martes. 19.03.2024
bbva

Con la Operación Chamartín, el BBVA tiene montado un circo con dos pistas, una municipal y otra ferroviaria, donde ocurren las cosas de manera coordinada y bajo la dirección, no precisamente de un administrador público

Hace unos días publiqué, en estas páginas, las razones que debía estar esgrimiendo el Ministerio de Fomento para mantener al BBVA en su condición de eterno aspirante a desarrollar la Operación Chamartín.

Ahora escribo para decir eso tan socorrido de ya lo decía yo. La razón es que el actual titular de ese Ministerio, José Luis Ábaloscompareció en el Congreso de los Diputados/as y reprodujo, punto por punto, las razones que yo apuntaba. Eso sí, traducidas al lenguaje parlamentario, esa especie de dialecto del que se habla en la calle, pero limando sus asperezas y adecuando el tono para destacar las cosas positivas y disimular las negativas.

Dijo el ministro: a) que el tema lleva ya 25 años rodando con toda clase de informes favorables, incluidos los de la Abogacía del Estado; b) que acaban de renovar, modificando por quinta o sexta vez el contrato, su confianza en el BBVA porque el Ayuntamiento de Madrid les ha obligado a ello; c) que todos los grupos políticos municipales, es decir todos los grupos políticos, votaron a favor de ello; y d) que no se fía mucho de que termine saliendo adelante eso que dice el Ayuntamiento porque no liga a ello la suerte de la Estación de Chamartín.

Solo le faltó reconocer ese discreto encanto de la burguesía financiera del BBVA del que yo hablaba para haber conseguido el pleno en mis apuntes. Pero, conviene explicar que se trata de la razón más obvia y, por tanto, el que lo hubiera expresado así el ministro era innecesario además de políticamente incorrecto.

Aunque confirmó, a sensu contrario, que no cree que el BBVA tenga los recursos técnicos adecuados para llevar adelante el asunto, que pueda conseguir la autorización del Banco de España para financiar la operación (ya que tiene más del preceptivo 50% del capital de la compañía concesionaria) ni que le guíe otro interés que el estrictamente económico. En caso contrario, el ministro no hubiera desaprovechado la ocasión para decirlo.

En lugar de eso, se desprendía de su intervención una especie de distanciamiento, con un mensaje de fondo que podría resumirse en un "yo no he sido" ya que, o sus antecesores en el cargo, o Manuela Carmena, o los informes técnicos y económicos y, en todos los casos, la Abogacía del Estado, eran la causa eficiente de la permanencia del BBVA en la Operación Chamartín. Daba la impresión, escuchándole, de que el BBVA era algo inevitable mientras exista la Operación Chamartín. Por eso no contempló la posibilidad, por ejemplo, de que esta pueda ser controlada por un Consorcio Público y que haya un 50% de viviendas sociales, tal como propuso Rafael Simancas en el Congreso (sesión de 28 de enero de 2019 de la Diputación Permanente) que prefiere el PSOE para que se lleve a cabo la misma.

Pero hay varias cosas a comentar de lo que dijo el ministro ese día. En primer lugar, la razón que adujo para haber modificado nuevamente el contrato es que el Ayuntamiento ha cambiado el planeamiento urbanístico. Y, efectivamente, y por primera vez en esta saga, el Ayuntamiento propuso, en 2016, unas bases para el desarrollo urbanístico de la operación. Pero, esa propuesta, mereció la oposición, y hasta la amenaza de una fuerte demanda económica, por parte del Ministerio de Fomento. Desde entonces, el BBVA, en nombre de ADIF, y por tanto del Ministerio de Fomento, ha estado negociando con el Ayuntamiento la modificación de aquella propuesta municipal hasta que ha conseguido una especie de planeamiento urbanístico a la carta que ha colmado sus aspiraciones.

Así pues, decir ahora que, dado que el Ayuntamiento ha cambiado el planeamiento es la razón por la que se ha novado, otra vez, el contrato es, solo parcialmente, verdad. La verdad, completa, es que el BBVA tiene montado un circo con dos pistas, una municipal y otra ferroviaria, donde ocurren las cosas de manera coordinada y bajo la dirección, no precisamente de un administrador público.

Así, tan verdad es que hay que novar el contrato de ADIF con el BBVA porque el planeamiento urbanístico dice lo que dice, como que el planeamiento urbanístico dice lo que dice porque ADIF piensa novar con el BBVA de todas las maneras para mantener la ficción del interés general de la Operación Chamartín.

