jueves. 28.03.2024
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Juan Luis Posada define a Julia Augusta, como “la mujer más influyente, interesante, ambiciosa y a la vez más respetable de toda la historia romana”.

Livia Drusila, así se llamaba, nace el treinta de enero pero no se sabe con seguridad el año 59 o 58 a. C. El diminutivo de Drusila significa “la pequeña Drusa” y posiblemente fuera la segunda hija dentro del matrimonio. Nació en el seno de una familia patricia de la ciudad italiana de Fundi.

Su padre fue Marco Livio Druso Claudiano, que participó en la conspiración para asesinar a Julio César y acabó suicidándose al perder en la batalla de Filipos en el año 42 a.C. Su madre era Alfidia, hermana de Audifio Lurcera, e hija de un magistrado itálico.

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Contrajo matrimonio a los dieciséis años con su primo Tiberio Claudio Nerón, con el que tuvo dos hijos Su primer hijo, Tiberio, fue emperador de Roma y su segundo hijo Druso un gran general. Fue abuela de Germánico y de Claudio, bisabuela de Calígula y Agripina y tatarabuela del emperador Nerón.

Físicamente Livia era una mujer guapa, tenía grandes ojos pero su expresión era un tanto apagada, tenía una boca pequeña enmarcada por un mentón largo y pronunciado. Era una mujer con un carácter fuerte. Livia fue una mujer adelantada a su época destacando su moderación y justicia que fueron sus guías a lo largo de su vida.

La familia de los Claudios, era en ese momento histórico de Roma, una de las más poderosas, pero se equivocaron a la hora de escoger bandos políticos y alianzas. El padre de Livia, como hemos visto, participó en la conspiración para el asesinato de Julio Cesar, lo que le llevó al suicidio, junto a Cayo Casio, Longino y Marco Junio Bruto, cuando estos fueron derrotados por Octavio en la batalla de Filipos.

Tras la muerte de Julio César, se constituyó en Roma un triunvirato, formado por Lépido, Marco Antonio y Octavio. Fue una lucha continua entre los tres y quien parecía más débil, Octavio, resultó el ganador. Fue eliminando poco a poco a los otros dos, empezando por Lépido y terminando con Marco Antonio.

El marido de Livia, Tiberio Claudio Nerón, pertenecía al grupo de Marco Antonio y Cleopatra, para intentar oponerse a la hegemonía de Octavio. Se vio obligado a huir de Italia en el año 40 a. C, con el fin de evitar la represalia de Octavio, refugiándose primero en Grecia y posteriormente en Sicilia.

El emperador Octavio en un gesto de gran calado político decretó una amnistía para los seguidores de Marco Antonio, lo que permitió que tanto Livia como su marido pudieran regresar a Roma.

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Octavio conoció a Livia y se enamoró profundamente de ella. Su belleza encandiló a Octavio. Livia pasaba por ser una de las mujeres más bellas de Roma.

Octavio, que estaba casado, esperó a que su mujer Escribania diera a luz a su hija Julia. Al día siguiente del parto se divorcia e iniciaba un proceso de consultas al Colegio de Pontífices sobre la posibilidad de casarse con Livia. Ésta estaba embarazada de su segundo hijo, Druso en ese momento. Finalmente se casaron en el año 39 a. C.

El 28 de enero del año 39 a. C, Augusto y Livia contraían matrimonio. Livia acogió en su casa a sus hijos Tiberio y Druso, mientras Octavio era nombrado su tutor legal. Este matrimonio duró cincuenta y dos años, hasta la muerte del emperador.

Tiberio Claudio Nerón, nunca puso obstáculos en el divorcio de Livia para que se casara con Octavio. Debemos saber, que la familia de los Claudios tuvo una gran importancia en el reinado de Octavio, siendo una de las familias más poderosas de Roma. Esto permitió sobrevivir políticamente a Tiberio Claudio.

Tras la derrota de Marco Antonio en la batalla de Accio en el año 31 a. C., Octavio fue nombrado Caesar Augustus. El matrimonio de Octavio y Livia se convierte en modelo a seguir de pareja romana. Estos siguieron viviendo modestamente en su casa del Palatinado a pesar de su poder y riqueza.

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En una sociedad como la romana, la mujer nunca perdía la minoría de edad legal frente al padre, cosa que ni siquiera cambiaba cuando se casaba. Livia demostró enseguida una gran capacidad para sobrevivir políticamente y luego ejercer el poder en la sombra.

