jueves. 28.03.2024

Impulsada por Francia desde la presidencia del G-20 y Argentina desde la presidencia del G7, la iniciativa señaló la necesidad dejar atrás el modelo conocido como Consenso de Washington, de crecimiento centrado en la desregulación en el que, como remarcó la secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, “el mercado de capitales tuvo mayor margen que el mercado de trabajo”. “Es necesario buscar una nueva era de justicia social, donde la actividad productiva y la creación de empleo ocupen el primer plano”, añadió la funcionaria de Naciones Unidas.

En este sentido, el ministro de Trabajo argentino, Carlos Tomada, hizo un llamamiento a abandonar los lineamientos económicos neoliberales: “Tenemos que profundizar el debate sobre modelos productivos para poner fin al rol del mercado como rector exclusivo de la economía mundial. En los países como Argentina las ideas del Consenso de Washington están en retroceso pero en muchos otros, no”.

Señaló la necesidad de luchar contra la persistencia de la idea del mercado como institución capaz de garantizar la equidad y de recuperar una idea tan básica como olvidada, que no deja de repetir la presidenta Cristina Fernández: “No es la riqueza la que genera trabajo, sino que es el trabajo el que genera riqueza”.

Las mejoras de competitividad no pueden venir por la rebaja de salarios, la degradación de condiciones salariales o el permanente ajuste. Hay que dejar atrás las recetas del Consenso de Washington”, remarcó Carlos Tomada.

Complementariamente, el ministro de Trabajo destacó el importante papel de la creación de empleo en el fortalecimiento de la gobernabilidad y abogó por la aplicación de “políticas activas de empleo, en materia de defensa del trabajo y de los puestos y la formación profesional para mantener la competitividad productiva”.

Por su parte, el representante del gobierno francés en el G-20, Pilles de Robien, señaló la importancia de los indicadores de empleo, similar a los económicos y financieros. “Si la economía ignora lo social, no ganaremos más que una nueva crisis”, afirmó.

El reconocido economista heterodoxo Aldo Ferrer, actual embajador argentino en Francia, señaló en una entrevista al periódico Página 12, la necesidad de apuntar a la remoción de los obstáculos estructurales para resolver los problemas de empleo: “para crear puestos de trabajo se debe modificar la estructura productiva. Las políticas contracíclicas sirven en el corto plazo pero es necesario profundizar la industrialización, impulsar el cambio tecnológico. Una estructura productiva primaria no genera empleo y menos de calidad”. Y remarcó que “las políticas de empleo deben ser parte de las políticas de desarrollo y generación de soberanía para poder decidir el rumbo. El país que se deja llevar por la corriente está perdido”.

En la misma entrevista destacó que desde una perspectiva heterodoxa, el camino argentino ha sido valorado positivamente por economistas de la talla de Paul Krugman o Joseph Stiglitz, entre otros. Pero “desde la perspectiva ortodoxa les parece que lo que nosotros hicimos es un espanto. Es inevitable y esto genera mala onda con respecto a la Argentina. Esto se ve, por ejemplo, con respecto a los criterios de evaluación de las agencias calificadoras de riesgo, que están filtrada por la mala onda que tiene con respecto a la solución argentina”.

El canciller argentino Héctor Timerman, por su parte, llamó a la revalorización de las políticas de empleo dentro de la agenda global y destacó el papel prioritario que le otorga el actual gobierno argentino: “Cuando Kirchner asumió había 20% de desocupación, y con una Ley de Flexibilidad laboral que causó una importante crisis institucional y que incluyó la renuncia del vicepresidente”.

A partir de la derogación de esa ley y “tras ocho años de crecimiento inclusivo y un marco de políticas públicas favorables al empleo y la producción, la tasa de desempleo se ubica hoy próxima al 7%. Huelga decir que en el caso argentino no hizo falta flexibilidad laboral sino una macroeconomía sólida, políticas activas de empleo y un crecimiento fuerte, sustentable y balanceado para lograr los objetivos planteados en materia de empleo”, añadió.

En esta línea, el ministro Tomada señaló que “Argentina padeció poco la crisis porque existió una decisión política fuerte para mantener el nivel de actividad y el empleo. En vez de ajustar la seguridad social, este gobierno puso en marcha la movilidad social, estatizó el sistema, amplió la cobertura y creó la Asignación Universal por Hijo. Eso es fortalecer la demanda y el mercado interno”.

Esta orientación no es exclusiva de Argentina. Como señaló la directora de la OIT para América Latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco, los países de la región “en lugar de ajustes económicos pudieron aplicar políticas orientadas principalmente a la protección de los empleos y los ingresos de las personas”.

La funcionaria apuntó que en plena crisis, en 2009, la tasa regional de desempleo urbano subió del 7,3% al 8,1%; y que a fines de 2010 ya había regresado al nivel del 7,3%. Las cifras publicadas por CEPAL y la OIT en junio indican que en 2011 la tasa regional de desempleo urbano ronda el 7%.

La inclusión del empleo en la agenda del G-20 fue impulsada por los gobiernos de Argentina y Brasil en septiembre de 2009. Sin embargo, la crisis europea y la revitalización de los programas de ajuste diseñados por el FMI la quitó de la agenda.

A finales de diciembre de 2010, una reunión de todos los delegados de la OIT de América Latina en Chile, este organismo y la CEPAL volvieron a insistir sobre la necesidad de redoblar los esfuerzos para estimular la creación de puestos de trabajo decentes, fortaleciendo la inclusión social y avanzando hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Hubo que esperar a que Francia, desde la presidencia del G-20, decidiera reimpulsar el debate e instalar el empleo en la agenda de la próxima cumbre de presidentes de noviembre. En este sentido, el ministro Tomada señaló que “la inclusión del empleo en el G-20 todavía está librada a la decisión del país que lo preside. Aunque Francia honró su tradición poniendo como eje de su presidencia las políticas de empleo, corremos el riesgo de que este tema tan caro a todos nosotros no se continúe”.

El seminario reunió en Buenos Aires a los ministros de Trabajo y Empleo de las 20 economías más poderosas, que conforman el G-20: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón (que pertenecen al G/), Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, además de la Unión Europea, por una parte; y los países que integran el Mercosur, además de Brasil y Argentina: Paraguay y Uruguay, más Bolivia y Chile en carácter de asociados, por otra.

El encuentro contó con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y la concurrencia de autoridades de la Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo (CIMT) de la OEA y diversos actores sociales regionales.

El G-20 y el MERCOSUR ponen el empleo en el centro de la agenda política