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nuevatribuna.es | PD | 02.12.2010

En la inauguración de las negociaciones de clima de la ONU en Cancún, que comenzaron el lunes y culminarán el viernes 10 de diciembre, Japón anunció que incluso abandonará el único tratado existente para tratar de frenar el cambio climático:el Protocolo de Kioto. Lo paradójico es que este tratado histórico fue acordado en Japón, que presidió la tercera conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en 1997.

Yuri Onodera, de Amigos de la Tierra Japón dijo: “La decisión de Japón de abandonar el Protocolo de Kioto muestra la grave falta de reconocimiento de su propia responsabilidad histórica y moral. Con esta posición Japón se aísla del resto del mundo. Lo que es peor, este paso perjudica las actuales negociaciones y es una grave amenaza al progreso que se necesita en Cancún.”

Las negociaciones de clima de la ONU en Cancún son visualizadas como una prueba fundamental en la que es posible reestablecer la credibilidad del
proceso multilateral de las negociaciones de clima y la confianza de los países en desarrollo. Los países en desarrollo ya están sufriendo los impactos del cambio climático provocados por los países desarrollados como Japón. Sin embargo, Japón dejó más que claras sus intenciones en los dos primeros días en Cancún: dice que no se adherirá a la siguiente fase del Protocolo de Kioto bajo ninguna circunstancia, una posición confirmada en Tokio por el Primer Ministro japonés, Naoto Kan.

Amigos de la Tierra Internacional exige en forma urgente que Japón reconsidere su posición y deje de estancar las negociaciones de clima que
acaban de comenzar. Todos los países desarrollados deberían acordar la reducción de sus emisiones en al menos 40 por ciento para 2020, sin recurrir a la compensación de carbono, y comprometerse a esto en virtud de un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto.

En el aspecto de la financiación de ayuda al desarrollo, las diferencias son también enormes, aún en este momento, entre las delegaciones oficiales,
Por otra parte, el aún presiente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva ha dado un portazo suspendiendo su prevista presencia en Cancún. "La COP-16 en México no va a acabar en nada. No veo ningún gran liderazgo. Como mucho van los ministros de Medio Ambiente de los países, no se si irán siquiera los ministros de Relaciones Exteriores. No habrá avance, no habrá pacto", manifestó el mandatario brasileño.

Lula fue una de las estrellas mediáticas de la fracasada cumbre de Copenhague del pasado años, sin embargo ahora ha decidido enviar en su lugar a la ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, que probablemente continúe en el cargo con la presidenta electa, Dilma Rousseff.

El líder brasileño calificó de confusos los acuerdos que se están negociando para financiar la lucha contra la deforestación en las grandes selvas de América Latina, Asia y África, aspecto fundamental para frenar el cambio del clima planetario. "Presentan la idea de una financiación muy nebulosa", dijo, aunque aseguró que esto no impedirá que Brasil mantenga sus compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 39 % y la deforestación amazónica en 80 % para 2020, sin financiación internacional.

La reacción del representante oficial de México, el embajador Luis Alfonso De Alba, no se hizo esperar y manifestó: "Si se espera un “big bang” en Cancún, o en cualquier otro lado, se comete un error. Las condiciones internacionales, la complejidad de las negociaciones no permite en una sola decisión, en un solo momento, resolver todos los problemas. Lo que hemos escuchado los últimos días es bastante alentador para trabajar en un conjunto de decisiones ejecutables de manera inmediata".

El negociador mexicano expresó su confianza en que en la cumbre de Cancún se pueda lograr el compromiso de reducir 18 o 19 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero GEI en el mundo e hizo hincapié en la valoración de las propuestas de China e India de contener el crecimiento de sus emisiones para el 2020 entre el 40 % y el 45 % y el 20 % y 25 %, respectivamente, mientras que Estados Unidos ofrece reducir tan solo un 17 % los niveles respecto al 2005.

Japón dice no a todo y Lula da un portazo