jueves. 28.03.2024
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La Ley Sálica apareció en España con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII

@Montagut5 | El 29 de septiembre de 1833 moría el rey Fernando VII dejando como heredera a su hija Isabel, una niña de tres años. En este trabajo recordamos los intensos acontecimientos que se produjeron desde marzo de 1830 cuando el rey promulgaba la Pragmática Sanción, seguidos por los “sucesos de La Granja” de 1832, para desembocar, al año siguiente, con la muerte del monarca.

Para entender el problema sucesorio tenemos que remontarnos a épocas remotas y fuera de nuestro país. Efectivamente, entre las leyes sálicas, recopilación de disposiciones consuetudinarias de los francos salios de la Alta Edad Media, existía una que excluía a las hijas de la herencia de las tierras de una familia. Posteriormente, esta ley fue actualizada en la Francia moderna para excluir a las mujeres de la sucesión al trono, pasando a conocerse como Ley Sálica. Esta disposición fue adoptada por otras Monarquías.

La Ley Sálica apareció en España con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII. En 1713, Felipe V promulgó un Auto Acordado en este sentido, derogando las disposiciones y reglas sucesorias tradicionales castellanas que se habían establecido en las Partidas. Este Auto anteponía el derecho de todos los varones del linaje real a heredar el trono al de las mujeres de la dinastía. En 1789, recién entronizado Carlos IV, se aprobó la Pragmática Sanción en las Cortes de ese año, pero no se publicó. Floridablanca explicaba este último hecho por cuestiones de política internacional. El Secretario de Estado consideraba que convenía no indisponerse con las otras ramas de los Borbones, reinantes en Francia y Nápoles.

Fernando VII enviudó tres veces y no tenía descendencia. En diciembre de 1829 se casó con su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. El 29 de marzo de 1830 el rey publicaba la Pragmática Sanción. Deseaba asegurar que un descendiente suyo fuera el futuro rey, aunque fuese una mujer, frente a su hermano el infante Carlos María Isidro, ya muy vinculado con los sectores más ultras y reaccionarios.

Pero, como decíamos al principio, entre 1830 y 1833 se dio una intensa lucha cortesana comenzada por los más absolutistas, futuros carlistas, que no querían que el trono fuera heredado por una niña –nacida el 10 de octubre de 1830-, ni que estuviera en manos de su madre, la reina María Cristina, prefiriendo a Carlos María Isidro, firme defensor del absolutismo regio. Enfrente estaban los cortesanos y políticos más reformistas que, ante la personalidad del infante, se decantaron hacia la solución de la hija con una regencia de la madre. Ante su debilidad buscaron el apoyo de los liberales moderados, los cuales vieron una oportunidad para acceder al poder y, de ese modo, comenzar las reformas que pretendían aplicar en todos los ámbitos.

En 1832 el rey enfermó y los absolutistas consiguieron en La Granja maniobrar en torno al lecho del moribundo para que derogase la Pragmática Sanción, restableciendo la Ley Sálica, impidiendo, por lo tanto, que Isabel reinase. Pero el monarca se restableció y anuló el decreto el 31 de diciembre, cambió el gobierno por otro más moderado, y dejó definitivamente como heredera a su hija.

El nuevo gobierno de Cea Bermúdez optó por una tímida apertura hacia los liberales, buscando apoyos, decretando una amnistía y destituyendo a todos los elementos carlistas de los resortes del poder. Carlos María Isidro decidió marchar al exilio portugués.

Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833. Isabel, con tres años de edad, heredaba la Corona y su madre pasó a ser la Reina Gobernadora. Para afianzarse en el poder frente a los carlistas, que no reconocían la sucesión, se apoyó en los liberales moderados para gobernar, a pesar de su escaso entusiasmo por el liberalismo. Por su parte, Carlos María Isidro publicó el Manifiesto de Abrantes donde se autoproclamaba rey con el nombre de Carlos V. La guerra carlista comenzaba, aunque debe tenerse  en cuenta que la cuestión sucesoria, siendo importante, no es la única que explica este conflicto.

La muerte de Fernando VII y el problema sucesorio