miércoles. 24.04.2024
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Proyección municipal de la extensión del paseo de la Castellana. AYUNTAMIENTO DE MADRID

En mayo 2016, y antes de enterrar la Operación Chamartín, el Ayuntamiento lanzó una alternativa: Madrid Puerta Norte (MPN).

Recibió críticas pero también aplausos. Ambos, quizás paradójicamente, por la misma razón: por lo poco que parecía proponerse construir. Lo importante es que se eliminaban lastres, tanto de infraestructuras,  caras e inadecuadas, como del artificio de sobre-edificabilidad para pagarlas. Se rompía la súper-operación, antes  toda igual y maciza controlada por el banco. Se dividía en distintas porciones con  oportunidades diferentes. No eran fases, que también; significaba decir que se trataba de cosas distintas. Por primera vez en 25 años el Ayuntamiento tomó por fin el liderazgo del proceso.

Madrid Puerta Norte representaba un gran cambio. Introducía nuevos conceptos y criterios. Por eso era importante. No por sus cifras, que resultaban de hecho casuales. Ante el apremio quizás de sacar a la luz cuanto antes  la propuesta, se asignó el mismo índice de edificabilidad heredado a todas las porciones cuyas diferencias se reconocían sin embargo como trascendental novedad. Sirvió para echar a andar pero encerraba una contradicción en sí misma. Si las piezas eran tan distintas tenían que tener, y así se pretendía, distintos índices de edificabilidad. Con el mismo valor medio con el que salió, en el Sur, para el Centro Terciario de Negocios que ya se planteaba, la cifra resultaba manifiestamente escasa. En el Norte, para los nuevos desarrollos residenciales, ese índice resultaba elevado. En todo caso, no puede decirse que los números constituyeran el leivmotiv de la “propuesta municipal”.

Lo que el Ayuntamiento ha estado negociando con las otras partes implicadas ha sido, nada más o nada menos, el ajuste en cifras de Madrid Puerta Norte. En julio pasado se anunció el acuerdo. Sigue siendo Madrid Puerta Norte al que se han puesto cifras reales, factibles y exigibles.  

En el Norte se ha rebajado la edificabilidad. Serán nuevos barrios mediante los cuales sobre todo se complete, mejore y remate los ya existentes en los bordes. Nada de los proyectos anteriores puede servir de referente. Hacer juicios de intenciones basados en decisiones, imágenes o dimensiones del pasado  carece ahora de sentido. Está todo por hacer y habrá que hacerlo con esos nuevos criterios. Ahí tendrán mucho que decir los vecinos y este Ayuntamiento les deberá escuchar. Me atrevo a asegurar que lo hará.

En el Centro de Negocios se ha subido el índice de edificabilidad. La comparación internacional no admitía dudas. Quizás pueda  discutirse la cabida. La forma de colocar los edificios habrá de ser diferente. No hay una cifra cierta, que pueda deducirse de ningún proceso de cálculo semejante al que pueda hacerse en otras piezas urbanas más conocidas y usuales en la ciudad. No contamos aquí con precedentes.

Finalmente se llegó a una cifra. Es  fruto de la concertación. A algunos parecerá escasa y a otros demasiado. Ambas posturas tendrán difícil argumentar, si solo se atienen a las cifras. No se puede hablar de las cifras absolutas sin relativizarlas. Los grandilocuentes calificativos  con los que han llegado a tildarse las cifras poco ayudan al análisis.

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A la izquierda, el proyecto de Castellana Distrito Norte, y a la derecha, la alternativa Madrid Puerta Norte, del Ayuntamiento de Madrid

La discusión es nueva y de mucho mayor alcance. Lo que está en juego hoy; lo que se pone a debate, quizás eludido en 2016, es la conveniencia, o no, de que Madrid cuente con un Centro de Negocios, al modo de Paris o Londres. Es una discusión distinta y específica, ciertamente estratégica, de nivel de ciudad. Ya nada tiene que ver con la Operación Chamartín, completamente superada.

Se dan las  condiciones. En Chamartín hay un vacio solo ocupado por instalaciones de transporte  literalmente obsoletas o mejorables mediante su traslado, La máxima accesibilidad en transporte público permite, con criterios actuales, restringir drásticamente el aparcamiento que atraería coches privados. Estrechamente vinculado entonces a la estación, y la accesibilidad que esta ofrece, el Centro se convierte en una oportunidad única, ni trasladable ni troceable. Se podría decidir aprovecharla o no. Lo que no se puede pretender es hacerlo ni en otro lugar, ni repartirlo en trocitos en distintos lugares.  Siendo así, parece que ha de tener un “tamaño mínimo” concentrado en torno a la estación. Ahora bien, tiene que ser un Centro 24/7,  con vida las 24 horas y los 7 días de la semana. Eso quiere decir que necesitará otros usos y actividades y también viviendas.

El Consorcio planteado es hoy imposible. No obstante, todo esto se va a acometer de hecho en colaboración público-privada. Se cuenta con la voluntad de las administraciones y con un inversor privado que se compromete a hacerlo. Habrá que asegurar que lo hace, habiendo perdido la mayoría y el control. Es sin duda un reto pero esas son las nuevas condiciones.

El Ayuntamiento decide y lidera lo que vaya a hacerse. En el Centro, además, cuenta con una parte significativa del suelo, lo que puede facilitar la introducción de otros usos públicos como por ejemplo  la Ciudad de la Justicia.

Tras haber desechado la “Operación Chamartín” y el “Distrito Castellana Norte” no cabe ya hablar si quiera de un “todo”. Seguir sumando ahora las cantidades, al Sur y al Norte de la M30, carece  de sentido. Significa sumar cosas bien distintas entre sí.

Reconducir una operación enquistada, impulsar Madrid Puerta Norte y hacerlo con cifras reales y concertadas, es gobernar la ciudad. Bien lo sabemos los que en algún momento lo  hicimos.

Eduardo Leira, arquitecto y MCRP, ha sido cuatro veces Premio Nacional de Urbanismo, y Premio de Urbanismo de la UIA.  ue Director del Plan General de Madrid con el Alcalde Tierno. 

Chamartín: oportunidad para Madrid