jueves. 28.03.2024
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Las elecciones no terminan con el recuento de los votos, sino con las sumas de representantes electos capaces de concluir un acuerdo mayoritario o suficiente para gobernar cada institución

Mientras rumores, tanteos, declaraciones públicas y contactos discretos llenan el espacio postelectoral madrileño a la búsqueda de ganancias de pescadores de alianzas y apoyos, las fuerzas políticas cuyas expectativas han sido derrotadas en las urnas pasan su particular duelo, encajan sus malos resultados o intentan maquillarlos, al tiempo que consuelan a sus miembros más afligidos y se acomodan a su nuevo peso electoral y a su nueva posición en un escenario político en el que la función aún no ha empezado y los papeles no están definitivamente repartidos. En el Ayuntamiento de Barcelona pasa algo parecido. Hay que esperar acontecimientos.  

Las alianzas políticas postelectorales se cuecen a fuego rápido y en varios escenarios en los que se interconectan diferentes tramas y por los que diferentes actores intentan armar acuerdos que les permitan conseguir papeles protagonistas en las instituciones en liza. En sentido contrario, el duelo y la reacomodación política al nuevo contexto establecido por los resultados electorales requieren tiempos más largos y la lenta construcción de una valoración y un relato comunes o parcialmente compartidos en cada formación política que les permita sanar heridas, reducir el dolor producido por los malos resultados, detectar errores para iniciar las correspondientes rectificaciones y generar nuevas energías y afanes políticos.

Las elecciones no terminan con el recuento de los votos, sino con las sumas de representantes electos capaces de concluir un acuerdo mayoritario o suficiente para gobernar cada institución. Y en esas estamos. Intentando buscar explicaciones de los resultados electorales, mientras sus impactos y efectos políticos están aún conformándose. Cuando los hechos adopten sus perfiles, volúmenes y componentes definitivos pueden trastocar nuestra percepción actual de lo ocurrido. Por ello, deberíamos callarnos unos días, si fuéramos sabios, a la espera de que los nuevos acontecimientos definan con mayor nitidez el panorama y nos permitan contemplar las vistas que ofrezca cada escenario político. Como no somos sabios, nos atrevemos, por obligación o afición a especular, a examinar lo que las urnas han desvelado hasta ahora. No es lo decisivo, pero es algo y nos ayuda a pasar la espera y a interpretar los curiosos y extraños giros y movimientos que se están produciendo estos días.

Pocas veces se puede seguir el rastro de los votos en tres elecciones diferentes en una misma ciudad, en este caso Madrid y en las elecciones del pasado 26 de mayo. La distribución de los votos entre las diferentes opciones políticas proporciona mucha información que lucha a brazo partido con ilusiones previas e ideas preestablecidas, sin que el resultado del combate esté claro: los prejuicios y la ideología, como representación distorsionada e interesada del mundo, tienen mil formas de evitar ser contrastados con la realidad; por su parte, los hechos nunca se presentan de forma nítida y completa, van asociados generalmente a la complejidad y acompañados de sombras y penumbras que invitan a diversas interpretaciones y pueden convertirse en buenas amigas de la resistencia de los prejuicios ideológicos a ser contrastados con los datos. El debate sobre los resultados electorales de las diferentes izquierdas madrileñas es una buena muestra de las dificultades para analizar un fenómeno social bastante acotado y perfectamente cuantificado en el que los números se acompañan de una mezcla explosiva de ilusiones, expectativas previas y emociones posteriores.

Por otro lado, las fuerzas políticas y las personas que han visto derrotadas en las urnas sus expectativas y sueños deben pasar su particular duelo para encajar los malos resultados y acomodarse a la nueva situación en la que los votos han puesto coto a sus ilusiones. Son momentos particularmente difíciles en los que resulta difícil examinar con objetividad lo sucedido. Hay que dar tiempo al tiempo y no hurgar en demasía en unas heridas que están supurando. Más aún, en una situación en la que todavía está todo por jugar, porque las alianzas van a definir el reparto final de poder en instituciones locales y autonómicas. Y en Madrid hay todavía mucha tela que cortar hasta el próximo 15 de junio.

