jueves. 28.03.2024
Vista de este 30 de abril, de un grafiti del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el centro de Caracas (Venezuela)

El dato más significativo de estos últimos días no es el evidente deterioro en la salud de Hugo Chávez, que el secretismo con que se manejó el tema desde el comienzo no puede ocultar. Lo fundamental es la puesta en marcha del Consejo de Estado, órgano previsto en la Constitución de 1999 pero nunca desarrollado, que indica que el presidente venezolano quiere preparar el terreno para el caso de perder su lucha contra el cáncer.

Los tiempos se acortan. Las elecciones son el 7 de octubre y el Consejo Nacional Electoral estableció como fecha límite para la presentación oficial de las candidaturas el 11 de junio. Hasta ahora, el nombre de Chávez como candidato se ha mantenido contra viento y marea. Ahora, desde las propias filas del chavismo se pone en duda, incluso, su capacidad para seguir gobernando.

Solo una recuperación milagrosa permitiría al presidente participar activamente en la campaña. Sus apariciones públicas son cada vez más escasas. Incluso las tomas de televisión son cuidadosamente planeadas. Fuentes opositoras aseguran que en las últimas semanas se mueve con muletas y silla de ruedas, debido a fuertes dolores que le habrían provocado las últimas sesiones de radioterapia en Cuba.

La excusa oficial para establecer el Consejo de Estado es que, como órgano asesor, se pronuncie sobre la salida de Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la OEA. Se acusa a este organismo de un horrible pasado –olvidando quizá gestiones clave, como la que hizo durante la dictadura argentina- y de haber respaldado el fallido golpe de abril de 2002.

El nuevo Consejo de Estado, tiene de momento seis miembros, todos afines al gobierno. Está encabezado por el vicepresidente, Elias Jauá, que junto al canciller, Nicolás Maduro, encabeza la lista de eventuales sucesores de Chávez. También están José Vicente Rangel, que fuera su vicepresidente durante años y seguramente el civil más influyente del chavismo. Roy Chaderton, un veterano diplomático, que desde e 2008 es el embajador de Venezuela ante la OEA y que es simultáneamente diputado en el Parlamento Latinoamericano por el PSUV, el partido oficialista.

Germán Mundaraín, que fue Defensor del Pueblo durante 7 años, actual embajador ante los organismos internacionales en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, puesto desde el cual rechazó las misiones de observación internacional sobre los derechos humanos en el país. El escritor Luis Britto García, autor de “Dictadura Mediática en Venezuela”. El último integrante es el almirante Carlos Giacoppini, quien al ser ascendido dijo que la obligación de los militares era “estar al servicio de esta revolución” y que, según el analista Gabriel Reyes, tiene gran ascendente en el sector militar.

Faltan tres integrantes por designar, que corresponden a un delegado por la Asamblea Nacional, otro del Tribunal Supremo de Justicia y un Gobernador. Dada la mayoría chavista, se da por seguro que serían designados Diosdado Cabello, aliado del presidente de la primera hora, ex militar y actual presidente de la Asamblea Nacional; la magistrada Luisa Estella Morales, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, quien considera que “la división de poderes debilita al Estado”; y el hermano presidencial, Adán Chávez, gobernador de Barinas, el estado natal de la familia del primer mandatario.

Según la Constitución, el Consejo es “un órgano superior de consulta del Gobierno y de la administración pública nacional”. Esto es una vuelta de tuerca al estilo híper presidencialista vigente hasta ahora en la Venezuela de Chávez. Pero la interpretación más acertada parece ser que actuará como una instancia que llene el vacío de poder en caso de fallecimiento del presidente.

El periodista Nelson Bocaranda, que desde su blog en las páginas de El Universal viene dando una información detallada y precisa de la enfermedad del presidente, habla en su último artículo de desesperación en las filas chavistas y afirma: “el presidente sabe que no puede dejar el país en manos de los cuestionados oficiales que han puesto el nombre de Venezuela en la vitrina del mundo con los recientes casos de narcotráfico, corrupción y violación de Derechos Humanos. Por eso deja un Consejo de Estado integrado por operadores experimentados ante los diferentes estamentos, que garanticen que el fin del proceso no será traumático para los intereses familiares e insulares”.

Coincide toda esta situación con los sacudones que están produciendo en Caracas las declaraciones ante la DEA (Agencia Antidrogas de los EE.UU.) del ex magistrado Eladio Aponte, integrante de la Corte Suprema. Aponte, que huyó del país llevando importantes documentos, estaría implicando a importantes dirigentes del gobierno y de las fuerzas armadas, incluyendo al ministro de Defensa, Henry Rangel Silva y a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea. El mismo Chávez estaría al tanto de las andanzas de los acusados.

En una reciente entrevista televisiva, Aponte implicó también a Néstor Reverol, director de la Agencia Nacional Antidrogas y al ex ministro de Defensa, Raúl Isaías Baduel, que rompió con el régimen en 2007 y hoy cumple pena de prisión por acusaciones de corrupción.

En duda la candidatura de Hugo Chávez