sábado. 20.04.2024
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Los llamados Centros de Ciudadanía y Reinserción estarán dirigidos y gestionados por los llamados trabajadores de primera línea, educadores, trabajadores sociales, psicólogos y policías

Esta semana, el primer ministro francés Manuel Valls anunció la creación de 13 centros de desradicalización que serán denominados como Centros de Ciudadanía y Reinserción. Pese a que el plan francés contra la radicalización fue aprobado en el 2014 el gobierno ha decidido darle un nuevo impulso tras los atentados de noviembre. El escenario francés no esta exento de complicaciones pues el número de franceses  radicalizados se situaría en torno a los 9000 a los que habría que sumar los más de 900 combatientes extranjeros de origen francés así como a los más de 246 combatientes retornados. Iniciativas y centros similares ya han sido probados tanto en Irlanda del Norte como en los países escandinavos centrado sobre todo en individuos pertenecientes a grupos neonazis.

Los llamados Centros de Ciudadanía y Reinserción estarán dirigidos y gestionados por los llamados trabajadores de primera línea, educadores, trabajadores sociales, psicólogos y policías. El trabajo sobre individuos radicalizados exige un  tiempo considerable pues la experiencia ha llevado a probar la importancia de las relaciones personales. Es fundamental que el personal esté debidamente capacitado, tenga un compromiso duradero y posea la competencia suficiente. Aun cuando pueda trabajarse de manera grupal, el trabajo de desradicalización  es de carácter individual. Debe tenerse una comprensión profunda de la persona o el colectivo involucrado, de sus antecedentes biográficos, del marco ideológico y del entorno social. Un marco ideológico que puede estar en parte contaminado por el entorno social.

Además del apoyo psicológico, es necesario el establecimiento de la orientación social. Muchos de estos sujetos, tanto jóvenes como adultos, son lo que Hans Magnus Enzensberger denominó perdedores radicales. Es decir, carecen de los mecanismos vitales de afrontamiento necesarios. De hecho, la identificación de ciertos problemas y la ausencia de esos mecanismos de afrontamiento son lo que pueden facilitar el desenganche del individuo, habida cuenta del escaso recorrido del pensamiento radical de cara a la satisfacción de las necesidades vitales, o de su ineficacia en el desarrollo de esos mecanismos de afrontamiento.

Este trabajo se ha  de completar con el seguimiento posterior de los individuos. Determinadas parcelas vitales antes cubiertas, como pueden ser la de las relaciones sociales o su economía individual, han de ser sustituidas. Se ha de estimular su compromiso e incidir en sus mecanismos de afrontamiento. Ningún programa puede garantizar el éxito sin la colaboración del individuo. No obstante, ya que en última instancia el éxito del programa escapa a la capacidad de sus promotores, lo cierto es que existen mayores probabilidades si este es diseñado a conciencia y si se tiene en cuenta, que solo es posible aquello que es presupuestable. Hemos de tener en cuenta, que muchos de estos sujetos en los que deben de incluirse menores de edad, a los que no puede atribuirse la responsabilidad de haber caído en un proceso de radicalización, aun cuando el paso por este proceso se realice de manera voluntario. En plan francés contra la radicalización, llega a equiparar el proceso de radicalización con el del adoctrinamiento y abuso sectario. Además, la producción audiovisual de los aparatos de propaganda del engendro califal del Daesh, hace tiempo que llega a rozar la excelencia.

Es evidente que los planes de prevención de radicalización o el extremismo violento necesitan de suerte de concertación Europea tal y como apuntaba recientemente el profesor Fernando Reinares. Pese a que el ámbito de actuación de dichos planes se circunscribe a los territorios de los estados miembros, la amenaza no entiende de fronteras. Los desarrollos entorno a los diversos planes de prevención de la radicalización y el extremismo violento aprobados en los distintos estados miembros comienzan a vislumbrar dos conceptos de sumo interés, el de la reversión y la desconexion Pues de la misma manera que el concepto de radicalización implica le avance progresivo por distintos grados o estadios el proceso en cuestión, la reversión implica una suerte de retrogradación o retroceso. Es cierto que no siempre es necesario el abandono de determinados valores, sino la desconexión en cuanto a la aceptación del uso instrumental de la violencia. No obstante, tal y como apunta Reinares, es necesario repensar y aclarar el concepto de radicalización a fin de abordar la posibilidad de tomar medidas frente visiones rigoristas y extremistas, aun cuando no sean violentos, cuyas maneras de proceder provocan la auto segregación de amplias esferas de la comunidad musulmana. Visiones que refuerzan la identidad de una Umma imaginada dentro de las fronteras de la Unión en constante pugna con los valores de la libertad y progreso. Hoy como ayer, el oscurantismo del extremismo vuelve a amenazar nuestras sociedad.

Francia y los Centro de Ciudadanía y Reinserción