viernes. 29.03.2024


Hace un par de días en compañía de otras personas preocupadas por la atrocidad que los regidores del Ayuntamiento están perpetrando, estuvimos visitando el escenario de este nuevo atentado paisajístico y cultural, más propio del ISIS que no de un país integrante de Europa.

En estos días, a partir del lunes de semana santa, el Ayuntamiento de Madrid está llevando a cabo una tala masiva de arbolado en el Paseo del Prado en Madrid (hasta casi 300 árboles) con el vergonzante pretexto de salvaguardar la seguridad física de los vecinos, a raíz de dos víctimas mortales por caídas accidentales de ramas en otros lugares (uno el Retiro), en días ventosos del pasado invierno.

(En la fotografía, Lágrimas de Van der Weyden tras contemplar el horror de lo que está pasando en el Paseo del Prado Foto: José Manuel Ballester)

Un ejemplo más de chantaje emocional y de manipulación de la desgracia ajena. Es su particular translación de esa práctica tan detestable y cada vez más frecuente y extendida de “legislar en caliente”.

Resulta desalentador observar la nula sensibilidad de una gran parte de la ciudadanía, en apariencia “cloroformizada “ante un hecho de tal gravedad. Seguramente las fechas aviesamente elegidas para consumar la fechoría han contribuido a que haya pasado como si nada ante vecinos desprevenidos o confiados ….¡hasta la baronesa estaba ausente esta vez por vacaciones mientras se han derribado numerosos árboles frente al museo Thyssen!

Árboles marcados con un punto rojo que desaparecerán del Paseo del Prado en Madrid. Foto: José Manuel Ballester.

Se trata de un exterminio masivo que proyecta sobre el indefenso mundo vegetal el trasunto de la ideología eugenésica del Aktion T4. La marca del punto rojo sobre los 300 árboles sentenciados viene a ser, en su forma, como un eco tenebroso de aquella ignominia.

Es muy posible que muchas de las “victimas” por su especie y edad puedan considerarse ancianas. Además no eran –dicen- más que sophoras y populus (chopos) Y tampoco es descartable que buena parte, por las mismas razones de edad y sobre todo por la incuria y el prolongado desamparo que han sufrido, estuviesen seriamente enfermas; en no pocas ocasiones víctimas del contagio de los hongos propiciados por las propias podas y aún más por la maquinaria que se han visto obligados a usar los empleados a quienes se encomendaban las mismas.

Vendría a ser algo así como si a los médicos encargados de vacunar a toda la población se les facilitara en la campaña una sola jeringuilla. Resultado, en vez de curar estarían provocando todo lo contrario, contagiar la enfermedad. Ejemplos de esto hay, y numerosos, entre los árboles que de momento aún se mantiene en pie. De igual modo que ahora, con ocasión de la tala precipitada, se han producido “daños colaterales”, quién sabe si irreparables, sobre algunos de los supervivientes, entre otros algunos de los madroños situados en el bulevar, en el tramo Huertas- Atocha, frente al Botánico.

(Daños colaterales del arboricídio. Madroño malherido- Fotografía: Jesús Gago)

Ni la frágil salud de las “víctimas” ejecutadas, ni los potenciales riesgos para la seguridad, predicados de forma genérica, en vez de caso a caso individualizada  y concretamente, pueden aceptarse ni de lejos como excusa de tan zafio proceder.

Hagamos un símil no exagerado con lo que les ocurre a los edificios, que también ocasionalmente se derrumban.

Aunque en las actuales circunstancias resulta hasta temerario dar ideas, imaginemos por un momento el caso de barrios enteros – Lavapiés, por ejemplo,-compuesto de edificios muchos de ellos muy envejecidos y deteriorados, incluso con precariedad y evidentes deficiencias estructurales ya en origen. ¿Sería razonable asolar esos barrios con el buldózer por el mero hecho de su vetustez y mal estado?

Afortunadamente los impulsos catetos revestidos de modernez, que no hace tanto tiempo llegaron a proponer su arrase y sustitución extensiva por inmuebles “modernos”, dieron paso afortunadamente a un tratamiento respetuoso y atento hacia los valores históricos, culturales y sociales, y a ensayar propuestas y procedimientos de rehabilitación ad hoc, lejos de un supersticioso culto al mantenimiento de todo por encima de todo.

Ha de estudiarse edificio a edificio para dictaminar con precisión su estado y las posibilidades para su racional reutilización, proyectando en consecuencia las obras necesarias. Para eso se crearon las ITES (Inspección Técnica de Edificios) frente a las fraudulentas declaraciones de ruina con fines puramente especulativos.

Y en contados casos, cuando el ‘reuso’ resulte por entero inviable, podrá  procederse a su completa demolición en caso de emergencia y tras el oportuno procedimiento individualizado de “declaración de ruina inminente”. Y del mismo modo habría que proceder con los árboles: diagnóstico y propuesta caso a caso y actuación dentro de un plan diversificado y con prioridades.

Pero ahora ni lejanamente  estamos ante un similar proceder sino más bien en sus antípodas

¿Cómo no evocar un Proyecto que- confiados- imaginábamos durmiente en un venturoso olvido?. ¿Renace acaso el más que discutible Plan Especial para el Eje Prado-Recoletos, ahora con la infausta compañía de un escuadrón de podadores armados con motosierra y lanzados por sus zafios comandantes a un ataque contundente?

