miércoles. 24.04.2024
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Un país con más de 30 millones de habitantes, como es Marruecos y con decenas de embajadas alrededor de todo el mundo, debería contar con personal competente y cualificado para que hagan llegar mensajes claros y concisos en nombre del pueblo marroquí

Las imparciales declaraciones y poco diplomáticas del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, realizadas últimamente en relación con el conflicto del Sahara han causado una gran polémica en Marruecos y  por ello, dio lugar a una movilización sin precedentes del pueblo marroquí.

Cuando Ban Ki-moon, mencionó la cuestión de un referéndum en el territorio saharaui, haciendo caso omiso del marco político establecido por la Resolución 1754 del Consejo de Seguridad aprobada en abril de 2007, el cual no sólo establece el proceso político hace una década, pero también violó su mandato como Secretario General. Su uso del término “ocupación” cuando se refirió a la soberanía de Marruecos sobre el territorio era incorrecta e inconsistente con el pasado precedente de la ONU. Se trata de la primera vez que un Secretario General (SG) de las Naciones Unidas se ha excedido en su mandato y ha utilizado un término que nunca se ha utilizado en la terminología habitual de la misma institución para referirse a la situación del Sahara.

A todo ello, el pueblo marroquí ha reaccionado con indignación a dichas declaraciones, lo que refleja la creencia en la integridad territorial del país, y su determinación para luchar contra todo aquel que tenga la intención de amenazar la estabilidad de Marruecos.

El comunicado que emitió el gobierno marroquí denuncia las declaraciones hostiles de Ban Ki-moon y la inclinación a favor de una de las partes en el conflicto, en una violación flagrante de su mandato, así mismo refleja el compromiso serio y firme de Marruecos en su integridad soberana.

Ahora que los ánimos se han calmado, la gravedad de la situación requiere una acción rápida, una previsión y un enfoque proactivo. Algunos analistas han reaccionado de manera exagerada, pidiendo al gobierno marroquí poner fin a su cooperación con las Naciones Unidas en el proceso político iniciado por dicha institución, en el cual ha sido una organización mediadora desde el año 1991.

¿Debería Marruecos dejar de cooperar con las Naciones Unidas y retirarse del proceso político? ¿Qué consecuencias tendría esta decisión y que supondrá para Marruecos a corto, mediano y largo plazo? La respuesta a todos estos interrogantes es muy clara, Marruecos tendría que tener un papel diplomático dominante, actuando con confianza y trabajando para convencer a las potencias influyentes.

Marruecos debería dirigir su política lejos de cualquier tentación de reaccionar de forma exagerada ante las declaraciones de Ban Ki-Moon. Si bien las declaraciones del SG constituyen una desviación sin precedentes del proceso político establecido por el Consejo de Seguridad y denotan un claro inclinación a favor del Frente Polisario, este nuevo giro en la historia del conflicto no debe llevarnos a pasar por alto el hecho de que, al fin y al cabo, el trabajo del SG de la ONU es tener un rol mediador entre las partes. No obstante, su actitud no se ajusta a la política ni se enfoca hacia una solución política mutuamente aceptable, de acuerdo con todas las resoluciones adaptadas por el cuerpo principal de la ONU desde abril del 2007.

La falta de un plan diplomático amplio para defender las posiciones del país en la escena internacional continuará dañando la imagen de Marruecos, a menos de que se tomen medidas drásticas para hacer frente a la ruptura en el sistema político exterior de Marruecos

El compromiso de Marruecos ante la ONU en relación con la disputa territorial en la que se enfrenta a Argelia y el Frente Polisario exige una estrategia inteligente y con visión de futuro probable que ayude a lograr el progreso hacia la obtención del apoyo de un mayor número de países  así como convencerlos para poner fin al conflicto a través de la búsqueda de una solución intermedia que salva la postura de todas las partes involucradas.

Marruecos no debería utilizar las declaraciones del SG como una excusa para retirarse del proceso político, ni para abstenerse a cooperar con el enviado personal del Secretario General de la ONU. En primer lugar, Marruecos está obligado a respetar las decisiones del Consejo de Seguridad, por el contrario podría producir un impacto negativo para Marruecos a nivel mundial. Tal escenario constituiría la oportunidad perfecta para el Frente Polisario y Argelia para acusar a Marruecos de indispuesto para concluir un proceso político que dé lugar a una solución pacífica y aceptada por todas las partes.

En vez de terminar su cooperación con las Naciones Unidas, Marruecos debería actuar con confianza, compostura y  usando la diplomacia para su ventaja. A medida que el mandato de la misión de la ONU presenta su informe al Consejo de Seguridad en las próximas dos semanas, Marruecos debe evitar la confrontación directa con las Naciones Unidas. Sería contraproducente para el gobierno de Marruecos a negarse a recibir el enviado personal del Secretario General a finales de este mes. No obstante, cabe señalar que Ross nunca ha sido y nunca será la persona adecuada para desempeñar el papel de mediador imparcial en la cuestión del Sahara.

