sábado. 20.04.2024

El Brasil de Lula SIN Lula, pero con Dilma

El domingo 3 de octubre, por primera vez desde la redemocratización de Brasil, los 135 millones de electores no tendrán la opción de dar su voto para presidente a Luiz Inacio Lula da Silva. Sin embargo, el ex obrero metalúrgico, que el 1 de enero terminará un período de ocho años en el gobierno que lo convirtió en el presidente más popular de la historia de Brasil, es el gran protagonista de estos comicios.
> "Falsedades y mentiras a la desesperada"
NUEVATRIBUNA.ES - 1.10.2010

Lula ha aparecido tanto o más que los candidatos en la campaña, poniendo todo el peso de su carisma y de su inédito índice de popularidad -alrededor del 80 por ciento- a servicio de la candidatura de su "delfín", Dilma Rousseff, la candidata del Partido de los Trabajadores (PT). El esfuerzo no ha sido en vano. La ex ministra del Gabinete Civil, quien hasta hace escasos meses era poco conocida por los brasileños, se ha convertido en clara favorita de la disputa, pese a que jamás había participado en una elección y a que hace sólo un año se recuperó de un cáncer linfático.

Según la última encuesta publicada el pasado 29 de septiembre, Dilma Rousseff tiene el 50 por ciento de la intención de voto, mientras que José Serra, candidato por el opositor Partido Social Democracia Brasileña (Psdb), acumula sólo 27 por ciento. En tercer lugar se ubica Marina Silva, del Partido Verde (PV), con 13 por ciento. Esto significa que la candidata de Lula tiene grandes posibilidades de conquistar la mayoría absoluta y con ello ser elegida presidenta en la primera vuelta, algo que el propio Lula jamás logró.

El mandatario saliente llegó al poder en los comicios de 2002, después de perder tres elecciones consecutivas -en 1989, 1994 y 1998-, al derrotar en la segunda ronda a José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), precisamente el rival de Rousseff en las próximas urnas. Cuatro años más tarde, Lula vio frustrarse su aspiración a conquistar la reelección en la primera ronda a raíz de un escándalo de corrupción en el PT que estalló tres semanas antes de los comicios. El mandatario logró controlar la crisis y en la ronda decisiva conquistó su segundo mandato con un 60 por ciento de los votos, arrollando al candidato del PSDB, Geraldo Alckmin.

Ahora, en la recta final de la campaña, Lula y Rousseff han tenido que pelear con uñas y dientes contra nuevas denuncias de irregularidades en el gobierno, incluso contra un escándalo sobre una supuesta red de tráfico de influencia que operaría en el Gabinete Civil, comandado por Rousseff hasta abril pasado. Esto les ha abocado a un enfrentamiento con la prensa que podría haberle costado caro al PT.

“Lula y la candidata oficialista (Dilma Rousseff) se han limitado a vituperar a la prensa ejerciendo su propio derecho a la libertad de expresión, aunque en términos incompatibles con la serenidad que requiere el cargo que pretenden intercambiar”, escribió el diario Folha de São Paulo en un editorial titulado “El poder tiene límites”, a raiz de una declaración de Lula, que en un mitin de Rousseff afirmó que algunos medios de comunicación “son una vergüenza”, pues “se comportan como un partido político” pero “no se animan a decirlo”.

El editorial de Folha admite que el actual Gobierno mantuvo “una política económica sensata” y “trajo un crecimiento económico que comenzó a reducir la desigualdad social”. Sin embargo, sostiene que “ni siquiera por eso, un Gobierno puede sentirse por encima de las críticas”.

En la misma línea se manifestó la revista Veja, uno de los medios más críticos con Lula, a través de una “Carta al Lector” publicada en su edición del pasado domingo. El semanario afirma que, por denunciar asuntos de corrupción en el Ministerio de la Presidencia, “Veja y algunos grandes diarios fueron tildados de 'golpistas', porque la noticia podía restar votos a Rousseff”.

LA ÚLTIMA BATALLA

Así las cosas, la que podría ser la última batalla de la contienda se libró la anoche del jueves en Río de Janeiro, donde los candidatos a suceder a Luiz Inácio Lula da Silva se enfrentaron en un último debate.

El principal afán de los candidatos era convencer a buena parte de los 135 millones de potenciales votantes que se dicen indecisos. la oportunidad fue aprovechada por Rousseff para salir al paso de las consignas que han lanzado en su contra grupos de la derecha, sobre todo cristianos y católicos. Mensajes en Internet, algunos ilustrados con imágenes de fetos, acusan a Rousseff de respaldar la despenalización del aborto y el matrimonio homosexual. La candidata ha reiterado que no cambiará la ley actual, que permite el aborto sólo en caso de violación o riesgo de muerte.

A la campaña de desprestigio ha reaccionado el propio Lula que el jueves dijo: "De mí decían que iba a cerrar iglesias y a cambiar el color de la bandera".

El Brasil de Lula SIN Lula, pero con Dilma