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El resultado electoral de las izquierdas en la ciudad de Madrid

Entro en el examen sucinto de los votos en la ciudad de Madrid, exclusivamente en la ciudad de Madrid, obtenidos por las fuerzas progresistas en las tres elecciones celebradas al pasado 26 de mayo. Con la particularidad de que en el bloque progresista o de izquierdas, Más Madrid (la opción política liderada por Carmena y Errejón) no se presentó en las elecciones al Parlamento Europeo y que Unidas Podemos no se presentó en el Ayuntamiento, aunque Iglesias dio finalmente su apoyo explícito a la coalición Madrid en Pie Municipalista, conformada por IU, Anticapitalistas y Bancada Municipalista en torno a los concejales de estas formaciones que habían mostrado sus discrepancias con la gestión de la alcaldesa Carmena.

cuadro resultados elecciones madrid 26M

. La victoria del bloque de las tres derechas en el Ayuntamiento de Madrid ha sido por un margen pequeño, de poco más de 60.000 votos, que ha aumentado hasta los casi 65.000 en la CAM y algo más en las europeas. Se sabía que la victoria de Carmena era muy difícil en una plaza en la que el peso de la derecha y la influencia de los poderes fácticos son muy fuertes. De hecho, desde hace un cuarto de siglo, la norma ha sido la victoria electoral de la derecha.

. Carmena ha obtenido 503.990 votos, casi los mismos que Ahora Madrid (un 97%) en las elecciones municipales de 2015. Y ha concentrado el voto progresista y de izquierdas: dos de cada tres votos progresistas han dado su confianza a Carmena. Madrid en Pie Municipalista, que se reclamaba como los legítimos herederos de Ahora Madrid y de la izquierda valiente y consecuente que no se pliega a los intereses del Ibex y los poderes fácticos ha obtenido 42.856 votos: sólo uno de cada 180 votos progresistas y de izquierdas han respaldado a Sánchez Mato. Queda patente el voto y la opinión de la sociedad progresista madrileña sobre los argumentos, los programas y la confianza que inspiraban una y otra opción.

La insistencia de la campaña de Madrid en Pie en una crítica desproporcionada a Carmena y Errejón ha podido generar desánimo y una pequeña hemorragia de potenciales votos de izquierdas hacia la abstención  

3º. Iglesias dijo en su comparecencia ante los medios, al día siguiente de las elecciones, que la división en la izquierda, resta. En el caso de Madrid en Pie ha sido evidente; pero en el de Más Madrid, no. Para lo más importante, conseguir unas instituciones locales y autonómicas al servicio de la mayoría social, esa división ha podido ser decisiva. Porque no sólo de trata de las consecuencias que implica presentarse en listas diferentes (y, por tanto, competir por los mismos votos en muchos casos), sino también y sobre todo de qué tipo de campaña se hace, contra quién se dirige el grueso de las críticas que se realizan con objeto de definir un espacio político propio y qué tipo de críticas se realizan. Y en este terreno, la insistencia de la campaña de Madrid en Pie en una crítica desproporcionada a Carmena y Errejón, a los que presentaban como traidores y representantes de los intereses del gran capital o valedores de los intereses de algunos bancos y grandes constructoras, ha podido generar desánimo (ya se sabe, todos son iguales, no tenemos remedio, siempre divididos y peleando…) y una pequeña hemorragia de potenciales votos de izquierdas hacia la abstención.  

4. Carmena no ha perdido por los pocos votos conseguidos por Madrid en Pie (42.856), ha perdido por algo más (60.149). ¿Un tipo de campaña diferente por parte de Madrid en Pie, más en positivo que a la contra, más complementaria que opuesta al resto de las opciones progresistas, con más dosis de cooperación y menos de crítica descalificatoria, podría haber causado menos desorientación, crispación y sectarismo? Nunca lo sabremos, pero sí sabemos que la campaña no ha ayudado a Madrid en Pie a obtener los votos suficientes para sumar y puede haber ayudado, creando confusión y sectarismo en una parte del electorado de izquierdas, a que la derecha haya convertido en un gran triunfo su pequeña mayoría de votos (tras sumar los votos de la extrema derecha neofranquista) en el Ayuntamiento de Madrid, con el que ha podido tapar el nuevo descalabro electoral del PP (mayor que en las generales) y el fracaso de la política sectaria y frentista de C's que tenía por objetivo afirmar su hegemonía en el seno de la derecha.

