sábado. 20.04.2024

Tardarán tiempo los votantes de Ahora Madrid en olvidar la imagen de Esperanza Aguirre aplaudiendo satisfecha en el Pleno del Ayuntamiento la abstención del partido de Manuela Carmena que tumbaba la propuesta del PSOE para acabar con los nombres franquistas en el callejero de Madrid, previamente pactada y hasta rubricada por los dos grupos de la izquierda.

Como también le costará a la portavoz socialista en el Consistorio, Purificación Causapié, borrar de su memoria el ridículo al que la sometió el repentino cambio de opinión de Ahora Madrid, operado a la carrera durante el pleno y ni siquiera comunicado a la autora de la moción. A buen entendedor, pocas palabras bastan: la inanidad del PSOE en el Ayuntamiento es tal que el coste de romper un acuerdo firmado con esa formación es prácticamente nulo.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que los madrileños no tengan que escribir en la dirección de una carta Calle del General Varela o de los Héroes de la División Azul?, ¿cuánto tiempo para dejar de imprimir en una tarjeta de visita Calle del General Moscardó o Calle de Agustín de Foxá?

Puede que poco, a tenor del interés de Ahora Madrid en llevar un plan integral de derechos humanos al pleno del mes de diciembre, que debería aprobar la operación de los cambios en el callejero.

Aunque quizá para las víctimas directas todavía vivas del Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, la guerra de civil y la dictadura, o para los familiares de quienes fueron fusilados, perdieron la vida por las torturas o dejaron este mundo en el exilio sin ningún reconocimiento por su defensa de la democracia y la libertad, el problema no sea que el nombre de los franquistas desaparezca en enero o en mayo, sino el oprobio de que una cuestión tan solemne haya sido objeto de mercadeo preelectoral entre la izquierda para chanza de la derecha.

Un poco de respeto no estaría mal.

Callejero franquista: la izquierda municipal da el espectáculo