viernes. 19.04.2024
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No se sabe con seguridad la fecha de su nacimiento, pero se calcula que fue entre los años 97-95 a. C. Nace en el seno de una familia patricia muy rica ya que disponía de una flota de barcos, embarcaderos, templos, cementerio y guardia privada. Era la tercera hija de Apio Claudio Pulcro y de Cecilia Metela Baleárico.

matrona-1Era habitual en Roma que a las hijas se les marcara en el apellido por el lugar que ocupaba dentro de las mujeres, de ahí que fuera Tercia, eso significa que tenía dos hermanas mayores.

Al igual que las mujeres patricias romanas, recibió una buena educación en griego y filosofía. Claudia tenía un gran talento para escribir poesía. Fue coetánea de grandes personajes romanos como Julio César, Pompeyo el Grande, Catón de Útica y Cicerón dentro del mundo masculino. Dentro del mundo femenino debemos destacar a Aurelia, Fulvia, Servilia y Cleopatra.

Claudia vivió una época histórica muy convulsa, que está marcada por las fuertes disputas políticas en una República que se encontraba agonizante. Ante esta situación, resulta ingobernable debido a la corrupción que se da en el Senado y también en su clase política.

Como vemos, tiempos de grandes cambios para Roma, con conflictos internos entre Optimates y Populares, que desembocarán en varias guerras civiles, hasta el trágico final de Julio César en las Idus de marzo del año 44 a. C., lo que finalmente provocará un cambio de régimen, al Principado y al Imperio, con la llegada de Augusto.

La sociedad romana, en los años de Julio César estaba presentando una cierta descomposición social, pero aún se elogiaban las virtudes de seriedad, integridad, fidelidad… La sociedad romana era muy machista, pero a pesar de esto una viuda económicamente independiente y rica, gozaba de unas libertades que el resto de las mujeres no conocerán hasta el siglo XX.

Claudia no se atenía a las normas de conducta por las que se regían el resto de matronas romanas. Claudia tenías sus propias ideas acerca de cómo quería vivir y no se dejaba persuadir de lo contrario.

Tanto Claudia como su hermano Publio Claudio Pulcro que era político, cambiaron su nombre por el de Clodia y Clodio respectivamente y lo hicieron para así poder representar mejor a los plebeyos. Sin embargo, no renunciaron a su fortuna ni seguir viviendo junto a la elite romana.

Clodia se casó en primeras nupcias con Lúculo, pero se divorció rápidamente de él en el año 66 a. C. Este divorcio se produce tras una disputa entre Lúculo y su hermano Publio.

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Con dieciocho años se casó por segunda vez con Quinto Cecilio Metelo Céler, que era un personaje importante en Roma y llegó a ser cónsul romano en la Galia. Clodia alcanzó una gran fama como amante y lleva una buena vida, acudiendo a las fiestas que se daban en Roma.

Sin embargo, Clodia no se plegaba ni siquiera a los deseos de su marido. El matrimonio llegó a una especie de entente cordial, por la que cada uno gozaba de su propio espacio personal.

Su matrimonio no fue feliz y tuvo varias aventuras con hombres casados y esclavos. Además, era una gran jugadora y bebedora. Sus discusiones con Metelo Celer eran constantes y muchas veces eran en público.

Tuvo hijos, pero estos siempre se parecían a su esposo por lo que se le preguntó como hacía que fuera así teniendo tantos amantes y Clodia respondió: “yo hago como los buenos capitanes de barco. Hago subir a la tripulación sólo después que está cargada la bodega”.

Otra vez le preguntaron qué cuantos amantes había tenido y Clodia escribió en la arena del suelo “SPQR” que quieres decir “El Senado y el pueblo romano”.

Después de la muerte de su segundo marido, siguió con su vida basada en la libertad. Mantuvo relaciones tanto con Gayo Cátulo, como son su amigo Marco Celio Rufo. Esta independencia de Clodia acabó provocando el odio de sus dos amantes, siendo acusada constantemente de infamias y calumnias.

Su segundo matrimonio duró hasta el año 59 a. C., pero enseguida aparecen sospechas de estar detrás del asesinato de su esposo, pues se produce en extrañas circunstancias. Se le acusa de haberlo envenenado.

Clodia fue fuente inspiradora del poeta romano Gayo Valerio Cátulo, que la hizo su musa bajo el nombre de Lesbia. El amor de Cátulo se convierte en obsesión, mientras que Clodia da continuas muestras de no querer depender de ningún hombre.

Cátulo tenía diez años menos que Clodia y era muy romántico e idealizó a Clodia, a quien creyó una diosa y le escribió numerosos poemas de amor. Cátulo se convertiría en uno de los poetas más importantes de aquella época en Roma. Sin embargo, cuando Clodia rompió su relación con Cátulo, éste se revolvió contra ella y le atacó con saña, dando una imagen terrible e injusta.