5. Los votos a Carmena en el Ayuntamiento de Madrid se han dividido en tres partes en la Comunidad: algo más de la mitad, 262.000 votos, para Errejón y Más Madrid; 195.000 para Gabilondo y el PSOE; 40.000 para Serra y Unidas Podemos; y apenas 7.000 votos para la abstención y otras opciones menores (PACMA, quizás, u otras). De esta forma, 40.000 votantes (la mitad de los votos obtenidos por UP en la ciudad de Madrid en las elecciones autonómicas) han considerado compatible votar a Carmena en el Ayuntamiento, a pesar de las irresponsables indicaciones de última hora de Iglesias a favor de Sánchez Mato y Madrid en Pie. Y algo similar ha ocurrido con los más que notables resultados, 262.440 votos, obtenidos en la ciudad de Madrid por la lista a la CAM encabezada por Errejón, que se han repartido en las elecciones al Parlamento Europeo a favor de la lista de Unidas Podemos (149.000 votos), del PSOE (87.000 votos) y en menor medida, 26.000 votos, de otras opciones menores y la abstención.

6. La situación en la que quedan Iglesias y su equipo en Podemos es delicada, no sólo por sus pobres resultados en Madrid y en toda España, sino también por la gran dificultad mostrada para afrontar críticamente su actuación y su acción política, pero no parece que esté en juego su liderazgo. UP mantiene un peso institucional de cierta importancia, un respaldo electoral relativamente importantes (por mucho que esté a la baja y se haya deteriorado de forma significativa) y una implantación territorial que todavía pueden hacer valer, respecto al PSOE y, más aún, hacia sus antiguos o potenciales competidores internos. Por otro lado, la dimisión de Iglesias, ahora o cuando se confirme que sus sueños de Gobierno de coalición con el PSOE eran de muy improbable concreción, supondría un gran descalabro para Podemos, al margen de la forma más o menos rápida, amigable o explosiva que adoptara esa dimisión. Creo más previsible un lento reacomodo del equipo de Iglesias a la nueva situación política (y a los límites que imponen los resultados electorales de su acción política) y una resistencia pragmática a un progresivo desgaste (en gran parte inevitable), a la espera de tiempos más favorables. En el corto o medio plazo uno o dos años es poco probable que la dirección que encabeza Iglesias vaya a tener problemas importantes o competidores en condiciones de disputarle el liderazgo en el campo sociopolítico que hoy encabeza o representa Unidas Podemos. Otra cosa es lo que en los próximos meses pueda pintar la izquierda que encarna Unidas Podemos (supongo que poca cosa), en torno a una alianza Podemos e Izquierda Unida, en la que la creciente fragilidad de sus componentes presiona a favor de mantener su acuerdo y reafirmarse en el antiguo espacio de IU.

En España, la mayoría social progresista ha hecho bien su tarea. Concentró su voto en torno al PSOE (y a fuerzas nacionalistas y regionalistas temerosas de un españolismo excluyente y autoritario), ha derrotado al bloque reaccionario que habían conformado las tres derechas y ha concedido estabilidad a la acción política gubernamental de Sánchez durante la próxima legislatura. Harían bien las fuerzas madrileñas progresistas y de izquierdas, a las que la opinión pública y sus propios votantes sitúan a la izquierda del PSOE, en responsabilizarse de su pérdida de aliados y apoyos sociales, de las tensiones evitables entre sus componentes y de lo hecho mal hasta llegar a la actual situación. Las causas y responsabilidades no pueden ser siempre ajenas. ¿Habrá capacidad para pensar y rectificar o predominará el encastillamiento y la búsqueda de chivos expiatorios? Veremos. Vienen tiempos apasionantes y decisivos en la configuración de la representación política de la izquierda, acompañados de una estabilidad gubernamental que, pese a los muchos y difíciles obstáculos a superar, había estado ausente en los últimos años y a la que nos habíamos desacostumbrado. Comienza una nueva etapa.

Las izquierdas madrileñas ante el espejo de las urnas