viernes. 29.03.2024
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Pedro Sánchez y Sara Hernández, secretaria general del PSOE de Madrid en un desayuno informativo.

Evidentemente, la realidad y la dignidad imponen cambios en el PSOE de Madrid

El 20-D por la noche, cuando todavía le quedaba al recuento alguna décima para alcanzar el 100% de los votos, los resultados del PSOE en Madrid hacían pensar que no se podía caer más bajo: 7 escaños y cuarta fuerza política en la Comunidad, la capital y la mayoría de los municipios de la región. Craso error, porque el despertar del lunes certificaba que aún era posible seguir avanzando hacia el fondo: 6 diputados y 0 senadores (por primera vez desde 1977).

El PSOE de Madrid se descompone cada día que pasa y cada elección que se convoca. No es un proceso que haya empezado ahora, pero nadie ha sido capaz no ya de revertirlo, sino al menos de pararlo. Es más, si Rajoy o Sánchez no son capaces de formar gobierno –algo bastante probable- y se celebran nuevos comicios en primavera, la suerte de los candidatos socialistas al Congreso y al Senado por Madrid estará echada.

Evidentemente, la realidad y la dignidad imponen cambios en el PSOE de Madrid. El problema, sin embargo, es que el simple relevo de la actual dirección no mejorará la situación, porque quienes previsiblemente aspirarán a sustituirla son al menos tan causantes del desastre como la Ejecutiva regional.

El problema del PSOE de Madrid es estructural y se resume en que la mayor parte de la ciudadanía progresista ha perdido por completo la confianza en sus responsables, empeñados en mantenerse en el poder y las instituciones de forma endogámica sin tener el más mínimo interés en plantear alternativas, ejercer un firme control del gobierno de la derecha y pisar la calle. Avejentados por tantos años en el escaño de diputado o el sillón de concejal, o habiendo llegado al mismo por cauces que nada tienen que ver con la capacidad, los dirigentes socialistas madrileños se han convertido en un grupo que causa aversión a sus posibles votantes, que les abandonan por decenas de miles cada vez que tiene ocasión de ir a las urnas.

Basta echar un vistazo a quienes una y otra vez salen elegidos para darse cuenta de que su desgaste arrastra a su partido a un hundimiento progresivamente mayor.

Está claro que en la catástrofe del PSOE de Madrid el 20-D la incompetente gestión de quienes fueron elegidos en las elecciones autonómicas y municipales de mayo tiene también su parte de responsabilidad. Han dilapidado en seis meses el respaldo ciudadano conseguido el 24-M: sin estrategia de oposición, con una carencia total de propuestas e invisible para la opinión pública tras desaparecer por completo de los medios de comunicación. Con grupos institucionales que en la Asamblea han sido arrasados por Cristina Cifuentes desde el gobierno y por Podemos y Ciudadanos desde fuera del mismo. En el Ayuntamiento de Madrid, la inanidad de una oposición tan ajena a la realidad de la ciudad como ridiculizada por aquellos a quienes apoya para gobernar el Palacio de Cibeles.

Sacar de esta situación al PSOE de Madrid no será fácil. Hubo un momento en el que pareció posible: cuando se destituyó a Tomás Gómez, que lo había convertido en una casa de locos al servicio de sus delirios de grandeza. Pero esa oportunidad también se desperdició. Sin embargo, sigue siendo necesario. Entre otras cosas porque será difícilmente imaginable que los socialistas recuperen el resuello perdido en el conjunto de España si no lo consiguen en la región capital del país.

De lo contrario, la ciudadanía de izquierdas decidirá definitivamente que su opción para intentar mejorar su vida cotidiana y sustituir a la derecha pasa por otros partidos (como Podemos), abandonando al PSOE de Madrid a su suerte porque, sencillamente, no le es útil para nada.

Para esa recuperación in extremis solo hay un camino: que renuncien a la dirección todos los de siempre, comenzando una revolución democrática que, uno a uno, otorgue el poder a los afiliados, los simpatizantes y los electores para elegir un nuevo liderazgo y ejercer un control diáfano y diario sobre los que todavía durante tres años y medio estarán en las instituciones de la región.

Y que nadie se equivoque, un nuevo intento de jugar con cubiletes de dados para elegir entre cuatro a uno de los nuestros será percibida por el electorado como el último gesto necesario para que el PSOE de Madrid pase a la historia.

PSOE de Madrid: siempre se puede caer más bajo