sábado. 20.04.2024
plaza-de-espana

Noam Chomsky advierte a sus alumnos que no admite preguntas por Twitter y menos aún contestar a las mismas por el mismo medio, argumentando que en ciento cuarenta caracteres es difícil formular una pregunta y una respuesta con un mínimo de rigor intelectual

El Ayuntamiento de Madrid ha convocado un proceso de ‘participación ciudadana’, abierto a todos los madrileños, sobre la posible remodelación de la Plaza de España. Un proceso que, por ahora, se concreta en la publicación de una encuesta con una amplia serie de preguntas de muy distinto carácter y contenido, a través de la web de Gobierno Abierto. Preguntas que deben ser contestadas marcando una X en una casilla, sin la posibilidad de matiz alguno.

Confundir la participación ciudadana con la simple realización de una encuesta es ya un mal comienzo. La participación exige un diálogo entre los poderes públicos y los ciudadanos, siendo los primeros los responsables de poner sobre la mesa cómo entienden la cuestión de que se trate. Un punto de partida en el que el Ayuntamiento explique, aunque sea de forma tentativa y no cerrada, cuáles son los problemas, los objetivos y las posibles propuestas. Es a partir de esta apertura como se podrá desarrollar un diálogo entre el Ayuntamiento y los vecinos de Madrid, asociados o individualmente. El Ayuntamiento no puede ser neutral en muchas de las cuestiones planteadas en la consulta.

Una encuesta no puede sustituir a un auténtico proceso de participación. Pero es más, su elaboración e implementación requiere de un mínimo rigor profesional en su metodología y formulación, al menos en dos aspectos. Primero, que las cuestiones se concreten y agrupen de forma coherente y no dispersa, confusa e incluso contradictorias, como las aquí planteadas. En segundo lugar, que se tipifique al presunto encuestado: ¿es madrileño o chino?, ¿hombre o mujer?, ¿vecino o turista?, ¿mayor o menor de treinta años?, ¿habita a menos de quinientos metros o en la Guindalera? Será muy distinta la contestación en cada situación.

En todo caso, las cuestiones planteadas en la encuesta promovida por el Ayuntamiento son suficientemente complejas como para que puedan responderse con una simple cruz colocada en una casilla, como si de un test para el examen de conducir se tratase. Noam Chomsky advierte a sus alumnos que no admite preguntas por Twitter y menos aún contestar a las mismas por el mismo medio, argumentando que en ciento cuarenta caracteres es difícil formular una pregunta y una respuesta con un mínimo de rigor intelectual. En este caso, no es aceptable solicitar a los madrileños que con una simple cruz, marcada con bolígrafo o con un clic, respondan con solvencia a las preguntas planteadas.

DEPENDE

Esta sería la palabra más adecuada para encabezar la respuesta a muchas de las preguntas que figuran en el cuestionario, en sus distintos apartados. Empezando por la primera: ‘¿Crees necesario reformar la Plaza de España?’. Salvo el ‘No sabe’, poner una cruz en la casilla del sí o del no constituye una grave irresponsabilidad cívica. Todo depende de para qué, cómo, cuándo, para quien, con qué coste, se reforma la Plaza de España.

Tal como ya he señalado, este falso proceso de participación da a entender que el departamento municipal que promueve la consulta no es capaz o no quiere hacer público cuál es el entendimiento que el gobierno municipal tiene de la plaza y de su función en el entorno inmediato y en el conjunto de la ciudad. Esperar obtener de la lluvia de crucecitas la guía para definir su proyecto para esta plaza es solo manifestación de pereza, ignorancia o desinterés. O simplemente la forma de escudarse tras la opinión de los ciudadanos frente a posibles ataques que una propuesta municipal pueda suscitar en determinados sectores del mundo empresarial, cultural, político o mediático madrileño.

En los momentos actuales, en el contexto económico y social en el que se desarrolla la vida de los madrileños y al que debe enfrentarse el nuevo Ayuntamiento, la Plaza de España no supone un problema que requiera una atención prioritaria, frente a otras zonas de la ciudad, tanto en la periferia como en el centro, que sí sufren severas carencias físicas y sociales que reclaman una intervención urgente para minorar las desigualdades existentes entre distintos barrios y grupos sociales. Pospongamos pues cualquier gran intervención que altere, de forma irreversible, la configuración de esta plaza, hasta que el gobierno municipal siente las bases para una ordenación integral de esta zona de la ciudad. Hoy bastaría con una operación de limpieza y reposición, de ornato y decoro.

Sin título

En la convocatoria de la encuesta se hace referencia a un conjunto de documentos, elaborados por el Área de Desarrollo Urbano Sostenible, para que los ciudadanos dispongan de información suficiente para responder a las preguntas formuladas.

Ciertamente, en estos documentos se recoge una amplia, detallada y solvente exposición de los trabajos, elaborados por la Dirección General de Estrategia Urbana, sobre la Plaza de España y su entorno. Una amplia y rica labor de información y diagnóstico referida a temas que incluyen la evolución histórica de este trozo de ciudad, la calidad medioambiental y paisajística, la situación de las plantaciones, las características sociodemográficas del entorno inmediato e incluso el estado de la pavimentación y el mobiliario urbano. Se presta especial atención a los problemas del tráfico rodado y la circulación peatonal, tanto en el interior de la plaza como en su conexión con la trama urbana en que se encuadra.

Resulta extraño que, disponiendo de una base tan amplia y solvente de datos y diagnósticos, el Ayuntamiento no haya sido capaz, o no haya querido, formular una propuesta de intervención tentativa, o al menos de sentar las bases para la misma, con las posibles alternativas acotadas. Tal sería la condición mínima exigible si lo que se pretende de verdad es propiciar una auténtica y eficaz participación ciudadana en un proceso de debate público debidamente articulado.

En ausencia de esta propuesta por parte del Ayuntamiento, los resultados que puedan obtenerse de la encuesta, lejos de ayudar a definir cuál pueda ser el futuro de la Plaza de España y su entorno inmediato, contribuirán a añadir confusión y ruido mediático.

Insisto. Entre tanto y en espera de que se corrija el proceso actual, lo más prudente y adecuado sería limitar la intervención en esta plaza a una labor de limpieza y restitución, de ornato y decoro.

Por último. Olvidemos la convocatoria de un concurso nacional o internacional, esperando que los sabios arquitectos y urbanistas mundiales nos digan qué hacer con la Plaza de España. Los trabajos ya disponibles en el Ayuntamiento y la calidad de los técnicos que en él trabajan, permite proyectar el futuro de esta plaza y su entorno, con una participación ciudadana debidamente estructurada. Costaría menos dinero y dignificaríamos el trabajo de los funcionarios y contratados municipales.

Remodelación de Plaza de España, ¿Encuesta o participación?