(Alineación “despejada”, lista para una eventual ampliación de calzada. Fotografía: Jesús Gago)

Hagamos memoria. Hace aproximadamente 7 o 8 años, en los estertores del ciclo burbujil, el Ayuntamiento de Madrid (Gallardón reinante) decidió sin mayores explicaciones almacenar ese Plan en el congelador.

Su génesis, con sus múltiples y sucesivas alteraciones,  no estuvo exenta de polémica y contestación, no por minoritaria menos cualificada. El Plan, que sobre todo originariamente afectaba a un número de árboles muy superior a los abatidos ahora,  llevaba, ¡como no¡ , un inventario y diagnóstico muy pormenorizados, detallando el tratamiento de cada uno de los ejemplares inventariados.

Y entonces, al igual que ahora, dicho dictamen había sido encargado, redactado y pagado como “estudio de parte”. Y entonces, hace exactamente 10 años ( mayo de 2005), como ahora, muchas de las “extracciones” de los árboles “afectados”  se justificaba en motivos de seguridad , aunque curiosamente al mismo tiempo, en el complementario Estudio de Incidencia  Ambiental, en el apartado dedicado a enumerar los efectos del Plan, se dijera textualmente ( página 81 ) : “Efectos sobre la seguridad y salud de la personas : No existen cambios significativos”.

De entonces a hoy no ha habido, que se sepa, ninguna caída; y si es que ha habido algún derribo de árboles, ha sido anecdótico y por muy visibles razones de urgencia

De nuevo hoy, con ocasión de este salvaje suceso se nos asegura que la actuación es el resultado de un concienzudo Estudio, con la diferencia de que ahora ni se ha publicado como sí se hizo antaño, ni se facilita su consulta, ni siquiera a los grupos municipales de la oposición.

¿Se trata una vez más –cosa frecuente en la burocrática administración que soportamos- de la repetición de un mismo trabajo, con idéntico objeto, pero eso sí doblemente pagado?. ¿Puede haber incluso alguna connotación adicional, surgiendo como así ha sido, en el ambiente enrarecido en que han germinado tantas redes de corrupción en connivencia con las empresas productoras de estudios e informes ( gürtel, eres, púnicas, noos… en una ominosa lista interminable) ? ¿ Hemos de confiar en la buena fe de quien ha promovido semejante felonía- Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad- teniendo como tienen sus actuales responsables predecesores tan insignes como la nueva (¿?) e imperturbable  candidata Aguirre (1991, tras un turbio y múltiple tráfico de tránsfugas que desplazó al socialista Barranco), su sucesor y fiel escudero López Viejo (1999,¡Limpieza¡ y Desarrollo Ambiental  ) y finalmente Botella (2005 -2011)

Ese mismo compartimento pomposamente autodenominado Área de…Medio Ambiente y Movilidad, pareja contra natura, poco menos que irreconciliable, como el agua y el aceite o los sindicatos verticales de patronos y obreros. El mismo que, año tras año, suspende internacionalmente tanto en una cosa como en otra: ni combate el dióxido de carbono ni propicia el transporte público, al que hunde con sucesivos recortes.

Desde ese origen y con tales antecedentes ¿quién puede confiar en que de ahí emane un Plan sensato para unos pobres árboles- a los que nadie antes se ocupó de atender- aun dando por buena la versión de su enfermedad generalizada, epidémica y peligrosa para la seguridad de las personas?.

Si en realidad de eso se tratara, en vez de arrancarlos todos a la vez, se podría y se debería hacer–porque sí se puede- una tala gradual escalonada y bien estudiada de aquellos en muy mal estado, con su correlativa reposición en su mismo lugar y con el complemento de otros ejemplares jóvenes junto a los supuestamente enfermos para cuando les llegue el momento de su tala tengan al lado otro ejemplar ya maduro.Todo ello en la estación más propicia que no es precisamente la primavera Pero no es de estos mismos responsables municipales que  todavía tenemos – ojalá de modo ya efímero- de quien cabe esperar algo semejante.

Va casi ya para un siglo que un gran sabio (Albert Einstein ) nos previniera: “El mundo es el desastre que tenéis ahí delante, no tanto por la conjunción de desgracias causadas por los malhechores, sino por la inercia con que se deja llevar la gente de bien que lo ve y se queda ahí mirando como si tal cosa”.

Y sin embargo ahí seguimos

Cuantos anhelamos la sustitución de los que llevan detentando durante más de un cuarto de siglo el gobierno de esta ciudad, no podemos permitir que el mes que viene los sucedan sus clonados continuadores.

Quienes están ahora llamados a sustituirlos han de exigir sin más tardanza una Moratoria, para que actos como los de estos días no se repitan nunca más, o para que no se suscriban precipitadamente sobre otros asuntos trascendentales  más hipotecas contra nuestro futuro

Y aunque este último atropello a los bienes comunes en el Paseo del Prado por desgracia sea ya irreparable, búsquese al menos un remedio.

¡Comprometeos a reponer de inmediato, una vez que resultéis elegidos, los árboles abatidos, replantando en idénticos lugares otros de porte igual o superior!

No nos defraudéis por favor, quizás sea esta la última oportunidad.

Mientras tanto, quienes estamos indignados, rendiremos homenaje a los árboles caídos, plantando un memorial junto a los tocones o las huellas testigo de la barbarie.


Jesus Gago. Arquitecto y Urbanista. Premio Nacional de Urbanismo por primera vez en 1979 y por última en 2005. Jubilado y Activista. Miembro desde su fundación del Club de Debates Urbanos (CDU).

La motosierra y los bárbaros