martes. 16.04.2024
U.S. Marines with Weapons Company, 1st Battalion, 7th Marine Regiment, Special Purpose Marine Air-Ground Task Force--Crisis Response--Central Command, rush with their weapons system as they conduct live-fire training on the new M252A2 81mm mortar system at Al Asad Air Base, Iraq, Oct. 24, 2015.  The training allowed the Marines, who are charged with providing security of Al Asad, an opportunity to hone their tactics, techniques and procedures in employment of the system, further reinforcing their ability to provide protection to their coalition and Iraqi Security Force partners as part of the Combined Joint Task Force – Operation Inherent Resolve’s building partner capacity mission. (U.S. Marine Corps photo by Sgt. Owen Kimbrel/Released)

Tres conflictos concitan ahora la atención prioritaria de las principales cancillerías mundiales: la guerra libia, la lucha antiyihadista en el Sahel africano y los coletazos de la crisis entre Irán y Estados Unidos. En todos ellos, las maniobras de despacho, políticas o diplomáticas (lo que Metternich llamó la “continuación de la guerra por otros medios) se han desplegado con similar intensidad que las propias operaciones militares.

LIBIA: LA HORA DE LAS POTENCIAS SECUNDARIAS

La guerra libia se encuentra a las puertas de la capital, Tripoli, desde finales de noviembre. En el conflicto se oponen, básicamente, dos bandos irreconciliables: uno, de corte autoritario (el Ejército Nacional Libio), bajo el liderazgo del general Haftar; el otro, una débil coalición entre milicias antigadafistas de primera hora e islamistas blandos, que forman un llamado Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN), liderado por Faiez Sarraj y reconocido por la ONU. Pero estos dos bandos no son en absoluto homogéneos.

El general Haftar ha conquistado Sirte, una localidad estratégica situada entre Tripoli y Misrata, una ciudad situada más al oeste, donde se acantonan los milicianos que apoyan al gobierno central de Sarraj. En la operación han sido decisivos los gadafistas, ya que Sirte es la ciudad natal del dictador libio asesinado en 2011 y del clan de los Gaddafa y los Warfalla, que le daban cobertura. La alianza entre el general y los partidarios del anterior líder libio es coyuntural e interesada, como explica la investigadora francesa Virginie Collombier (1).

El conflicto libio podría no decidirse del todo en las trincheras, sino en los despachos, y en particular en los gabinetes de Moscú y Ankara

De hecho, Haftar rompió con Gaddaffi antes de unirse a la CIA, para después seguir la aventura por su cuenta. Les une al odio a los islamistas, aunque algunos de estos grupos, resentidos con el GNA, se han pasado momentáneamente a su bando,

En todo caso, el conflicto libio podría no decidirse del todo en las trincheras, sino en los despachos, y en particular en los gabinetes de Moscú y Ankara. Rusia y Turquía apoyan a un bando distinto: Putin, a Haftar; Erdogan, a Sarraj. Los dos presidentes autoritarios han forjado un acuerdo de alto el fuego (2), después de que los rusos hubieran apoyado al ALN con mercenarios (Rusia) y los turcos al GAN con milicias veteranas de Siria, armamento y un pacto de colaboración de posguerra (3).

Occidente, que desencadenó el conflicto con su intervención en contra del régimen de Gaddaffi, amparado en el argumento de proteger a la población de la represión, se ve ahora fuera del juego de los despachos. Estados Unidos juega sus bazas, pero Trump no tiene mucho interés en esa guerra, y menos en año electoral. La UE está dividida, con Francia jugando a dos barajas, al menos durante un tiempo, e indecisa por el riesgo a comprometerse más de lo conveniente. Tampoco es que Erdogan y Putin tengan garantizado salir indemnes de este pandemónium libio. Las artimañas de despacho pueden mutarse en pesadilla sobre el terreno.

SAHEL: EL PRESTIGIO FRANCÉS

En el Sahel se está librando en los últimos años una de las guerras periféricas contra el yihadismo, con menor repercusión internacional que la de Siria o Irak. Francia, en virtud de su pasado colonial, asumió la responsabilidad política, el coste material y el sacrificio humano. Se han ido sucediendo operaciones, sin resultado concluyente. Los gobiernos aliados del G5 (Mauritania, Mali, Burkina Fasso, Níger y Tchad) han sufrido ofensivas lacerantes y humillantes en los últimos meses. Incluso Francia se ha visto atrapada en emboscadas, la última de las cuales, en noviembre, causó la muerte de 13 militares del dispositivo Barkhane (4).

