sábado. 20.04.2024
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El ministro de Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz.

Siempre que la derecha pierde el poder o piensa que lo puede perder lanza algunos de sus adalides a los medios para recordarnos la perversidad de los contrincantes políticos

@Montagut5 | Una conspiración es la acción o efecto de conspirar, esto es, unirse para trabajar contra quien ejerce el poder para apartarlo del mismo y/o alterar el orden establecido. También se aplica al ámbito privado y está considerado un delito por el Código Penal español. Pero en este trabajo nos interesan las teorías conspirativas en política. En nuestro país existe una vieja tradición de considerar que determinados hechos de nuestra Historia contemporánea se han debido a conspiraciones y maquinaciones urdidas dentro y fuera del país. El franquismo elevó a la máxima potencia esta cuestión cuando achacó a determinadas fuerzas políticas, ideológicas y sociales todos los males o supuestos males que España habría padecido desde la Guerra de la Independencia.

El franquismo acuñó la famosa teoría de la conspiración judeo-masónica y comunista. El preámbulo de la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo del año 1940 es muy significativo. La Masonería habría participado activamente en la pérdida del imperio colonial, promovido la crueldad de la Guerra de la Independencia y en las guerras civiles del siglo XIX, fomentado las perturbaciones que llevaron a la crisis de la Monarquía Constitucional de Alfonso XIII y la caída de la Dictadura de Primo, para terminar siendo responsable indiscutible de los “numerosos crímenes de Estado”, y en el proceso que se había llevado para que España fuera “satélite y esclava de la criminal tiranía soviética” en tiempos de la Segunda República. Las denominadas sociedades secretas habrían sido uno de los factores fundamentales de la decadencia de España, siendo la Masonería la principal de todas ellas. Además, había constituido un ejemplo para otras organizaciones subversivas, casi todas vinculadas al Comunismo, así como a las denominadas “fuerzas anarquizantes”.

La llegada de la democracia trajo un cierto abandono de esta obsesión de la derecha española por buscar culpables oscuros que maquinaran contra el orden sacrosanto de la patria. Pero la situación cambió a partir de la derrota del Partido Popular en 2004. La derecha española reeditó y actualizó la teoría conspirativa para ponerla al día porque los tradicionales enemigos internos de España estaban buscando nuevos aliados fuera de la misma para subvertir la supuesta incontestable victoria electoral del PP. Estos nuevos aliados eran los miembros del terrorismo fundamentalista islámico. Los medios afines a la derecha se lanzaron en tromba para intentar demostrar lo indemostrable.

La teoría conspirativa se renueva periódicamente. Algo podemos rastrear en algún artículo periodístico del ministro Soria, de las declaraciones y escritos de Mayor Oreja que suele centrarse más en la supuesta y siniestra conexión entre los socialistas y el terrorismo etarra, y llega hasta hoy con distintas versiones de la misma que propugna Fernández Díaz. El ministro del Interior reedita la teoría de Mayor Oreja sobre el terrorismo etarra, aunque ahora incluye a Podemos en la trama, y plantea que hay manos negras detrás de la publicidad sobre los incontables casos de corrupción del Partido Popular. Siempre que la derecha pierde el poder o piensa que lo puede perder lanza algunos de sus adalides a los medios para recordarnos la perversidad de los contrincantes políticos.

Lamentablemente, seguimos sufriendo esta forma de hacer política, basada siempre en lanzar bulos, insidias y todo sazonado con un talante escasamente democrático.

La conspiración en política en España