En consecuencia, Livia es elegida como modelo a imitar por las matronas romanas. Nunca llevó joyas ostentosas ni vestidos deslumbrantes. Se ocupó de las labores domesticas y de atender al emperador. En muchas ocasiones ella misma confeccionaba la ropa que llevaba el emperador, lo cual era muy bien visto por la sociedad romana y marcaba el camino al resto de matronas romanas..

Livia solía vestir una stola a la antigua usanza, con colores apagados, Llevaba como peinado el modelo nodus con la finalidad de reforzar su imagen de casta y sobria. Livia supo representar como nadie los valores de moral y dignitas romana, que Octavio desarrollaba como pilares de su política.

A pesar de desarrollar una vida doméstica, intervinó de forma activa en la política de Roma, siendo valorada como la mano derecha del emperador. Gozó de gran popularidad dentro del pueblo romano. Livia no duda servirse de su buena imagen pública y de su figura maternal, ni de la idealización de las cualidades de la mujer romana que ella representaba.

Las leyes desarrolladas por Octavio a favor de la liberación de la mujer salieron de la mano de Livia, lo que significó unas mejoras muy importantes, hasta que el cristianismo abolió dichas leyes, lo que supone un retroceso en el papel de la mujer y un afianzamiento del patriarcado cristiano.

Livia simboliza el poder en la renovación de la República con las mujeres por las virtudes que muestra en público. Tuvo un efecto muy importante en la representación visible del futuro imperial de la mujer, como ideal de honorables madre y esposa romana.

Esta imagen de matrona romana perfecta, no ha sido óbice, para que se sospechara de ella de que participara en el envenenamiento en muchos personajes asesinados. Entre ellos debemos destacar el de su hijastro Julio. También se le acusó de la muerte del sobrino de Octavio, Marcelo en el año 23 a. C, pues éste no murió de muerte natural, lo que levantó grandes sospechas sobre Livia.

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Marcelo era sobrino de Octavio y se acusaba a Livia de estar detrás de esa muerte como así lo dice Dión Casio Todos los hijos de Julia (que era hija de Octavio y Escribania) y Marco Vipsanio Agripa habían muerto prematuramente. Es lo que sucedió también con Lucio y Cayo, que habían sido adoptados como hijos por Octavio, con la intención de que fueran sus sucesores.

Tácito y Dión Casio hacen mención de los rumores que circulan sobre Livia en Roma. Sin embargo, Suetonio que era el principal biógrafo de los Césares no los menciona y nunca hubo pruebas de que fuera ella la causante de la muerte de los hijos de Julia, su hijastra, que se postulaban para sucederle.

Suetonio se había distinguido en exponer con total claridad y sin ninguna censura los actos sanguinarios e irracionales que cometieron tanto Calígula como Nerón, sin embargo de Livia nunca dijo nada. Esta y Octavio nunca tuvieron hijos propios y a pesar de esto vivieron juntos 52 años hasta la muerte de Octavio.

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Octavio permitió a Livia, en el año 35 a. C., administrar sus propias propiedades y en agradecimiento le hizo construir una estatua. Tenía también su propio círculo de amistades y ayudó a muchos de ellos a situarlos en puestos oficiales, con lo cual se aseguraba su fidelidad, aumentando su poder en la administración romana.

Livia fue fundamental en la educación de sus dos hijos: Tiberio y Druso. Tiberio se casó con Vipsania Agripina y se divorciaron en el año 12 a. C. con la finalidad de asegurar que fuera el elegido en la sucesión de Octavio Augusto. La presión que el emperador también ejerció para la realización de dicho divorcio fue muy fuerte.

No se sabe con seguridad cual fue el papel de Livia, aunque sí queda claro el rencor que tiene Tiberio hacia su madre Livia, por el divorcio, pues se vio obligado a separarse de su mujer a la que amaba profundamente.

Tiberio fue obligado a casarse con Julia, hija de Octavio Augusto y Escribania. Tiberio nunca perdonara a sus padres ese nuevo matrimonio obligado. Dicho matrimonio servía para unir a las dos familias más poderosas de Roma, la casa Julia y la Claudia.