Cátulo decidió abandonar Roma y se trasladó a Bitinia, que era donde se encontraba su hermano. Fue cuando escribió en este tiempo sus versos mordaces contra Clodia, convirtiendo a la mujer independiente, que antes amaba en una prostituta impúdica y sin sentimientos. Constantes infamias y calumnias se fueron propagando por Roma sobre Clodia. Veamos uno de sus poemas:

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“Nuestra Lesbia, Celio, aquella Lesbia,
Aquella Lesbia a quien Catulo amó,
Más que a si mismo amó, más que a todo lo suyo amó,
Ahora en esquinas y callejuelas
Se la pela a los magnánimos nietos de Remo”.

Así termina un poema de Cátulo dedicado a Clodia “a tal punto has trastornado mi alma que ya no soy capaz de bienquererte…. ni de dejar de desearte, hagas lo que hagas”.

POEMA DE CÁTULO A CLODIA

Vivamos, Lesbia mía, y amemos,
y a las maledicencias de los viejos severos
démosles menos valor que a una moneda.
Los astros pueden morir y volver;
pero nosotros, una vez que muera nuestra breve luz,
deberemos dormir una última noche perpetua.

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Dame mil besos, luego cien mil;
luego otros mil, luego otros cien mil;
luego otros mil, luego cien mil.

Después, hechos ya muchísimos miles,
revolvámoslos, para que no lo sepamos nosotros,
ni ningún malvado pueda mirarnos con malos ojos,
cuando sepa cuántos besos nos dimos.

Me preguntas, cuántos besos tuyos,
Lesbia, me serían más que suficientes,
Cuan gran el número de arena de Libia
yace en Cirene, de laserpicio plena,
entre el oráculo del ardiente Júpiter
y el túmulo del anciano Bato;
o cuantos astros, al callar la noche,
ven los amores ocultos de los hombres:
sólo esos besos satisfarán
a Cátulo el loco más que suficiente,
que ni contarlos podrán los curiosos
ni con sus malas lenguas hechizarlas.

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Catulo y Lesbia, de Sir Lawrence Alma-Tadema

Los versos de Cátulo fueron los que inmortalizaron la historia de esta mujer por ser demasiado independiente para su época. Además, su vida quedó también inmortalizada en los escritos de Cicerón.

El poeta Cátulo escribió varios poemas de amor referentes a una mujer llamada Lesbia, identificada en la segunda mitad del siglo por el escritor Apuleyo como una “Clodia”. Esta práctica de sustituir nombres reales por unos con idéntico valor métrico era usual en la poesía latina de la época. La identificación de Lesbia con Clodia, basada sobre todo en el retrato que hizo de ella Cicerón, siendo un hecho aceptado.

Clodia acusó a su amante Marco Celio Rufo de intentar envenenarla ya que no le había devuelto un préstamo, lo que dio origen a un juicio. Esto es debido a que Marco Celio deja de ser el amante de Clodia. El defensor de Celio fue el conocido Cicerón, gran orador, que le trató muy duramente, ya que Cicerón era enemigo acérrimo de su hermano Publio Clodio.

La defensa, que hizo Cicerón, se basada en descalificar a Clodia por su mala fama, sus vicios, prostitución y otros asuntos turbios. El juicio terminó con la absolución de Marco Celio y una sanción económica a Clodia.

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Clodia fue acusada de ser una mujer seductora y además borracha. Se le acusó también de practicar el incesto con su hermano Clodio. Cicerón la calificó como una desgracia para su familia y la llamaba Clodia la Medea del Palatinado. Sin embargo, Cicerón estaba casado con Tercia y ésta sospechaba que tenía Cicerón una relación con Clodia.

La humillación que sufrió en este juicio le hizo retirarse de la vida pública a una villa en Perugia y permaneció en ella hasta su muerte.

Clodia pasó al silencio histórico, lo que ha sido una injusticia durante siglos, puesto que tanto los poemas de Cátulo como los discursos de Cicerón han perdurado a lo largo de la historia. Así Clodia, por defender su propia libertad, por adelantarse a su tiempo y vivir sin las sujeciones a las que estaban sometidas las demás mujeres, sufrió un castigo brutal y su nombre quedó manchado para siempre.

Constituye. Por tanto, un temprano ejemplo de la vulnerabilidad de las mujeres y una advertencia pues: “su reputación se quiebra fácilmente cuando no se someten a los deseos y a las normas impuestas por los hombres”.

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Busto de Cicerón.

Claudia Metelo, la matrona romana rebelde