viernes. 29.03.2024
INTENTONA GOLPISTA EN ECUADOR

Correa advierte a los instigadores del golpe: "No habrá perdón ni olvido"

Lo que empezó como una insubordinación policial por un tema económico acabó derivando en una grave amenaza al orden democrático de Ecuador. Con el antecedente de la experiencia golpista en Honduras a la vuelta de la esquina, el gran interrogante era saber hasta qué punto se podía poner en jaque al gobierno de Rafael Correa.
> Intento de golpe de Estado
NUEVATRIBUNA.ES - 1.10.2010

Por una parte, analistas ecuatorianos citados por Página/12 señalaban durante las horas de la revuelta que el levantamiento carecía de apoyos para prosperar. “No hay posibilidad de un triunfo político de los insubordinados, porque está y que la situación era muy distinta a la de Honduras, donde se dio la participación de organizaciones, gremios y partidos que apoyaron el golpe. Lo cierto es que en los momentos de mayor tensión llamó la atención que no se oyeran voces condenatorias de sectores de la oposición ecuatoriana. Los expertos fueron demasiado cautos al no usar el término “golpe de Estado”. “Nadie planteó ni la deposición ni la sustitución del mandatario. Es un secuestro violento del patrono políticamente significativo porque se trata del presidente”, dijo uno de los analistas consultados.

Rafael Correa fue rescatado a sangre y fuego por tropas militares tras permanecer más de diez horas confinado en un hospital rodeado de policías sublevados, que desataron una crisis institucional. La protesta de la policía buscaba detener un plan de austeridad del Gobierno que le quitaba beneficios económicos y que según los analistas se salió de control, aunque el mandatario aseguró que fue sólo una excusa para dar un golpe de Estado.

Correa abandonó el hospital en una silla de ruedas y con una máscara antigas al cabo de un intenso tiroteo entre las fuerzas de seguridad, que fue televisado en vivo y mantuvo en vilo al país y a la región. La Cruz Roja dijo que los choques a lo largo de toda la caótica jornada, que incluyeron ataques de la policía a partidarios del Gobierno, dejaron como saldo dos policías muertos y 88 personas heridas, en su mayoría civiles.

Minutos después de su rescate, el mandatario de tendencia socialista llegó al Palacio de Gobierno y aseguró que no dará marcha atrás. “No habrá perdón ni olvido”, dijo un enfervorizado Rafael Correa ante una multitud tras el rescate. Con la voz ronca, el presidente dijo desde el balcón presidencial que "la ley no será revocada, con nosotros con el diálogo todo, por la fuerza nada". "Aquí no habrá perdón ni olvido. Todas las personas que sean identificadas recibirán su castigo", insistió después de involucrar al ex presidente Lucio Gutiérrez en el levantamiento.

Gutiérrez ya ha rechazado desde Brasil, donde se encuentra, haber estado detrás de la sublevación policial y ha calificado de “cobardes, las falsas y temerarias” las acusaciones de Correa. Por el contrario, ha sostenido que habría que “culpar al propio presidente Correa de esta crisis”. Su argumento, explicado en declaraciones a CNN, es que "el irresponsable de Rafael Correa es el que ha acelerado todo este clima de incertidumbre en el Ecuador; el único que quiere que se termine su mandato antes de hora es el propio Correa".

EL DETONANTE DEL "DÍA DE FURIA"

Los incidentes se desencadenaron cuando cerca de mil policías se amotinaron en la mañana del jueves en el Regimiento de Quito, el principal cuartel del país. Los uniformados protestaban por la sanción de la Ley del Servicio Público, por la que se recortan algunos beneficios económicos para los integrantes de la fuerza. Después de dirigirse a los sublevados y advertirles que no daría marcha atrás con sus medidas, Correa sufrió golpes, balas de goma y gases lacrimógenos.

El jefe de Estado, que utiliza una muleta después de haber sido operado de una pierna, fue llevado al hospital de la Policía de la capital ecuatoriana. Después de cinco horas sin noticias, el presidente Correa habló por radio. En esa comunicación, denunció estar secuestrado por los policías sublevados. En esas horas en las que estuvo en el centro médico, Correa recibió a tres comisiones de los uniformados rebeldes. En cada encuentro, el mandatario ecuatoriano les repitió que no negociaría con ellos hasta que no depusieran su actitud.

En sus declaraciones a la radio, el presidente ecuatoriano no perdió la ocasión para acusar a la prensa “corrupta” por haber instigado a la rebelión policial con sus “distorsiones” de la información. “El Ministerio de Relaciones Laborales establecerá las compensaciones, eso no lo sabían. La ley ha sido súper buena, pero para que vean cómo se ha manipulado todo”, remarcó el presidente. El presidente quiso dejar claro que la actitud de la policía iba más allá de un simple reclamo y atribuyó la rebelión a un intento de golpe de la oposición. “Es una conspiración que se viene preparando desde hace tiempo”, añadió. Minutos después habló por la cadena Telesur el presidente venezolano. Hugo Chávez dijo que se había comunicado en varias oportunidades con su homólogo ecuatoriano y que estaba secuestrado.

Al conocerse los incidentes, la gente había salido espontáneamente a la calle a respaldar al gobierno. Con el correr de las horas había aumentado la tensión y la incertidumbre. Por la noche, comandos de elite de las fuerzas militares lograron rescatar al mandatario en medio de los choques con la policía. Hubo al menos 50 heridos a lo largo de toda la jornada.

Por orden del Ejecutivo, se decretó el estado de excepción por una semana en el país.“Las Fuerzas Armadas están tomando todas las medidas dentro de la Constitución para garantizar el orden público”, declaró el ministro de Seguridad, Miguel Carvajal. El funcionario explicó que la medida habilita a los militares a salir a las calles para mantener el orden constitucional. Por su parte, el titular del Comando de las Fuerzas Armadas de Ecuador, Ernesto González, salió a confirmar su lealtad con el gobierno de Correa. El jefe militar despejó varios fantasmas y afirmó que sus compañeros de armas están subordinados a la máxima autoridad, que es el presidente de la República. El mismo Correa aclaró que de los 42 mil efectivos que tiene la Policía Nacional sólo unos dos mil mantenían una actitud que calificó como desquiciada, irracional y absurda.

Y AHORA, ¿QUÉ?

Correa estudia disolver la Asamblea Nacional, de mayoría oficialista, que le abocó a una situación complicada cuando legisladores de su propia fuerza se negaron a apoyar leyes, como la que afecta a la Policía, para reducir del tamaño del aparato público.

La disolución de la Asamblea Nacional permitiría a Correa gobernar por decreto hasta que se convoquen a elecciones generales, según la Constitución aprobada hace dos años. Su decisión tendría que ser avalada por el Tribunal Constitucional.

Los legisladores oficialistas han suspendido una sesión prevista para esta jornada en la que buscaban discutir nuevamente la ley que encendió la protesta.


Discurso del presidente Rafael Correa en el Regimiento Quito 1





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