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NUEVATRIBUNA.ES - 05.07.2010

En tan sólo un fin de semana el partido del Pueblo de la Libertad berlusconiano se resquebraja. Desde el viernes las manifestaciones se extienden por toda Italia levantándose en contra del primer ministro y de sus constantes intentos por vulnerar la ley y ayudar a las mafias.

La tormenta la desató la conocida como Ley de La Mordaza , basada en restringir al máximo las escuchas telefónicas en la investigación judicial, así como su difusión en la prensa, con la amenaza de penas de cárcel para los periodistas. El contenido de la normativa se traduce en impunidad para los criminales. El sistema de la justicia, la lucha antimafia y la libertad de prensa son los tres sectores que se verán más afectados por la nueva ley.

Sin embargo, Silvio Berlusconi se vería muy beneficiado con su aprobación, evitando una vez más que las investigaciones que suma quedaran en la nada, ya que las escuchas telefónicas – pruebas fundamentales para su caso- no tendrían valor. Por eso Il Cavaliere se encuentra en estado de nervios intentando adelantar la aprobación de la Ley, dejando de lado problemas más prioritarios como la reforma económica.

Pero su lucha por conseguir impunidad de los criminales no ha caído bien ni en su propio partido. El que era hasta entonces su mano derecha Gianfranco Fini -presidente de la Cámara de los Diputados- hace varios meses que se enfrenta constantemente a Berlusconi. La Ley de la Mordaza, que el propio Fini considera “ilegal e inconstitucional” fue la gota que colmó el vaso, y el Pueblo de la Libertad hoy se mueve entre la corriente de Fini y la de Bersluconi.

El pasado viernes el primer ministro le dijo a su nuevo enemigo que se le echaría del partido si seguía boicoteando la Ley de la Modaza. Este lunes Fini le ha sugerido que intente echarle: “La Constitución está de mi lado y si el Pueblo de la Libertad se rompe ya surgirá otro partido”.

La seguridad de las palabras de Fini viene amparada de las continuas manifestaciones que se producen en Italia desde que salió a la palestra el proyecto de Ley. El viernes el sindicato nacional de la prensa (FNSI), el movimiento ciudadano opositor Pueblo Violeta, miles de italianos anónimos salieron por las calles de Roma, Turín o Milán para dejar claro que no permitirá que la normativa salga adelante, y para convocar una nueva huelga de noticias para el próximo 9 de julio.

Mientras los ciudadanos se manifestaban, Berlusconi desde Sao Paulo ordenaba acelerar la tramitación de la Ley y se reía de los manifestantes sugiriendo que se hiciera una huelga de lectores de periódicos para protestar contra la “desinformación”.

El segundo enemigo que le ha salido a Bersluconi es el presidente de la República Giorgio Napolitano, quien ya no tiene pudor en demostrar su animadversión hacia Il Cavaliere. Napolitano ha mostrado su descontento con la normativa de la Mordaza y ha instado al primer ministro a dedicarse “al ajuste presupuestario”.


EL MINISTRO SIN CARTERA DIMITE

La dimisión este lunes del ministro Aldo Brancher ha sido la guinda del pastel. Brancher había firmado su cargo hacía apenas 17 días. Primero le ofrecieron la cartera de Federalismo y después la de Subsidiariedad y Descentralización, ambas inventadas y desconocidas para el resto de la política italiana.

Pero la urgencia de darle un cargo no era otra que la de evitar que pasara por la Justicia, ya que cinco días después de ser nombrado se acogió a la ley del legítimo impedimento, que permite a los ministros no ir a juicio en función del cargo que ostentan. Bancher, íntimo amigo de Berlusconi y dirigente de la empresa del primer ministro, Fininvest, tiene un currículo a la altura del primer ministro.

Se le juzga por apropiación indebida de un millón de euros por el intento de compra de del Banco Antonveneta. Este ex sacerdote paulino fundó la primera empresa de publicidad de la revista Famiglia Cristiana. En 1982 entró a trabajar en Fininvest, y en 1992 acabó imputado en el proceso Manos Limpias por financiación ilegal y falsedad de balance. Fue arrestado durante tres meses en la cárcel de San Vittore y consiguió salir gracias a la ayuda de Il Cavaliere.

Tanto Giorgio Napolitano como Gianfranco Fini se han opuesto con vehemencia a la participación política de Brancher. El presidente de la República llegó a declarar que a él no le afectaba la ley de impedimento porque “era un ministro sin cartera y no tenía ningún ministerio que organizar”.

La presión ha terminado por hacer que el amiguísimo de Berlusconi dimitiera. Lo ha hecho este lunes, pero con el objetivo de conseguir un proceso abreviado para obtener una reducción de un tercio de la pena.

La oposición, Napolitano y la corriente de Fini han festejado la dimisión. En estos momentos el presidente de la Cámara de los Diputados se siente más poderoso que nunca y le ha vuelto a advertir al primer ministro que no le importa que se rompa el Pueblo de la Libertad, el partido que les unió y que si ahora se divide podría hacer que se produjeran elecciones anticipadas, ya que Berlusconi se quedaría sin mayoría. Il Cavaliere se ha quedado sólo, su nombre ya está asociado a la ilegalidad.

Berlusconi se desmorona