Y ahora el pueblo marroquí se pregunta ¿por qué nuestros diplomáticos no defienden nuestras posiciones en programas de televisión internacionales o bien en la prensa  internacional? Es sorprendente el vacío de la postura del gobierno marroquí en la prensa europea o en la prensa norteamericana en los últimos tiempos. Aparte de un comunicado publicado por la agencia oficial de noticias MAP y la entrevista del ministro de Asuntos Exteriores Salahdine Mezouar con medios de noticias locales, ningún diplomático justificó al mundo las razones por las que miles de marroquíes salieron a las calles aquel 13 de marzo de 2016 en protesta de las declaraciones del SG de la ONU, de forma clara y contundente.

Con todos los recursos que tiene el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí y los millones de dólares gastados para mantener las representaciones diplomáticas en todo el mundo, Marruecos parece incapaz de aportar portavoces que defiendan los intereses del país, así como expliquen sus acciones sobre la paz, la estabilidad y la seguridad del norte de África, el Sahel y el Mediterráneo, en medios de comunicación internacionales.

Asimismo, en los últimos años raramente hemos apreciado grandes diplomáticos que presenten conferencias coherentes para explicarle al mundo los hechos históricos, políticos, religiosos y étnicos que conforman el Sahara, lo cual es bastante preocupante. La falta de portavoces elocuentes, es uno de los mayores obstáculos para una diplomacia marroquí exitosa.

Un país con más de 30 millones de habitantes, como es Marruecos y con decenas de embajadas alrededor de todo el mundo, debería contar con personal competente y cualificado para que hagan llegar mensajes claros y concisos en nombre del pueblo marroquí. En el mismo sentido, la falta de un plan diplomático amplio para defender las posiciones del país en la escena internacional continuará dañando la imagen de Marruecos, a menos de que se tomen medidas drásticas para hacer frente a la ruptura en el sistema político exterior de Marruecos.

En menos de cinco días, Banki-Moon ha revelado su ira y decepción en dos ocasiones. Durante una tensa reunión con el ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Salaheddine Mezuar, Banki-Moon expresó su enfado con el pueblo marroquí por organizar una marcha pacífica para protestar contra su inclinación a favor de Argelia y el Frente Polisario. El viernes 18 de marzo de 2016, el mismo expresó su decepción por el Consejo de Seguridad por no apoyarle.

Durante la sesión privada celebrada el 17 de marzo de 2016 para discutir los últimos acontecimientos relacionados con el Sahara, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no mostró un apoyo unánime a Banki-Moon, en su disputa personal contra Marruecos. La reunión fue convocada por iniciativa del Presidente del Consejo de Seguridad a raíz de la polémica del SG de la ONU creada por su falta de neutralidad y la imparcialidad en la conducción de los esfuerzos de mediación entre Marruecos y el Frente Polisario así como no mostró la debida consideración a un miembro de pleno derecho en las Naciones Unidas.

Por lo tanto, al no condenar a Marruecos o instando a revertir su decisión de reducir la presencia del MINURSO en el Sahara, el órgano más importante de la ONU admitió implícitamente el “error” del SG de la institución. La falta de apoyos a Banki-Moon muestra la insatisfacción de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con la manera poco diplomática en la se ha ocupado de la situación así como su desconocimiento sobre el tema en cuestión.

La situación en los últimos días se ha degradado aún más, dando lugar a la expulsión de las oficinas militares de la MINURSO por órdenes de Marruecos. Consecuentemente, el Frente Polisario puso en alerta de fuego a sus tropas y amenazó con romper el alto al fuego respetado durante más de dos décadas.  En el mismo contexto, el gobierno marroquí anunció la anulación de la contribución voluntaria acordada por el país para el funcionamiento del MINURSO así como la retirada de los contingentes de Marruecos en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU.

Para finalizar, el Parlamento marroquí, los partidos políticos marroquíes y la sociedad civil marroquí no deberían esperar a que acabemos en una crisis diplomática para que reaccionen ante los problemas ya que las respuestas a los ataques no favorecen la postura marroquí. En cambio, deben mostrar liderazgo, creatividad y disposición para trabajar durante todo el año, sobre la base de una estrategia clara con la coordinación del gobierno. Los partidos políticos y la sociedad civil deben trabajar juntos, puesto que este problema es de tal importancia para el país que todo el mundo debe aportar argumentos que den credibilidad a la posición de Marruecos.

La diplomacia marroquí ha madurado lo suficiente hasta el momento como para tomar un enfoque concreto para fortalecer la posición de Marruecos y ayudar a poner fin al conflicto en consonancia con sus intereses en el respeto de la soberanía de su territorio.

Cuando una declaración imprudente desemboca en una guerra diplomática