jueves. 25.04.2024
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Estas concentraciones empresariales y financieras generaron tanto poder que podían dominar económicamente a Estados no muy desarrollados, además de ser perjudiciales para los consumidores

La primera gran crisis del capitalismo estalló en 1873 y no se llegó a superar, realmente, hasta la segunda mitad de la década de los años noventa de dicho siglo. Esta Gran Depresión fomentó el proteccionismo frente al librecambismo anterior y, sobre todo, un proceso de concentración industrial y financiera con el objetivo de eliminar la competencia, crear monopolios e intentar controlar los mercados. El proceso de concentración traspasó las fronteras nacionales y constituyó uno de los primeros capítulos de la Historia de la globalización de la economía.

La concentración empresarial se produjo de diversas formas. El cartel era un acuerdo o convenio entre empresas que fabricaban un mismo producto o prestaban un mismo servicio, con el fin de reducir o eliminar la competencia. Este objetivo se conseguía repartiendo los mercados o la clientela, o fijando un mismo precio. El trust constituía un paso más en la concentración porque suponía una fusión de diversas empresas. La fusión o concentración horizontal se producía entre empresas que fabricaban un mismo producto. Si la fusión se daba entre empresas que participaban en un mismo proceso productivo era de tipo vertical. Por fin, estaba el holding, una concentración más sofisticada, ya que se trataría de una sociedad financiera que invertiría en distintas empresas de variados sectores para controlarlas. Los bancos emplearon este sistema para participar en los consejos de administración de las empresas al hacerse con paquetes importantes de sus acciones.

Estados Unidos y Alemania, las dos nuevas grandes potencias económicas de la Segunda Revolución Industrial, fueron los países donde más se dio este fenómeno de concentración económica. Existen ejemplos característicos: la Standard Oil Company se hizo con el 90% del control de todo lo relacionado con el petróleo en Norteamérica en diez años. El naciente y potente mercado eléctrico mundial se repartió entre la norteamericana General Electrics y la alemana AEG. En el campo financiero, destacó la Banca Morgan. Fuera de estas dos potencias habría que destacar el grupo suizo Ritz que casi monopolizó el sector hotelero mundial de lujo. Muy pronto despegarían los gigantes de la industria automovilística, como Ford, Benz, Renault, Citroën, etc…

Estas concentraciones empresariales y financieras generaron tanto poder que podían dominar económicamente a Estados no muy desarrollados, además de ser perjudiciales para los consumidores. En Estados Unidos comenzaron a darse leyes contra estas concentraciones. La primera de ellas fue promovida por el senador Sherman en 1890, llevando su nombre. El gobierno federal consideraba que los trusts eran nocivos para el desarrollo del comercio internacional. En 1914, en tiempos de la administración de Wilson, se aprobó una ley federal, la Clayton Act, promovida por el senador Clayton para solucionar las deficiencias de la ley anterior y combatir las prácticas y monopolios que perjudicaban a los consumidores.

Concentraciones económicas en la Segunda Revolución Industrial