El ministro se refirió a la imposibilidad de ADIF de salirse del marco contractual de 1994 para variar el precio de los terrenos. Sin embargo, en 1997 se salió de ese marco para variar el ámbito territorial, que en principio estaba limitado a "los terrenos incluidos en el recinto ferroviario de Chamartín y sus áreas de acceso" para ampliarlo con una superficie en Fuencarral hasta más que duplicarlo. No sé si la explicación es que, por entonces, ADIF se llamaba RENFE y, entonces si se podía salir del marco contractual o habrá alguna otra explicación a nivel de Abogacía del Estado, pero a alguien le puede extrañar esto.

Ninguno de los ocho ministros del ramo que han sobrevivido al BBVA, incluido el actual, han sido capaces de explicar por qué lleva esta entidad bancaria veinticinco años demostrando su incapacidad para desarrollar la Operación Chamartín

Yo he leído, y también escrito, que todas las modificaciones, revisiones, transformaciones, adaptaciones o novaciones del contrato original de 1994, se han hecho sin nuevo concurso público, a pesar de que se han modificado el ámbito objeto del contrato, el canon, los plazos de pago del mismo y de ejecución de las obras y demás circunstancias derivadas del documento de adjudicación de un, recordémoslo, concurso público al que se habían presentado otras tres ofertas. Pues bien, alguien podría reclamar una explicación de eso en la intervención del ministro, sobre todo dado su deseo de máxima transparencia. Porque, si se pueden hacer, a estas alturas, 26 versiones, reconocidas por el ministro, para la última revisión del Contrato, ¿qué no se habrán dicho en estos veinticinco años, ya largos, de relaciones entre ellos? ¿Ni siquiera nadie ha dicho nada, hasta hace poco, del incumplimiento reiterado sobre la proporción mínima del 75% que debía tener el BBVA en la sociedad según el contrato original?

También se pudo echar en falta algún comentario sobre los informes que hicieron los servicios técnicos y jurídicos de RENFE en 1996 y 2001, aconsejando la rescisión del contrato a BBVA. Claro que esos son los dos únicos informes conocidos aunque yo no me atrevo a asegurar que sean los únicos.

Probablemente, los antecesores del actual ministro reclamen también patente de transparencia, sobre todo los que crearon el Portal de Transparencia de la Administración General del Estado, de largo nombre y cortos resultados. Yo mismo me dirigí a él en 2014 para solicitar información sobre “el Texto del acuerdo vigente o modificaciones que reflejen las obligaciones actuales de la compañía Desarrollo Urbanístico Chamartín SA para la ejecución de los derechos preferentes de Renfe según escritura de adjudicación del concurso de fecha 29 de julio de 1994, novada por otra escritura de adaptación de 1 de octubre de 1.997”, o sea, la Operación Chamartín. Recibí tres cartas, del Subsecretario del Ministerio de Fomento, del presidente de RENFE y del de ADIF, diciéndome ambos que la Ley de Protección de Datos les impedía decirme lo más mínimo.

Ahora, si la cantidad de transparencia ha aumentado hasta el grado de la máxima, que fue lo que invocó el ministro, alguien podría haber esperado un ofrecimiento por su parte para que sus Señorías, al menos, pudieran bucear en el expediente. Es probable que, si lo hubiera hecho, le hubiera salido barata la ronda ya que no creo que nadie de los que había allí se hubiera querido adentrar en esa aventura. Pero no lo hizo, con lo que, ahora, como digo, puede sonar a retórico ese pronunciamiento.

Aunque, con toda franqueza, creo que esas lagunas en la intervención del ministro en el Congreso no son achacables nada más que a quienes le prepararon los folios que leyó y, en todo caso, no se trata más que de aspectos secundarios de la cuestión. Lo esencial es que ninguno de los ocho ministros del ramo que han sobrevivido al BBVA, incluido el actual, han sido capaces de explicar por qué lleva esta entidad bancaria veinticinco años demostrando su incapacidad para desarrollar la Operación Chamartín. ¿Porque, es tan difícil de explicar que el BBVA es too big to fall de la Operación Chamartín como el reconocer que el único problema de esta es, precisamente, el BBVA y su ambición económica?

Jesús Espelosín

Operación Chamartín. BBVA, ¿too big to fall?