@Montagut5 | Azaña militó en tres partidos políticos. Comenzó su compromiso político en el Partido Reformista en el año 1913. El Partido Republicano Reformista nació en abril de 1912 en un banquete y homenaje a Melquíades Álvarez, la figura fundamental de esta formación política. En ese acto, el político asturiano pronunció un discurso donde expuso que lo que pretendía era reorganizar a los republicanos históricos que coincidían con él y con Gumersindo de Azcárate, y que la formación tendría vocación de gobierno y sería reformista. Al año siguiente, Álvarez dio un importante discurso político en el madrileño Hotel Palace, en el que defendió la necesidad de que se emprendiese una profunda reforma constitucional para democratizar el sistema político. En esos momentos ya era evidente la crisis del turnismo entre los dos partidos dinásticos, el conservador y el liberal, formaciones que, además, estaban profundamente divididas en facciones que seguían a distintos líderes. Los intentos de regenerar el sistema desde dentro estaban demostrando su fracaso. Por otra parte, el sistema caciquil electoral estaba haciendo ya aguas.
Como hemos señalado, el nuevo partido político nació como una formación con vocación ideológica democrática, laica y gradualista. Agrupaba a republicanos que no estaban adscritos a ningún partido concreto, profesionales liberales, muchos de ellos ligados a la Institución Libre de Enseñanza y al krausismo. Las ideas del reformismo se manifestaron en la revista España. En 1913 se publicó el “Prospecto de la Liga de la Educación Política de España”, manifiesto impulsado entre otros por Ortega y Gasset y Azaña, a favor de crear una élite que fomentase el avance del verdadero liberalismo y la democracia. Era, en realidad, un texto que apoyaba el programa del Partido Reformista. El propio Manuel Azaña se afilió a la nueva formación en ese año de 1913, y que tuvo en sus filas a lo más nutrido de la intelectualidad española de la segunda década del siglo XX. En el seno de este partido intentó ser elegido diputado en varias ocasiones, pero siempre con nulo éxito. En 1918 fundó la Unión Democrática Española con un manifiesto que firmaron Unamuno, Menéndez Pidal, Américo Castro y Pérez de Ayala, entre otros.
Pero Azaña dejó de militar en el reformismo al considerar que era imposible democratizar la Monarquía a la que dicha formación había terminado por aceptar, porque el rey se había comprometido con el establecimiento de una Dictadura. El reformismo se había desprestigiado y era una opción ya inviable en 1923 para conseguir que en España imperase la democracia. Azaña, además, siempre se opuso a la solución del “cirujano de hierro”, encarnado en el dictador Miguel Primo de Rivera, para abordar los problemas de España. Azaña siempre fue firme en la defensa de sus convicciones democráticas. Ese fue el inicio del camino que le condujo hacia el republicanismo, y que tiene su principal hito con su Apelación a la República de 1924, y la creación de un grupo político, Acción Republicana, como punto de unión de un nuevo republicanismo que superase sus problemas del pasado. En 1926 se creó la Alianza Republicana. Esta plataforma política nació en la efeméride de la Primera República, el 11 de febrero, y unía o coordinaba a distintas formaciones: el Partido Radical de Lerroux, el Partido Republicano Democrático Federal, el Partit Republicà Català de Marcelino Domingo y Lluís Companys y, por último, la Acción Republicana del propio Azaña. El grupo publicó un manifiesto en el que se anunciaba su lucha política por la proclamación de la República. Este proyecto supuso una clara apuesta que pretendía modernizar el republicanismo español y acercarlo a una base social más amplia: clases medias y bajas urbanas. La Alianza tuvo sus vicisitudes en la Dictadura. El radicalismo sufrió una escisión por su izquierda, con la creación del Partido Radical Socialista. Pero este hecho no debilitó a la Alianza, ya que, al terminar la Dictadura, los radical-socialistas participaron con la Alianza en la formación de un Comité conjunto para traer la República, iniciando un proceso de conjunción con otras fuerzas republicanas de carácter regional que culminó con la creación del Pacto de San Sebastián en agosto de 1930.
Proclamada la República, Azaña pasó a jugar un papel destacado en el Gobierno Provisional. Acción Republicana obtuvo treinta escaños en las elecciones generales de 1931. No era un fuerza electoral considerable si se compara, tanto con el tirón electoral de la formación republicana más conservadora de Lerroux o con los resultados del PSOE, pero aún así, gracias a la personalidad intensa de Azaña y de algunos de sus compañeros, como Claudio Sánchez Albornoz, jugó un papel importante en la elaboración de la Constitución, así como en la labor gubernamental del Bienio Reformista.
Pero la derrota de las izquierdas en el otoño de 1933 provocó que Azaña decidiese impulsar la causa republicana progresista, aunando esfuerzos, habida cuenta de la desunión existente en el seno de la izquierda no marxista. Así pues, nació en abril de 1934 Izquierda Republicana, que fusionó Acción Republicana de Azaña, la izquierda de los radical-socialistas, que había formado el Partido Republicano Radical Socialista Independiente con Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, y la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA) de Santiago Casares Quiroga. Al nuevo partido se unieron otras pequeñas formaciones republicanas del norte. Azaña se convirtió en el presidente del Consejo Nacional de Izquierda Republicana. El nuevo órgano oficioso del partido sería el periódico “Política”, aunque terminaría por ser el oficial en el otoño de 1936.
Izquierda Republicana fue una de las principales formaciones del Frente Popular. En las elecciones de febrero de 1936 sacó 87 diputados, siendo el tercer partido en la Cámara, detrás del PSOE y la CEDA. La importancia de Izquierda Republicana fue mayor en ese momento porque se convirtió en el núcleo principal del nuevo Gobierno, ya que los socialistas no participaron en el mismo. Azaña presidió el Gobierno y, cuando accedió a la principal magistratura del Estado, es decir, la presidencia de la República, otro miembro de IR ocupó la presidencia del Consejo de Ministros, Santiago Casares Quiroga. José Giral, miembro también de IR, le sustituiría al poco tiempo de estallar la guerra.