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NUEVATRIBUNA.ES- 09.10.2009

Barack Obama lleva la carrera política de los récords. Contra todo pronóstico se convirtió en el candidato demócrata de Estados Unidos abatiendo a la maquinaria política de los Clinton. Después conseguiría convertirse en el primer presidente negro de su país y en uno de los cinco mandatarios más jóvenes que han tomado las riendas del ‘imperio americano’.

Este viernes Obama ha vuelto a superar todas las marcas. Ha vuelto a sorprender. En esta ocasión porque el comité de los Nobel ha decido otorgarle el premio de la Paz. Por primera vez un presidente en activo recibe este galardón.

La primera pregunta al conocer la noticia es ¿Por qué Obama? Teniendo como contrincantes a activistas de derechos humanos que se juegan a diario su vida en conflictos en Colombia, China, Rusia…etc. ¿Por qué dárselo a un mandatario que hace apenas nueve meses que está en el Gobierno?

El comité de los Nobel no ha tardado en justificar su elección. “Consideramos que merece el galardón por estimular el desarme nuclear y por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Los sabios del Nobel continúan: “Como presidente, Obama ha creado un nuevo clima en la política internacional. La diplomacia multilateral ha recuperado un puesto prioritario, con énfasis en el papel que pueden desempeñar la ONU y otras instituciones internacionales”.

Las explicaciones del jurado no son del todo convincentes. A no ser que en este premio primen más las palabras que los hechos, que hasta ahora es a lo que se ha dedicado el galardonado. Si repasamos los últimos nueve meses de Obama es importante recordar que una de las bazas fuertes de su programa electoral era el cierre inmediato de Guantánamo. Hace apenas un mes el mismo presidente reconocía que el cierre no se podría hacer hasta fines de enero de 2010. “Hemos encontrado más dificultades de las esperadas”, decía.

El premio le reconoce sus esfuerzos por impulsar el proceso de paz en Oriente Medio y fomentar la lucha contra el cambio climático. En lo que se refiere al conflicto palestino-israelí, no ha conseguido nada que no intentaran sus predecesores: buenos gestos y pocas acciones.

El mandatario norteamericano ha criticado los asentamientos israelíes y las políticas del Gobierno de Netanyahu. Sin embargo los asentamientos continúan, y es más, Israel ha ampliado sus colonias en el territorio palestino y no se ha comprometido a la petición del presidente norteamericano de congelar su expansión colonial durante un año. La respuesta de Obama en los ataques de Gaza del pasado mes de enero tampoco fue contundente.

En lo relacionado con el cambio climático también siguen primando las buenas palabras. Hasta ahora Estados Unidos continúa sin firmar el Protocolo de Kioto. La administración Obama se ha comprometido a no aumentar las emisiones de CO2 pero no a disminuirlas, siendo uno de países más contaminantes del mundo. Es cierto que el norteamericano ha solicitado a otros líderes mundiales reuniones privadas para preparar la cumbre de Cambio Climático del próximo diciembre en Copenhague, pero por ahora todo se queda en reuniones.

Otro de los motivos por los que argumentan el premio, es su apuesta por el desarme nuclear. Este punto es quizás el más coherente. El pasado mes decidió anular el proyecto de Bush sobre el escudo antimisiles en Polonia y la República Checa, lo que llevó a Rusia a acordar con EEUU una reducción de su arsenal atómico, al que se sumaron más tarde otros países. En este caso se puede hablar de acciones positivas.

Sin embargo es un tanto paradójico que el actual Nobel de la Paz, sea un presidente que ha aumentado el gasto en Defensa. También ha mandado más tropas a Afganistán y desoyendo las advertencias de los países latinoamericanos ha firmado un convenio para instalar siete bases norteamericanas en Colombia. Decisión que creó una grave crisis en la región latinoamericana.

Es cierto que Barack Obama respecto a su predecesor, George Bush, podría ser la Madre Teresa De Calcuta (también Nobel de la Paz) pero eso no puede cegar a la comunidad internacional haciendo que primen los símbolos frente a los hechos. La elección del nuevo presidente norteamericano fue celebrada mundialmente, y supuso un cambio de rumbo en la administración de Washington. Pero si Obama hoy es el motor que “ha dado esperanza en el mundo” (palabras textuales del comité de los Nobel) deberíamos empezar a preocuparnos.

¿Por qué Obama?