jueves. 25.04.2024
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@Montagut5 |El considerable aumento de las huelgas en 1918 en toda España, iniciando un intenso período de inestabilidad, fue interpretado desde el poder político, económico y mediático como el intento subversivo del movimiento obrero para derribar el sistema político en un momento crítico en toda Europa. No olvidemos que la Gran Guerra estaba terminando, con el consiguiente derrumbe de imperios y monarquías, se había producido la Revolución Rusa, inspiradora del movimiento obrero en general, y la economía española se encontraba en una ya gravísima crisis, provocando situaciones de carestía y de hambre, y generando verdaderos motines, que recordaban los del pasado, por toda la geografía española, además de los propios conflictos laborales.

Pablo Iglesias quiso explicar, ante esta ofensiva de la derecha, lo que consideraba sobre las causas de las huelgas, revirtiendo la responsabilidad de las mismas a los que generaban los males que padecía una mayoría del país. Para ello publicó un artículo en el número del 7 de septiembre de El Socialista.

¿Cuáles eran, pues las causas de las huelgas, parciales para el viejo líder socialista? La nota dominante era la demanda de aumento salarial. Era una petición completamente justificada, en su opinión, por la desorbitante subida de precios, especialmente de los productos de primera necesidad. Negar esta realidad, era negar la evidencia.

¿Y las huelgas generales?, ¿por qué se producían, y qué se reclamaba en las mismas? Obedecían al encarecimiento de las subsistencias. Lo que pedían los huelguistas era el abaratamiento de las mismas.

Al final, unas y otras se debían, y así de claro era Pablo Iglesias, al mismo motivo, al altísimo precio de los artículos necesarios para la vida.

Ante esta situación, seguía interrogándose, empleando, como vemos, un método altamente atractivo para el lector, ¿eran culpables los trabajadores por recurrir a la huelga, o debían mantenerse pasivos?, ¿cabía llamarles perturbadores del orden porque pretendían luchar por sus alimentos y los de sus hijos? Si se hubiera impedido la subida de precios de esos artículos, explicaba Pablo Iglesias, el número de huelgas sería muchísimo menor, incluidas las generales.

A los obreros no se les podía culpar de acudir a este sistema de protesta, ya fuera para conseguir un aumento de salario, ya para intentar que bajasen los precios. Tampoco eran responsables de los choques que se tenían con las fuerzas del orden público, siendo las autoridades las que debían medir su empleo, en una cuestión en la que sí se mantenían muy activas, frente a la pasividad demostrada para atajar los problemas sociales.

Los verdaderos perturbadores del orden eran los gobernantes, y los acaparadores.

Pablo Iglesias seguía preguntándose sobre lo que habían hecho las autoridades para atajar el encarecimiento de las subsistencias. La Comisaría de Abastecimientos no había servido de nada porque no había impedido la acción de los que habían hecho negocio con el hambre general. No valía, en su opinión, el argumento de que la situación era mala en todas partes. Para Pablo Iglesias, en los países contendientes había más preocupación por sus respectivas poblaciones.

Los culpables de la agitación obrera eran, por lo tanto, los hombres que ocupaban el poder.

El artículo de Pablo Iglesias supone un ejercicio que nos interesa porque trata de la cuestión de la violencia en la Historia contemporánea española desde la perspectiva del movimiento obrero y de la izquierda, al plantear una visión distinta a la que la derecha siempre habría manifestado. La violencia estaría provocada por la desigualdad social profunda, pero, en este caso, concreto, en el año 1918, por algo mucho más sencillo, y a la vez, más terrible, por el hambre.


Podemos consultar el número 3328 de El Socialista.

Pablo Iglesias ante las huelgas de 1918