viernes. 19.04.2024

Aunque había sido el propio vicepresidente, Elías Jaua, el que había anunciado cambios en el gobierno “para la nueva etapa que viene”, Chávez ratificó al gabinete y al alto mando militar. En una reacción típica del mandatario venezolano, y en directo por el canal estatal de televisión, que transmitió en directo el Consejo de Ministros extraordinario, afirmó: “hay muchos rumores que surgen (…) que si regresé solo porque había golpe o división en la Fuerza Armada Nacional, pónganse a esperar, señores apátridas”.

También denunció que desde “laboratorios de guerra sucia” se crearon rumores para desestabilizar a la fuerza armada en medio de su convalecencia. Subrayó que es tiempo de acelerar la revolución y alentó a sus seguidores para ganar las próximas elecciones, del 2012. Frente a la ausencia de información fiable sobre la gravedad de su estado, aseveró: “jamás en la vida tuve tanta determinación de vencer una batalla y la venceremos”.

No hay que esperar de aquí en adelante un ejercicio de transparencia sobre la salud de Chávez. Hay suficientes ejemplos de regímenes personalistas que consideran estas situaciones como secreto de Estado. No olvidemos que las primeras informaciones sobre su estancia en Cuba dijeron que el problema era una rodilla, y después un absceso pélvico cuya biopsia no había revelado nada maligno. Pero la prolongada ausencia del líder y, sobre todo, su silencio, obligaron a admitir el cáncer.

Despejados momentáneamente los rumores de cambios ligados a la enfermedad, cabe preguntarse si Chávez estará en condiciones de presentarse a la reelección en el 2012. Y, en lo inmediato, cómo afectará la enfermedad en su índice de popularidad. Para Luis Vicente León, director de Datanálisis, la encuestadora más conocida de Venezuela, es prematuro contestar a esta pregunta. “La vulnerabilidad en la salud es un clásico factor negativo en el marketing político, pero puede ser superado”, dijo. Entre septiembre de 2009 y febrero de 2010, la popularidad de Chávez había caído a sólo 37%, debido sobre todo a la crisis eléctrica; pero se recuperó y justo antes de viajar a Cuba estaba alrededor del 50 %.

En cualquier caso hay señales de que no va a ser fácil la reelección. Las dificultades en la vida cotidiana erosionan el apoyo al gobierno. Hay inseguridad, desabastecimiento de productos básicos y una inflación que está devorando a la población. Solo en el mes de junio, los precios subieron un 2,5 %, lo que lleva la tasa anual al 23,6%, una de las más altas del mundo

Hay un control de precios para los artículos que el gobierno considera de primera necesidad, aunque en los últimos meses autorizó aumentos en productos clave como carne, azúcar, leche, aceite, pan y harina de maíz. También hubo aumentos en transporte, metro y autobús.

Después de seis trimestres consecutivos de recesión, la economía venezolana comenzó a recuperarse a fines del año pasado y el gobierno estima que este año tendrá un crecimiento del 2 %. Pero hay serias dudas de que se pueda cumplir esta meta, sobre todo teniendo en cuenta que el gasto público se disparará como corresponde a un año electoral.

Ante la eventualidad de que Chávez no estuviera en condiciones de presentarse, las diversas corrientes internas en el oficialismo deberán dirimir sus diferencias, aunque solo el dedo de Chávez será definitivo. El papel de Adán Chávez, gobernador del Estado Barinas y hermano mayor del mandatario, puede ser el mismo que cumplió Raúl Castro en Cuba. El analista venezolano José Guerra, escribió en el diario opositor TalCual que dos corrientes pujan por el poder dentro del PSUV: “la de la izquierda más retrógrada, integrada por la agrupación de Jaua. Maduro y Soto Rojos, que tendrá que vérselas con la de Diosdado Cabello y el elenco de hombres colocados en puestos estratégicos de la administración del Estado. Y se plantea que falta por ver cómo va a jugar el ex vicepresidente José Vicente Rangel, “siempre al acecho, esperando la oportunidad”.

En la oposición, las figuras principales son Henrique Capriles Radonski, gobernador del Estado Miranda, Pablo Pérez, gobernador de otro estado importante, Zulia, y Leopoldo López, ex alcalde de Chacao (uno de los cinco municipios que integran el área metropolitana de Caracas), aunque está inhabilitado por presunto mal uso de recursos públicos.

Pero las eventuales dificultades de Chávez también tienen su consecuencia en el panorama regional. Tres países se verían afectados por un eventual apartamiento de Chávez: Cuba, Nicaragua y Bolivia. Los dos primeros, fundamentalmente por los ingentes recursos económicos que reciben del gobierno de Caracas. En el caso de Bolivia, Evo Morales tiene una muy estrecha relación con el mandatario venezolano, pero no tiene esa dependencia financiera.

Para Cuba, por el contrario, el impacto sería similar al que sufrió cuando su economía se desplomó al caer el bloque soviético (1991), y de un momento para otro se quedó sin los ingentes subsidios que llegaban de Moscú. En Managua, el problema afectaría sobre todo a Daniel Ortega y al sector del sandinismo en el gobierno. Desde 2007 Chávez envió a Ortega 1.600 millones de dólares, que el presidente nicaragüense utiliza de forma personal, y que no están incluidos en el presupuesto nacional. Naturalmente, el país en su conjunto también sufriría el golpe si dejara de recibir el petróleo subsidiado.

Chávez confirma a gabinete y cúpula militar en consejo de ministros transmitido por TV