado con el kirchnerismo.

Cabe recordar que antes de su actual puesto Paglieri fue la interventora del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) y de la empresa Papel Prensa. En la primara de sus funciones desmanteló el equipo de profesionales, cambió los criterios para medir la inflación y sumió al organismo en el descrédito. Tanto es así que desde enero del 2007 Argentina no tiene estadísticas fiables.

La ya difícil relación entre gobierno y periodistas se complica y va más allá de las tradicionales referencias descalificatorias en cualquier discurso oficial. Días después de un programa televisivo (Periodismo Para Todos, del periodista Jorge Lanata), en el que decenas de periodistas defendieron su derecho a preguntar a los funcionarios y a tener ruedas de prensa, la propia presidente acotó la cuestión: “para información oficial están mis discursos, yo no voy a hablar contra mí misma”.

Es imposible, incluso, conocer la agenda presidencial. “La agenda se cambia todo el tiempo”, argumentó la presidenta, señalando que así se evitan dar malas interpretaciones a estos cambios.

Esta aclaración se produjo en una visita inesperada a la sala de periodistas de la Casa Rosada, en tono distendido, pero sin que hubiera posibilidad de diálogo. Y cortó la breve visita a la sala inmediatamente después de que un periodista le preguntara sobre un incidente ocurrido durante su reciente viaje oficial a Angola. Un integrante de la comitiva oficial publicó en su página de Facebook una foto en la que aparece con unos niños angoleños sosteniendo en sus manos un par de calcetines blancos con la leyenda “Clarín miente”.

El autor de la foto es empleado de un municipio del gran Buenos Aires y se desconoce el por qué de su presencia en un viaje oficial de la presidencia. Solo consta que es militante de una de las tantas agrupaciones juveniles del kirchnerismo.

Otro detalle, este de trazos gruesos, del clima imperante entre periodistas y oficialismo lo protagonizó el diputado Carlos Kunkel, cuando increpó en público al periodista del diario La Nación, Mariano Obarrio. Durante los festejos del 25 de Mayo, 202 aniversario de la Revolución, y cuando el periodista buscaba intercambiar algunas palabras con la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, intervino Kunkel: “¿Por qué no le hacés un reportaje a Magnetto?”, en referencia al CEO del diario Clarín. “No entiendo por qué, por la plata que te pagan, defendés a tus patrones, como Magnetto y Saguier”, éste último integrante de la familia propietaria de La Nación. “Hace 50 años que me juego la vida y vos deberías jugártela como yo”, añadió Kunkel, antiguo integrante de Montoneros, que pasó 8 años preso durante la dictadura.

Hay que pasar el invierno