jueves. 25.04.2024

“Puedo, en fin, prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”.

Discurso de Adolfo Suárez, como candidato en el espacio electoral gratuito para su partido político, UCD, dirigiéndose a través de las cámaras de TVE a los ciudadanos en el cierre de la campaña electoral de los primeros comicios generales de la nueva democracia, el 13 de junio de 1977.


suarezTras veintiún días de campaña electoral, entre el 24 de mayo y el 13 de junio (el día 14 de junio se inauguraba una tradición en los procesos electorales españoles, la jornada de reflexión), poco más de 106 partidos políticos, aunque sólo 22 de ellos en todas las circunscripciones electorales, 5.343 candidatos (sólo 557 de ellos mujeres), concurren a los históricos comicios del 15 de junio de 1977. Todos lo son, históricos, pero cuánto lo fueron aquéllos en el sentido de hito, de novedad ilusionante. No se habían completado dos años tras el fallecimiento del dictador y ya habían tenido lugar las primeras elecciones democráticas en más de cuarenta años. Casi un 79% de quienes estuvieron en condiciones de poder votar lo hicieron, lo que habla de un índice de participación elevado y de las expectativas de una sociedad que ya tenía la seguridad de que el franquismo era algo del pasado, de que la democracia tal y como la ejercían sus vecinos europeos había llegado para quedarse o debía de quedarse y para eso era imprescindible decidir en manos de quiénes dejar la gestión del futuro.

Para que el proceso electoral contara con todos los aditamentos necesarios que permitieran hablar de una auténtica democracia había sido necesaria la desaparición de la censura −algo que de una manera no oficial, meramente formal, venía ocurriendo ya desde el año 76, aunque también con normas como la que en febrero de ese año suprimía la censura previa en los guiones de las películas cinematográficas− y para ello el Gobierno promulgó, dos semanas antes de convocar las elecciones, el 1 de abril de 1977, el Real Decreto-Ley 24/1977 sobre Libertad de expresión, por medio del cual se garantizaba el derecho a la libre información y se hacían desaparecer cuantas limitaciones tuvieran hasta entonces en su cometido los medios informativos. Además de las obras gráficas o sonoras “que se hicieran portadoras de mensajes pornográficos y obscenos”, tres asuntos quedaban fuera de la preceptiva libertad de expresión, aquellos que atentaran contra la unidad de España o supusieran algún escarnio de la Familia Real o de las Fuerzas Armadas. La norma sería no obstante derogada y sustituida un año más tarde por medio de la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, de Protección jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona, por medio de la cual se establecían las garantías jurisdiccionales de las “libertades de expresión, reunión y asociación, la libertad y secreto de la correspondencia, la libertad religiosa y la de residencia, la garantía de la inviolabilidad del domicilio, la protección jurídica frente a las detenciones ilegales y, en general, frente a las sanciones impuestas en materia de orden público”. No obstante, en aquellos tiempos perduró algo de la vieja censura, pues se ejerció, presionadas las autoridades civiles por destacados miembros de la Fuerzas Armadas, “casi una libertad vigilada” (en palabras de Giulia Quaggio), como muestra la peripecia de los actores del grupo de teatro Els Joglars, incluido su director, Albert Boadella, que, en el otoño de 1977, resultaron detenidos acusados de injuriar precisamente a los militares. Todo lo que rodeó aquel asunto fue bastante esperpéntico pero demostró en definitiva el cierto grado de inspección que en los primeros tiempos transicionales ejercían las Fuerzas Armadas respecto de los espectáculos y las publicaciones. En el asunto de Boadella habría que esperar a que en el año 85 el Gobierno, entonces socialista, emitiera una disculpa oficial que cerrara el caso.

El triunfo en medio de aquella sopa de letras fue a parar a la UCD de Suárez, la a todas luces heterogénea coalición electoral que en agosto de aquel año se transformará definitivamente en un partido político, pero tal vez convenga tener presente una muestra de los principales resultados de aquella jornada tan significativa, no sin antes hacer una valoración de aquellos comicios, ayudándonos para ello de lo que al respecto escribió Fusi, cuando afirmaba que el resultado de las elecciones de 1977 “fue la consecuencia de lo ocurrido desde 1975, la confirmación del sentido histórico que tuvieron quienes pensaron que el país quería una salida democrática gradual y moderada tras la dictadura de Franco”.


Extracto del libro del autor publicado por Sílex ediciones titulado La Transición.

Las primeras elecciones de la Transición