Livia consiguió que Tiberio su hijo mayor, fuese proclamado emperador. Para ello, fue preciso que desaparecieran otros miembros de la familia imperial.

El emperador Tiberio no acudió al funeral de su madre y además prohibió que se le rindieran los honores correspondientes a su jerarquía.

Habrá que esperar hasta el año 41 d.C. cuando su nieto el emperador Claudio, procede a la deificación de Livia, proclamándola Diva Augusta, siendo representada con el símbolo del carro tirado por elefantes. Se colocó dicha estatua en el templo de Augusto junto a su marido y se realizaron carreras en honor a Livia.

Las mujeres romanas siempre invocaban el nombre de Livia en sus juramentos sagrados. Tanto Livia como la hermana de Octavio, Octavia, les dedicó un Pórtico y esculturas públicas asimilándolas a la diosa Ceres, modelo de virtud, abundancia y castidad.

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Se construyó un templo en honor de Livia en la ciudad ática de Ramnunte. La divinización de Livia supone un estímulo dentro del simbolismo de la familia imperial romana, haciéndola modelo de matrona romana. La divinización de Octavio y Livia significa el carácter divino de los descendientes de la dinastía Julia-Claudia.

El momento más dramático de la vida de Livia es cuando se produce la muerte de su segundo hijo, el general Druso (que tenía un carácter muy noble y social, bastante distinto de su hermano el emperador Tiberio que era muy tímido) cuando tenía veintinueve años. Se retiró de la vida pública y lo hizo con el filósofo Dídimo de Alejandría para así aprender a llevar el profundo dolor de madre sin perder la compostura en público.

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Estatua de Livia ataviada como Ceres (Museo del Louvre, París).

Ovidio decía “con su virtud la mujer de César Augusto consigue que los tiempos antiguos no superen a nuestro siglo en alabanza de la castidad. Ella, poseyendo la belleza de Venus y el templo de Juno, es la única mujer digna de compartir lecho con un dios”.

Murió en el año 29 d.C. teniendo sobre 87 años. Nunca estuvo enferma y el secreto de su larga vida estaba en que practicaba la naturopatía. Sólo bebía el vino denominado Pucino, así como muchísimas infusiones, sobre todo a base de inula, planta que abundaba en los jardines de su palacio y actualmente se usa para fines medicinales.

También practicaba otros remedios naturales, como un dentífrico, un medicamento contra la inflamación de garganta y otro para aliviar la tensión nerviosa.

Tras cincuenta y dos años de matrimonio sin que el emperador Octavio no la repudiara, cuestión muy frecuente cuando una mujer no le daba descendencia, demuestra que hubo un gran amor entre los dos.

Robert Graves en su conocida y famosa novela “Yo, Claudio” muestra la figura de Livia siendo uno de los principales personajes de la obra, la considera sedienta de poder. Graves la retrata como una mujer malvada, fría y calculadora, que usa todas las artimañas con la finalidad de lograr sus objetivos políticos, que se funden en uno, hacer que su hijo Tiberio fuera emperador. Para ello, es preciso anular a otros personajes que tenían más derechos que su hijo. El novelista Graves le acusa de varios asesinatos, la mayoría mediante el procedimiento del envenenamiento. Incluso le acusa de envenenar a su propio marido el emperador Octavio Augusto.

La novela de Graves es poco creíble, porque eso significaría que el emperador Octavio Augusto era tonto, eso era imposible, debido a la habilidad política que muestra en sus más de cincuenta y dos años de gobierno.

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Estatua de Livia Drusilla divinizada de Paestum. Porta un velo como sacerdotisa del culto de Augusto.

También, el novelista Enrique Serrano en su obra “la diosa mortal” no es tan categórico como Graves y presenta a Livia como una matrona romana, esposa, gobernante, madre, emperatriz y diosa.

Cuando muere Octavio Augustus, en su testamento le deja a Livia un tercio de sus bienes, algo insólito en ese momento histórico. Es señal del amor que durante 52 años se mostraron mutuamente. Con este testamento pretendía legitimar la posición de Livia en la gens Julia cuando el muriera. Esto es debido al recelo que le provocaba la posible actuación del futuro emperador Tiberio, por el que sentía una gran antipatía.

Como vemos, Julia Augusta es la mujer romana que detentó más poder en la gran Roma, convirtiéndose en modelo del resto de matronas romanas.

Julia Augusta, la gran matrona romana