La intervención francesa empieza a ser cuestionada por sectores de una población que sufre las consecuencias de un conflicto interminable

Esta intervención francesa, solicitada por los gobiernos de la zona, empieza a ser cuestionada por sectores de una población que sufre las consecuencias de un conflicto interminable. París se resintió de los reproches y exigió a los líderes de los cinco países que clarificaran su posición sobre la presencia militar francesa. Un órdago que hizo su efecto. Después de una inicial reacción de desagrado, que obligó a cancelar la cita en diciembre, Macron recondujo la situación y los reunió esta semana en la localidad pirenaica de Pau, con el resultado de un acuerdo diplomático que revalida la presencia militar francesa en el Sahel (5).

El alto mando galo cree que sin los 4.500 soldados franceses los gobiernos locales habrían sucumbido a la ofensiva yihadista, liderada por la rama local del Daesh. En Pau se ha revisado la estrategia, aumentado en un centenar el contingente francés y, sobre todo, restringido las áreas de operaciones: a partir de ahora se concentrarán en las zonas fronterizas de Mali, Níger y Burkina. París teme que el conflicto se extienda a la ribera atlántica. En verano se valorará la evolución y se decidirá si se mantienen las tropas francesas (6).

Macron, el africano (como lo fuera Hollande, y antes Chirac), ya ha tenido su momento de liderazgo con resonancias neocoloniales en aquella zona feraz, terrible, pobre entre las pobres del mundo y siempre alejada de un horizonte prometedor. Ha conseguido en un castillo medieval de Pau lo que se le escapaba en las arenas esquivas del Sahel: apuntalar un cierto prestigio de potencia indispensable. Claro que los propios oficiales franceses admiten que siguen necesitando del apoyo logístico americano (los ubicuos drones) para cosechar triunfos en las trincheras invisibles del cinturón desértico africano.

francia

IRÁN: LA REPRESALIA AUTOINFLIGIDA

La República Islámica ha cometido uno de esos errores que pesan en la conciencia y en el prestigio. El derribo, por error, del avión ucraniano que cubría la línea entre Irán y Canadá ha supuesto una enorme tragedia humana y un enorme daño autoinfligido, en un momento en que el régimen se presentaba en guisa de agraviado por el asesinato de su dirigente militar más admirado y temido. Haya o no más represalias que una salva de misiles contra una base norteamericana en Irak, sin muertos, Teherán ha convertido una decisión de despacho en una derrota en la trinchera del pulso con Estados Unidos.

Trump juega a la guerra de propaganda, se quema las manos y debilita aún más su credibilidad, en vísperas de la entrada en el Senado del impeachment

Centenares de personas se han manifestado en Teherán e Isfahán para expresar su indignación por el derribo del avión. Más de la mitad de las 176 víctimas mortales eran de origen iraní (inmigrantes, supuestamente). La población reprocha al régimen sus mentiras, porque inicialmente declaró no ser responsable del suceso. Cuando las pruebas resultaron irrefutables, el propio responsable militar dijo en televisión, en tono de suprema contrición, que “prefería haber ardido con el resto de los pasajeros antes de pasar por una humillación semejante”. Las manifestaciones contra América por el asesinato de Soleimani han mutado en reactivación de la cólera popular por la subida del precio de los combustibles, ahogada a sangre y fuego a últimos de noviembre. Irán ha disparado contra sí mismo.

Por su parte, Trump ha vuelto a ser cogido en falso, al desvelar altos cargos de su gobierno que no existían las evidencias de peligro inminente para cuatro embajadas en Oriente Medio, como invocó el presidente de las doce mil mentiras para dar la orden de ejecución del militar iraní. Trump juega a la guerra de propaganda, se quema las manos y debilita aún más su credibilidad, en vísperas de la entrada en el Senado del impeachment. Es probable que esta cámara del legislativo, merced al voto de algunos republicanos alarmados por el Presidente, limite sus “poderes de guerra”.


NOTAS

(1) “En Libye, les khadafistes pensent que l’alliance avec Haftar leur permettra de revenir au pouvoir”. Entretien avec Virginie Collombier. LE MONDE, 7 de enero.

(2) “En Libye, le cessez-feu de Tripoli illustre l’influence de la médiation turco-russe” FRÉDÉRIC BOBIN. LE MONDE, 13 de enero.

(3) “Ceasefire or escalation in Libya”. BEN FISHMAN. THE WASHINGTON INSTITUTE FOR NEAR EAST, 10 de enero.

(4) “À Pau, le sommet de tous les espoirs ou de tous les dangers pour le Sahel? ANNE-SYLVESTRE-TREINER. COURRIER INTERNATIONAL, 13 de enero;

(5) Sahel: France et ses alliés face à l’urgence de djihadiste”. CHRISTOPHE CHÂTELOT. LE MONDE, 13 de enero.

(6) “Au Sahel, le nouveau visage de l’opération ‘Barkhane’”. NATALIE GOUBERT. LE MONDE, 13 de enero; À Pau, les pays de G5 et la France redéfinissent les priorités au Sahel”. COURRIER INTERNATIONAL, 14 de enero.

Libia, Sahel e Irán: trincheras y despachos