viernes. 19.04.2024

Tal cual como el Chile de Piñera es la Colombia de Duque; violencia sistémica y represión arbitraria a la orden del día. Siempre el mismo causal: ajustes, reformas o como quiera llamarse al estrangulamiento financiero, económico y tributario. Todas las voces alzadas en Colombia no pueden adjetivarse con un tinte político; la indignación del pueblo se desbordó por medio del paro nacional. Cifras, ya superadas, registran un saldo parcial, según la Defensoría del Pueblo, de 19 personas asesinadas (Valle del Cauca, Bogotá, Neiva, Cali, Soacha, Yumbo, Ibagué, Madrid, Cundinamarca, Medellín y Pereira). También hay 140 quejas que incluyen información sobre fallecidos, desparecidos, abuso policial, lesionados y más de 800 heridas por impacto de bala. A eso se añade el desabastecimiento de alimentos básicos y el cierre de servicios públicos de todo nivel.

La Defensoría del Pueblo en Colombia se manifestó solidariamente con el paro de protesta contra la reforma y régimen de Iván Duque: “La Defensoría del Pueblo defiende y protege el derecho a la protesta, sin embargo, no quiero dejar de advertir los riesgos para la salud y la vida que se pueden afectar al ejercer dicho derecho en la precisa coyuntura que atravesamos”.

De igual forma, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas por medio de la portavoz de Alta Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Marta Hurtado, manifestó su profunda alarma por la violencia represiva desatada por fuerzas policiales contra los protestantes, quienes estaban desarrollando sus manifestaciones en condición pacífica. La Comunidad Europea ya expresó su rechazo al inhumano proceder de la administración del régimen del Sr. Duque. Irónico, hasta EE.UU, el máximo violador de los derechos humanos en el planeta y principal socio estratégico de Colombia y la OEA, cómplice principal de conspiraciones contra gobiernos democráticos en la región, está en contra de las medidas arbitrarias del Sr. Duque y a favor de las protestas pacificas.

El formato de control represivo es instrumentalizar la pobreza para salir de la pobreza. Es una infamia hacer que los empobrecidos paguen sus programas sociales y el Estado beneficie a los enriquecidos. En el mundo pagan los que no deben y a los que deben se les perdona las deudas. El “Padre Nuestro”, con la bendición de la cúpula oligarca de la iglesia católica cómplice de toda injustica, se les aplica a los que más tienen; los empobrecidos sufren de orfandad de liderazgos religiosos que están en los cielos –de sus lujosas casas y oficinas- donde no deberían estar. ¿Dónde está la Iglesia Católica y los protestante en Colombia? ¿Tiene algo que decir la institución representante de la justicia y amor global? ¿La reforma tributaria, origen de toda arbitrariedad, es censurada por los principios del evangelio o Jesús el galileo no tiene nada que decir al respecto?

Las recetas de ajustes tributarios recibidas del sistema financiero internacional estrangulan a los pueblos, y no decimos nada que no se sepa. Si la frustrada política de reforma tributaria en Colombia, del derogado proyecto de ley “Reforma social, solidaria y sostenible”, medida tributaria que podría suceder en cualquier país neoliberal del Grupo de Lima, hubiese sido ideado, planificado y propuesto cargando los 25 billones de pesos colombianos, como meta de recaudo fiscal, a los grandes ingresos y grupos de poder, otra hubiese sido la historia. Dicho acto de equidad y justicia no podría esperarse de democracias liberales lideradas como por ejemplo por el Sr. Duque y aliados.

El Papa Pablo VI tiene algo que decirle al Sr. Duque, y no vaya a decir que el Sumo Pontífice fue Bolivariano, comunista o fan (fanático, seguidor) de Mafalda: “Pero, por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la sociedad ha sido construido un sistema que considera el lucro como motor esencial del progreso económico; la concurrencia, como ley suprema de la economía; la prosperidad privada de los medios de producción, como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del «imperialismo internacional del dinero». No hay mejor manera de reprobar tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre.” 1

Reclamando un modelo económico al servicio de la humanidad y no en contra de ella, el pueblo colombiano, levantado en marcha pacífica en el caso del 95% de los movilizados, ha dicho basta al fracaso del modelo que Duque lidera. Queda demostrado que los únicos mecanismos de control que oxigenan al modelo dominante son: 1. Una nefasta jurisprudencia tributaria; 2. La criminalización de la protesta social y 3. La represión militar.

La represión no cesa por medio del diálogo así como la desigualdad económica no cesa por medio de efímeras y draconianas reformas. A problemas económicos, soluciones económicas, a problemas políticos, soluciones políticas. Ante gobiernos tiranos (política y económicamente) la indignación convertida en fuerza política de los pueblos tiene la palabra. Lo que sucede hoy en Colombia es más de lo mismo: ruptura del Estado de derecho y todo protocolo de derechos fundamentales, obteniendo como consecuencia la insurgencia del pueblo indignado.

La diferencia entre Venezuela y Colombia es que Washington, sus aliados y los grupos de poder venezolanos financian la desestabilización del gobierno democrático (no liberal) bolivariano de Venezuela en nombre de la “libertad” y la “democracia”, tal cual lo que sucede con la hermana República de Cuba; mientras que en Colombia el pueblo indignado financia su canasta familiar a duras penas, mientras que los que más ganan gozan de infames beneficios y privilegios de cara a la calamidad, no sólo sanitaria sino también estructural.

Si la inhumana crisis por la que atraviesa Venezuela es consecuencia de criminales medidas coercitivas implantadas arbitrariamente violando todo principio del derecho fundamental de los pueblos, ¿cuál será la razón por la cual Colombia, sin medidas coercitivas, arbitrarias, inhumanas y criminales y con todo el apoyo de Washington, la Comunidad Europea, sus aliados y el sistema financiero nacional e internacional, atraviesa esta caótica y lamentable situación de violencia estructural?

Si según el Sr. Duque, sus aliados y la prensa conspirativa, Venezuela atraviesa por una “crisis humanitaria” sin precedentes, con millones de personas desplazadas por un gobierno comunista, ¿cuál sería la razón por la cual Colombia sufre de violencia estructural en donde los pobres y empobrecidos que levantan su voz son asesinados en las calles, siendo el gobierno del Sr. Duque democrático, respetuoso de la libertad, justicia y Estado de derecho? ¿Si Colombia no es conducida por un gobierno comunista, por qué la insatisfacción social generalizada y la represión de las fuerzas públicas, digna de las dictaduras y gobiernos autoritarios que el Sr. Duque suele atacar? ¿Tendría el Grupo de Lima y la OEA algo que decir o seguirán con el silencio cómplice que los caracteriza en estos casos?

No sería extraño que el Sr. Duque acuse al gobierno bolivariano de Venezuela por las calamidades de su pueblo.

¡Los pueblos tienen la palabra!

José Toledo Alcalde es teólogo y activista de derechos humanos, de los pueblos y ambientales. Postgrado en Cultura de la Paz, Cohesión Social y Diálogo Intercultural y estudiante de maestría Derechos Humanos y Educación para la Paz.

1 Paulo VI. Carta Encíclica Populorum Progressio. 26 de marzo de 1967. http://www.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum.html

Si Venezuela fuera una dictadura, ¿qué sería Colombia?