jueves. 28.03.2024
Sanjurjada
El general Sanjurjo, el segundo por la izquierda.

La fecha para el golpe sería el 10 de agosto de 1932. Pero la intentona fracasó estrepitosamente

@Montagut5 | Para entender el golpe protagonizado por Sanjurjo –la Sanjurjada- del año 1932 hay que analizar el proceso conspirativo alentado por la derecha extremista monárquica o alfonsina, que comenzó a desarrollarse desde el primer momento de la proclamación de la República. Este sector de la derecha era consciente de su debilidad organizativa política para hacer frente a la mayoría republicano-socialista, y frente a la otra derecha posibilista que se fue preparando poco a poco para acceder al poder. Pero eso no significaba que los alfonsinos renunciaran a presentar batalla contra el nuevo régimen. Para ello era importante el ataque ideológico elaborando un discurso muy tradicionalista, católico integrista y que fue apropiándose de algunos elementos de la pujante ideología fascista. La publicación Acción Española fue su principal ariete. En segundo lugar se formó un partido, Renovación Española, que intentó acercar posturas con el carlismo. Pero, en realidad,  la vía conspirativa y golpista fue la más importante, habida cuenta de lo que decíamos anteriormente sobre la debilidad organizativa en lo político.

La vía golpista aunó el concurso de civiles y militares desde mayo de 1931. Conviene tener en cuenta este dato para entender que desde el principio la República contó con poderosos enemigos dispuestos a terminar con la misma. El fracaso de la primera conspiración supuso una escuela donde aprender lo que no había que hacer para no fracasar en la segunda, aunque al final desencadenase una guerra.

En la conspiración estaban los generales Barrera y Ponte, y otros militares como Orgaz. Los principales civiles eran el conde de Vallellano y el político y ex-ministro Galo Ponte. La estrategia era buscar más apoyos en el seno del Ejército justo en el momento en el que se ponían en marcha las primeras reformas militares de Azaña, que generaron descontento entre los oficiales más conservadores. La baza carlista debía tenerse en cuenta porque no sólo aportaría apoyos políticos sino también elementos activos, ya que estaban formando sus nuevas milicias, los requetés, aunque los carlistas siempre mantuvieron una clara independencia en esta cuestión. Los conspiradores hasta intentaron involucrar al PNV por su dimensión católica y conservadora, a pesar de su nacionalismo. Estos movimientos llegaron a oídos del poder y Azaña actuó, enviando a Orgaz y a otros al destierro, aunque sin tomar medidas más contundentes, por lo que, en realidad, la trama golpista no se vio seriamente dañada. Este es un aspecto que, al igual que después en 1936, ha generado debate historiográfico, es decir, la supuesta debilidad o inoperancia frente a los conspiradores.

En la segunda mitad del año 1931 la conspiración adquirió una dimensión preocupante, al unirse los generales Villegas, Cavalcanti y el propio Goded. También se incrementaron los contactos con políticos, algunos propiamente republicanos. Al parecer, hasta Lerroux, muy descontento del rumbo de izquierdas del Gobierno mantuvo alguna relación, aunque sin mayores consecuencias. Lerroux pensó que solamente querían, como él, rectificar el rumbo político en un sentido más moderado, aunque, en realidad, los golpistas buscaban un cambio radical y profundo.

La conspiración llegó a un punto clave cuando en el mes de enero el general Sanjurjo, que hasta ese momento había sido director de la Guardia Civil, fue nombrado jefe de los Carabineros, algo considerado como un castigo por sus críticas a la política de orden público del Gobierno, ya que era un cuerpo menos importante que el de la Benemérita. Los conspiradores vieron una oportunidad de oro para atraerse a un militar muy importante y popular. No tuvieron que insistir mucho porque se sumó a la trama sin dificultades. Los conspiradores fueron más ambiciosos y buscaron el apoyo extranjero. Para ello, se envió al piloto Juan Antonio Ansaldo para que Mussolini se comprometiese pero, por ahora, el fascismo italiano se mantuvo al margen. Tampoco se consiguió el apoyo oficial del carlismo aunque la Comunión autorizó la participación individual de sus componentes.

La falta de apoyo italiano y el tibio de los carlistas no desalentaron a los conspiradores civiles y militares. En el debate político del momento encontraron un caldo de cultivo propicio para sumar voluntades. Las reformas militares echaron en sus brazos a más oficiales y el debate sobre el Estatuto de Cataluña les atrajo muchas simpatías no sólo en los cuarteles sino en gran parte de la derecha, porque este cambio en la organización territorial de España era un tema tabú, al considerar que vulneraba el principio sacrosanto de la unidad de la Patria.

La fecha para el golpe sería el 10 de agosto de 1932. Pero la intentona fracasó estrepitosamente. El ataque al Ministerio de la Guerra no se pudo realizar y la guarnición madrileña no se sublevó. La situación fue, en principio, distinta en Sevilla donde los golpistas se hicieron con la ciudad. Desde allí, Sanjurjo hizo público un manifiesto proclamando la instauración de un régimen dictatorial, aunque sin mencionar que se restauraría la Monarquía. Pero aquello se desmoronó rápidamente al no contar con el concurso de otras guarniciones. Sanjurjo intentó huir pero fue detenido. 

La conspiración militar y la Sanjurjada