jueves. 28.03.2024
Alan García saluda a Ollanta Humala en la Puerta de Honor del Palacio de Gobierno.
Alan García saluda a Ollanta Humala en la Puerta de Honor del Palacio de Gobierno.

En lugar del balance ante el Congreso el presidente dará un mensaje a la nación la víspera de dejar el Palacio de PizarroAlan García se cura en salud y anuncia que el próximo jueves, día 28, no estará en el Congreso para entregarla la banda presidencial a Ollanta Humala. Escarmentado por la enorme batahola que se produjo cuando acabó su primer mandato, en 1990, García dice que no hay ninguna obligación legal y que, por tanto, no se debe considerar como un desaire para el nuevo presidente.

La tradición indica que el presidente saliente acude al Congreso, donde hace un balance de su mandato y entrega la banda presidencial a su sucesor. El primer mandato de Alan García terminó con una hiperinflación que casi llegó al 3.000%. A la profundísima crisis social, que incluyó el desabastecimiento de artículos de primera necesidad, se sumó el período más sangriento del terrorismo combinado de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, junto a numerosos actos de corrupción.

Este fue el marco en el que se desarrolló el acto de traspaso de mando en el Congreso (a Alberto Fujimori), aquél 1990. Como puede aún verse en imágenes de You Tube, el acto empezó y terminó con un tremendo escándalo, en el que se escucharon insultos, abucheos y el abandono de buena parte de los parlamentarios. “Es preferible no dar rienda suelta de esas pasiones que deslucen delante de jefes de Estado invitados”, dijo Alan García, añadiendo que es mejor que el presidente abandone la Casa de Gobierno en el momento en que el nuevo mandatario preste juramento.

En lugar del balance ante el Congreso el presidente dará un mensaje a la nación la víspera de dejar el Palacio de Pizarro. Y al día siguiente asistirá a un Te Deum en la Catedral. Esta decisión ha sido criticada, entre otros, por el exresidente Alejandro Toledo, que pidió a García que respete la tradición por respeto al pueblo.

Lo cierto es que Alan García dejará su presidencia en muchas mejores condiciones que en 1990. Una de las razones más poderosas que lo impulsaron a volver a ser presidente después de su desastrosa primera experiencia fue reivindicarse ante la historia. Poco antes de asumir su segundo mandato, confesaba que se jugaba el epitafio de su tumba y que no quería que el mismo fuera “fue tan imbécil que se equivocó dos veces”.

Lo ha conseguido a medias. Terminará su mandato con un discreto 42% de aprobación (su antecesor, Alejandro Toledo, se fue con un 33%). Incluso hay un 11% que se manifiesta dispuesto a volver a votarlo en 2016. Pero el rechazo es muy importante, 54%, un porcentaje que se mantuvo constante durante todo su segundo mandato. Y esto a pesar de que algunas cifras económicas, sobre todo el crecimiento, son envidiables.

El gobierno estima que este año el PIB crecerá un 6,5%, un retroceso respecto al 8,7% del 2010. De hecho Perú es el país que más creció en la última década en América Latina y lo hizo a tasas que no se vieron afectadas por la crisis global. La inflación nunca superó el 3% anual. Ha sido un período de importantes obras públicas y de un aumento espectacular en las exportaciones. Entre 2005 y 2010 Perú subió 24 puestos en el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU.

Un estudio de la Fundación Getulio Vargas, de Brasil, colocó a Perú entre los cuatro países con mejor clima económico en América Latina, subrayando que el país está con una economía en fase expansiva. Y prácticamente cumplió con su promesa de campaña de hacer de Perú un nuevo Chile, país que era considerado un modelo para América Latina. Un informe del Banco Mundial dice que todo esto es producto de buenas políticas y también buena suerte, sobre todo los buenos precios de algunos productos de exportación del Perú, como plata (primer exportador del mundo), cobre y zinc (segundo) y oro (sexto).

Pero hay la sensación de que este crecimiento no tuvo como consecuencia una mejor distribución del ingreso, a pesar de que el gobierno afirma que se redujo la pobreza del 50% al 35% actual. Esto explicaría el triunfo de Ollanta Humala, que recibió sobre todo el voto de las regiones campesinas empobrecidas. Y también explicaría que la segunda vuelta electoral otro populismo, este de derechas (Keiko Fujimori), fuera quien disputase la presidencia.

Además, el legado de García deja nuevamente el mal olor de la corrupción y temas importantes sin resolver. Entre ellos, un importante movimiento contra empresas mineras. Y en el aspecto político, una crisis terminal del APRA, el gran partido tradicional del Perú, el mismo del presidente, que fue incapaz de presentar candidato presidencial en las pasadas elecciones.

Alan García no entregará la banda presidencial a Ollanta Humala ni asistirá a la jura